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MARC CHAGALL. Exposición en el Museo Thyssen Bornemisza y la Fundación Caja Madrid.
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MARC CHAGALL Exposición en el Museo Thyssen Bornemisza y la Fundación Caja Madrid
Organizada por el Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid, esta exposición es la primera gran retrospectiva dedicada al artista ruso Marc Chagall (1887 – 1985) en España y, como principal objetivo, destaca el gran papel que la obra de Chagall ocupa en la Historia del Arte. Con mas de 150 obras entre pinturas al óleo, dibujos, grabados y litografías en tormo a obras literarias, esta exposición nos presenta la evolución, los grandes temas e incluso facetas y técnicas –como la escultura y la cerámica- hasta ahora poco exploradas e incluso nunca vistas en nuestro país. Chagall gozó en vida y aún goza de una gran popularidad y admiración, sobre todo por su magistral uso del color y el aire entre mágico e infantil con que plantea sus temas. Chagall pinto el amor, el campo y la ciudad -sus ciudades Vitesbk donde había nacido y París-, las fiestas, su religiosidad judía, el circo, los animales, las flores, etc. Para la historia de la pintura moderna, Chagall queda como un pintor de la vanguardia, pero siempre independiente y fiel a sí mismo, a pesar del acercamiento que muestra su obra en ocasiones al fauvismo, al cubismo, o al surrealismo, Chagall siempre es Chagall, el pintor y el poeta.
Marc Chagall (Vitebsk 1887 – Saint Paul de Vence 1985) vivió casi 100 años, y viajó mucho, recorrió el mundo de un extremo al otro: de Vitebsk a París, y de Nueva York a Saint Paul de Vence. Vivió casi todo el siglo XX entre Oriente y Occidente, un siglo convulso, difícil, innovador y cruel… pese a lo cual nunca corta los lazos que le unen con Rusia, la madre patria, su tierra natal, su cultura y su universo judío. Vive una revolución, dos guerras mundiales y varios exilios obligados. Sus orígenes en Vitebsk (hoy Bielorrusia), en el ghetto judío, en las postrimerías del gran Imperio zarista. Emigrado a París para formarse y desarrollarse como pintor de la vanguardia. Pasa en su Rusia natal los años difíciles de la Primera Guerra Mundial y la Revolución rusa. Se ahogaba en la nueva Rusia de los soviets y así decide exiliarse a París para volver a encontrar la libertad…. Para salvar su vida y la de los suyos, se ve obligado a un nuevo exilio en los Estados Unidos en los años de la Segunda Guerra Mundial. Todo esto lo vive junto a su familia, su mujer Bella y su hija Ida. Después con su segunda compañera Vava regresa del exilio y se establece en el sur de Francia, en Saint Paul de Vence, y allí pinta su obra última.
La pintura de Chagall provoca en todos nuestros sentidos un auténtico encantamiento: es la magia de los cuentos. Alimentado por una tradición narrativa que hunde sus raíces en la Edad Media, en la cultura popular rusa, en la tradición del pueblo judío, en la música y en la poesía, sus imágenes se vierten en un caleidoscopio de múltiples colores. Imágenes en las que afloran la sinceridad, la autenticidad, la libertad y la búsqueda de la verdad… Transitando los caminos de la poesía y la pintura, entregándose al “gran juego del color”, Chagall crea una obra única, singular y muy generosa en cuanto al elevado número de sus cuadros, dibujos y grabados. Su sentido de la independencia y su compromiso con la libertad hace que no se adhiera a los movimientos de vanguardia que se suceden en las primeras décadas del siglo XX. Aunque en sus cuadros se rastrean influencias del fauvismo y del cubismo, Chagall es siempre Chagall. La religión y la cultura judía de la que procede, inundan toda su obra. Una especie de pintoresquismo infantil y primitivo, fuerte, extraño, invade sus cuadros. Es su sentido poético para los temas, su narratividad mágica y sencilla, lo que despierta la atención y la extrañeza de sus contemporáneos, que saben que encarna un mundo poético que es inédito en la pintura de las primeras décadas del siglo XX.
La complejidad de sus composiciones se ve aún mas subrayada por su innato sentido del color. Maestro del color, en sus pinturas los tonos vibran con distintas intensidades y realzan el contenido del cuadro. Los colores hablan, se expanden, se asombran. Todos esos colores escoltan a las parejas de enamorados, al rabino con los rollos de la Torá, al judío errante, al violinista o a los animales familiares. Los colores de Chagall nacen siempre de una fusión y raras veces se contraponen, pues están formados por mezclas fascinantes y sutiles.
