1 / 25

VIRTUDES, 1

ME 117 de 141. VIRTUDES, 1. Para Aristóteles no es suficiente la idea de bien, sino que es preciso que el hombre practique la idea de bien. La ética no es una simple teoría, sino que es una ciencia práctica. El hombre bueno es el hombre virtuoso , o sea,

Download Presentation

VIRTUDES, 1

An Image/Link below is provided (as is) to download presentation Download Policy: Content on the Website is provided to you AS IS for your information and personal use and may not be sold / licensed / shared on other websites without getting consent from its author. Content is provided to you AS IS for your information and personal use only. Download presentation by click this link. While downloading, if for some reason you are not able to download a presentation, the publisher may have deleted the file from their server. During download, if you can't get a presentation, the file might be deleted by the publisher.

E N D

Presentation Transcript


  1. ME 117 de 141 VIRTUDES, 1 Para Aristóteles no es suficiente la idea de bien, sino que es preciso que el hombre practique la idea de bien. La ética no es una simple teoría, sino que es una ciencia práctica. El hombre bueno es el hombre virtuoso, o sea, aquel que habitualmente actúa con rectitud ética. Estudiamos ya las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) al considerar el primer mandamiento. De las cuatro virtudes cardi- nales, ya vimos la justicia al estudiar el séptimo mandamiento. Nos queda por estudiar la prudencia, la fortaleza y la templanza.

  2. ME 118 de 141 VIRTUDES, 2 Las virtudes son perfecciones de la persona. Les pertenece esen- cialmente el concepto de “hábito”, es decir, son una disposición constante y firme para hacer el bien. La virtud es un “hábito ope- rativo bueno”. Las virtudes posibilitan obrar el bien con más faci- lidad. Lo contrario de la virtud es el vicio: “hábito operativo malo”. División de las virtudes estudiada en Moral Fundamental: naturales, cardi- nales y teologales. La denominación de “cardinales” nace del término lati- no “cardo” (quicio), porque son como el gozne o el quicio sobre el cual gira la vida moral. Además, en torno a ellas se aúnan otras virtudes.

  3. ME 119 de 141 VIRTUDES, 3 Prudencia es el hábito que posibilita a la razón juzgar rectamente y determinar aquello que se debe hacer. No es una virtud negativa o pa- siva, sino activa: no es prudente el que no ac- túa, el que no hace nada, sino el que hace lo que debe hacer. Es la “regla recta de la acción” (“recta ratio agibilium”: S. Th. II-II, q. 47, a. 2). Orienta y dirige las demás virtudes (“auriga virtutum”): les indica qué, cuándo y cómo se debe o no actuar. La persona prudente, antes de actuar, pondera los pros y los contra que conlleva aquella acción, elección u omisión. Pero tal “ponderación” intelectualno es sufi- ciente, sino que la prudencia aporta también a la voluntad la fuerza y el coraje para llevar a término lo que se debe hacer.

  4. ME 120 de 141 VIRTUDES, 4 Pertenece a la esencia de la prudencia: 1) formar un juicio adecua- do sobre lo que es mejor entre las diversas opciones; 2) una vez formado el juicio recto, entra en acción el ejercicio de la libertad. Dado que se trata de tomar decisiones sobre lo que es prudente hacer u omitir, la conciencia cristiana debe recurrir a la práctica de la oración y acudir a la acción del Espíritu Santo (don de consejo). Para formar el juicio correcto y para decidir llevarlo a término, frecuentemente será preciso pedir consejo. Para el hábito de la prudencia se requieren tres cosas: juzgar rectamente, decidir y pedir consejo.

  5. ME 121 de 141 VIRTUDES, 5 La prudencia ha de estar de acuerdo con los juicios morales que for- mula la conciencia. Con la luz que le aporta la conciencia, la pruden- cia perfecciona el entendimiento porque le ofrece no sólo los crite- rios de verdad y de error, sino de bien y de mal ético. Perfecciona también la voluntad comunicándole qué es lo que se ha de elegir. A su vez la prudencia ayuda a la conciencia a formar rectos juicios y aplicarlos. CCE 1806: “Es la prudencia quien guía directamente el jui- cio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar”.

