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Jesús, el Padre y los discípulos

« La verdadera Vid ». V Domingo de Pascua. Jesús, el Padre y los discípulos.

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Jesús, el Padre y los discípulos

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Presentation Transcript


  1. «La verdadera Vid» V Domingo de Pascua Jesús, el Padre y los discípulos A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos» (Jn 15,1-8). • En la intimidad de la última cena Jesús explica ampliamente el vínculo de su unión con Dios, al que quedarán asociados los suyos cuando el retorne al Padre. • Todo ese discurso, ubicado cronológicamente antes de la Pasión, es ahora propuesto por la liturgia para ser leído antes de las celebraciones de Ascensión y Pentecostés, para que el creyente profundice el sentido de la PRESENCIA de Jesús a partir del momento de su AUSENCIA.

  2. «La verdadera Vid» V Domingo de Pascua Israel, la viña de Dios Jesús dijo: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador» (Jn 15,1). • La viña ha sido una imagen muy utilizada en la Biblia, sobre todo entre los profetas, para simbolizar al pueblo de Israel. La atención que requiere esta planta se prestaba a mostrar la relación entre el pueblo y Dios, que la cuida como un viñador: «Israel era una viña exuberante, que producía su fruto» (Os 10,1). «Tú sacaste de Egipto una vid, expulsaste a los paganos y la plantaste…; extendió sus sarmientos hasta el mar y sus retoños hasta el Río» (Sal 80,9.12) • El tono que usan los profetas para referir la imagen de la viña solía ser crítico, mostrando un contraste entre la dedicación del VIÑADOR (la fidelidad de Dios) y la decepcionante producción de la PLANTA (la infidelidad del pueblo): «Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. El esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios… ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios?» (Is 5,1-4). «¡Y eso que yo te había plantado con cepas escogidas, todas de simiente genuina! ¿Cómo entonces te has vuelto una planta degenerada, una viña bastarda?» (Jer 2,21).

  3. «La verdadera Vid» V Domingo de Pascua La vid y los sarmientos «El viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes» (Jn 15,2-4). • Pero, además de su crítica al pueblo, los profetas también anunciaron un futuro de conversión y reconciliación, en la cual la viña volvería a dar fruto abundante : «Aquel día, canten a la viña deliciosa. Yo, YHWH, soy su guardián, la riego constantemente; para que nadie le haga daño, la cuido día y noche. Ya no estoy enojado: aunque haya cardos y espinas iré a luchar contra ellos y los quemaré todos juntos. A menos que se acojan a mi amparo, que hagan las paces conmigo: ¡sí que hagan las paces conmigo! En los días que vendrán, Jacob echará raíces, Israel florecerá, dará brotes, y llenará el mundo con sus frutos» (Is 27,2-6) • El Evangelio de Juan utiliza la imagen para referirla a Jesús, en una comparación que sigue manteniendo una dimensión comunitaria. • Los miembros creyentes de la comunidad son las ramas de la vid, unidos cada cual a Jesús, de quien reciben la vida y por el cual pueden fructificar.

  4. «La verdadera Vid» V Domingo de Pascua Unidos directamente con Jesús «Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán» (Jn 15,4-7). • La VID es una imagen que presenta otro enfoque diferente al del CUERPO de Cristo en las cartas de Pablo. • Si bien ambas destacan la PERTENENCIA, la imagen paulina pone el acento en la diversidad de funciones cada parte del cuerpo; es decir, en la organicidad y en la dependencia recíproca de cada uno de los miembros. • En cambio la imagen joánica pone el acento en la IGUALDAD de todos los creyentes y su unión inmediata con Jesús. En efecto, en la comunidad joánica no conocemos ministerios, sino el magisterio de un único Maestro: «El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho» (Jn 14,26).

  5. «La verdadera Vid» V Domingo de Pascua … pero también con los hermanos «La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos» (Jn 15,8). • Cada una de estas imágenes (CUERPO o VID), que representan un esquema eclesial, tiene su riqueza y su limitación. • Un encuentro personal con Jesús formará creyentes de profunda espiritualidad, conscientes de estar animados por la Vida eterna que Jesús recibió del Padre. Sus actos de amor serán, entonces, FRUTOS del AMOR que une a Jesús con el Padre, y que está presente también en ellos. • Pero nunca deberían considerarse satisfechos con esa vinculación individual. También tendrán que reconocerse llamados a compartir con otros sus frutos y saberse necesitados también de los otros creyentes para perseverar en la fe. • Necesitarán descubrirse como miembros de un Cuerpo, dependientes entre sí, y no sólo como ramas de la Vid, satisfechas de su propio fruto.

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