El camino de la poesía (1909-1947) David, 1914
“Tengo 35 años. Nací en Vitebsk, pero también he nacido en París”. Las tres y media. El poeta, 1911
La boda, 1911-1912 “Un joven pintor ruso, un colorista extremadamente rico en fantasía, que siempre transciende el caprichoso mundo iconográfico del arte popular ruso, al que en ocasiones recurre. Es un artista de una enorme versatilidad, que desafía todas las teorías”. (Guillaume Apollinaire, 1914).
“De alguna manera intento llenar mis lienzos con objetos y figuras que son tratados como formas…., como formas que suenan igual que tonos musicales…., formas pasionales, cuya función es abrir una nueva dimensión no alcanzada por los cubistas con su geometría ni por los impresionistas con sus manchas”. Dedicado a mi prometida, 1911
Sobrevolando Vitebsk, s. f. “Nunca he subrayado pero tampoco he disimulado los rasgos nacionales, ni en el arte ni en la vida, pues pienso que es una cuestión tan natural como el árbol que está atado a la tierra por sus raíces y acostumbrado al agua de su lluvia. Me parecía que de ese modo seríamos internacionales en el sentido más auténtico, que la unión de todas las razas y de todas las naciones sería la condición del verdadero internacionalismo y de la fraternidad entre los pueblos”.
“Todo artista tiene su patria, su ciudad natal, y aunque después influyan en él otros medios y otros ámbitos, siempre estará marcado por un rango esencial, y el perfume de su patria vivirá en todo momento en sus obras”. La casa gris, 1917
Fábulas de La Fontaine Ilustraciones de 1925 Acuarela y gouache.
Nikolai Gogol. Almas muertas. Aguafuertes , editados por Teriade e ilustrados por Marc Chagall. 1948 “Creo que algo me habría faltado si, aparte del color, no me hubiera ocupado también, en una fase de mi vida, del grabado y la litografía….. Cuando cogía una piedra litográfica o una plancha de cobre, era como si tocara un talismán. Me parecía que en ellas podía colocar todas mis tristezas, todas las alegrías. Todo aquello por lo que había pasado a lo largo de mi vida: los nacimientos, las muertes, los matrimonios, las flores, los animales, los pájaros, los pobres obreros; los padres, los enamorados en la noche, los profetas bíblicos, en la calle, en la casa, en el Templo y en el Cielo. Y, con la edad, la tragedia de la vida, en nosotros mismos y en torno a nosotros”.
“Si no fuera judío no sería artista”. Yo, Marc Chagall. El autorretrato con “tefilín”, 1928
Jerusalén, 1932-37 El Muro de las Lamentaciones, 1931
Soledad, 1933 “Nunca he subrayado pero tampoco he disimulado los rasgos nacionales, ni en el arte ni en la vida, pues pienso que es una cuestión tan natural como el árbol que está atado a la tierra por sus raíces y acostumbrado al agua de su lluvia. Me parecía que de ese modo seríamos internacionales en el sentido más auténtico, que la unión de todas las razas y de todas las naciones sería la condición del verdadero internacionalismo y de la fraternidad entre los pueblos”.
La Biblia. 1958 Editado por Teriade e ilustrado por Marc Chagall. Aguafuertes.
Desnudo sobre Vitebsk, 1933 “Vitebsk es una ciudad normal y aburrida, pero la siento muy próxima porque es la que me vio nacer”.
La caída del ángel, 1923-1933-1947 “Recuerdo la primera visita de Apollinaire en mi estudio en la Ruche en 1912. Frente a mis cuadros de la época de 1908 a 1912 utilizó la palabra `sobrenatural´. Yo no podía imaginar que quince años después vendría el movimiento surrealista”.
“El exilio desarraiga el yo, en el sentido de que lo arranca de la tierra en la que tiene todas sus fibras biológicas. Es un momento dramático, de una terrible pesadumbre, pues el exiliado ya no podrá nunca echar raíces en otro suelo. Sus raíces quedarán a la intemperie, al descubierto en el vacío, y en cierto modo, podría decirse, en adelante no podrán agarrarse nada más que al cielo, a ese vacío por el que se extenderán en su intento de tocar de nuevo la tierra”. Entre el perro y el lobo, 1938-1943