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EL GRAN PANORAMA GLOBAL ES UNA PELOTA. Un bibliotecario egipcio escuchó la información ( que se podía ver brillar el sol en el fondo de un pozo en el pueblo de Syene ) y la consideró más que una trivialidad. Ese detalle acerca del pozo encendió su facultad de pensamiento global.
E N D
EL GRAN PANORAMA GLOBAL ES UNA PELOTA
Un bibliotecario egipcio escuchó la información (que se podía ver brillar el sol en el fondo de un pozo en el pueblo de Syene) y la consideró más que una trivialidad. Ese detalle acerca del pozo encendió su facultad de pensamiento global.
Hizo la conjetura de que si el sol podía verse reflejado en el pozo, debería estar directamente sobre él; y si se encontraba sobre él, entonces columnas o postes verticales no producirían sombras.
Sin embargo observó que en el día más largo del año, en la ciudad de Alejandría, donde él vivía, las columnas rectas proyectaban sombras.
Como buen científico y pensador, decidió viajar ochocientos kilómetros hasta Syene para verificar que lo que había escuchado era cierto. En el día más largo del año, miró al pozo, vio reflejado al sol y desde luego, al medio día, los postes no proyectaban sombras.
Así que empezó a pensar. Y después de un tiempo, comenzó a ver una imagen mayor, panorámica, del significado de estos hechos aparentemente insignificantes.
Ese bibliotecario se llamaba Eratóstenes, y vivió hace más de dos mil doscientos años. Como jefe de la biblioteca más grande del mundo (se dice que la biblioteca de Alejandría contenía cientos de miles de pergaminos), estaba en la capital intelectual del mundo.
En el siglo tercero antes de Cristo, casi todos los eruditos de Alejandría y el resto del mundo creían que la tierra era plana, pero Eratóstenes razonó que si la tierra era plana y la luz del sol llegaba hacia abajo en una trayectoria recta, no habría sombras en ningún sitio;
en cambio, si había sombras en un sitio y en otro no, sólo podía haber una explicación lógica: la superficie de la tierra debía ser curva. En otras palabras, el mundo debía ser una esfera.
El anterior fue un avance mental impresionante, aunque en la actualidad parece perfectamente lógico; después de todo, hemos visto fotografías de nuestro planeta tomadas desde el espacio. Pero Eratóstenes realizó esta conexión al unir hechos cotidianos.
Lo que es aún más impresionante, es que aquella observación lo llevó un paso más adelante, ¡a calcular el tamaño de la Tierra! Usando trigonometría básica, midió el ángulo de las sombras: aproximadamente 7.12 grados, alrededor de un cincuentavo de un círculo.
Después razonó que si la distancia entre Syene (Aswan en la actualidad) y Alejandría era de 800 kilómetros (usando nuestros estándares de medición), entonces la tierra debía tener una circunferencia de cerca de 40,000 Km (50 X 800); y no estaba muy lejos, la circunferencia real de la tierra a través de los polos es de 40,008 Km. ¡Nada mal para un tipo que no tenía nada más que su cerebro y una mentalidad global para resolverlo todo!
En las acciones de Eratóstenes es posible ver la verdad de lo que siglos después afirmó un alemán, hombre de estado, de nombre Konrad Adenauer: “Todos vivimos bajo el mismo cielo, pero no todos tenemos el mismo horizonte”.
¿Cuántos miles de personas vieron lo que Eratóstenes vio y nunca llegaron a la misma conclusión? ¿Cuántos miles de sus colegas matemáticos vieron las mismas sombras que él y no lograron ver la imagen global?
Eratóstenes no era ni siquiera el matemático más talentoso de su tiempo, sus contemporáneos lo llamaban beta y pentathlos, lo cual era como llamarlo “segundón”. Pero eso no importó; aunque no era el más importante en ninguna disciplina, podía ver –y pensar- de forma global, y es por ello que su nombre se recuerda en la actualidad.
Haciendo uso de esa habilidad, no sólo calculó la circunferencia de la Tierra, sino que también bosquejó con precisión el cauce del Nilo, produjo un calendario que incluía años bisiestos y estimó la distancia de la Tierra hasta el Sol y la Luna.
Definitivamente Eratóstenes no se quedó atrapado en los árboles sin darse cuenta del bosque, de hecho, ¡su perspectiva fue tan buena que no sólo vio el bosque, sino el río que fluía en él, el planeta que los contenía y partes del sistema solar al que este planeta pertenecía!