  6. ME 122 de 141 VIRTUDES, 6 La prudencia no es (1) a El simple no hacer: se trata de una virtud activa. Quien no ejerce sus derechos, por ejemplo, es “imprudente”. Actuar precipitadamente: no basta la “buena voluntad”. Se requiere conocer las circunstancias que concurren y las consecuencias que se seguirán, y considerar los medios necesarios para llevar la acción a la práctica. b c Esperar para no correr riesgos: hay momentos y materias en los que es preciso actuar de inmediato, “aquí y ahora”. d Optar por lo más fácil o menosarriesgado.

  7. ME 123 de 141 VIRTUDES, 7 La prudencia no es (2) e No actuar por miedo a equivocarse. El recurso al “exagerado realismo”: el que tiene a la vista sólo las dificultades sin considerar otros factores como, por ejemplo, los imperativos de la caridad o de la justicia o el cumplimiento costoso de la voluntad de Dios. f La falsa “prudencia de la carne”: la que no tiene en con- sideración datos sobrenaturales que son necesarios para el creyente si quiere emitir un juicio verdadero y tomar la decisión adecuada, como son apoyarse en la ayuda divina y confiar en la Providencia. g h Confundirla con la astucia o la picardía o la timidez.

  8. ME 124 de 141 VIRTUDES, 8 La prudencia exige valentía: la falsa prudencia es el recurso de los que quisieran llegar tarde siempre a los momentos de peligro. En el comportamiento individual y en la convivencia social no es raro identificar prudencia con pereza o cobardía, y no prudencia con veracidad y valentía. Si no hay prudencia, no hay posibilidad de que haya virtud moral: ni justicia, ni fortaleza, ni tem- planza. Las injusticias sociales tienen su origen en la falta de prudencia de los gobernantes para diagnosticar lo justo y llevarlo a la práctica.

  9. ME 125 de 141 VIRTUDES, 9 Determinarse por el bien no siempre es tarea fácil: de ahí la importancia de la fortaleza para llevar a término lo resuelto por la voluntad prudente. Las virtudes de la prudencia y de la fortaleza se posibilitan mutuamente. La fortaleza es la virtud cardinal que potencia la voluntad para que se decida por el bien difícil con el fin de alcanzarlo, empleando para ello todas las fuerzas, incluso con riesgo de la pro- pia vida corporal. Fortaleza natural = firmeza de carácter y energía de la voluntad. Fortaleza virtud = origen en el auxilio de la gracia para sobrelle- var las dificultades.

  10. ME 126 de 141 VIRTUDES, 10 La fortaleza equivale al imperativo cristiano de cumplir en todo, también en lo arduo, la voluntad de Dios. Debe superar el desor- den en la naturaleza humana, debido al pecado original. Las di- ficultades pueden ser internas o externas. El cristiano fuerte no sufre “por sufrir”: la disposición a morir antes que renegar de la fe supone el ejercicio máximo de la virtud de la fortaleza; pero “el soportar la muerte no es laudable en sí mismo, sino sólo en la medida en que se ordena al bien” (S. Th. II-II, q. 124, a. 3).

  11. ME 127 de 141 VIRTUDES, 11 Martirio es el acto de la virtud de la fortaleza por el cual, para testificar la fe, se sufre voluntariamente la muerte. Se requiere que esta muerte se produz- ca por odio a la fe. Los mártires cristianos han dado siempre el testimonio público de que lo absoluto es Dios y la vida eterna, por lo que todo lo demás, incluso la existencia terrestre, es relativo y subordinado a alcanzar la salvación eterna. El que sobrevalora la vida placenterano entiende la virtud de la fortaleza.

  12. ME 128 de 141 VIRTUDES, 12 No es fácil que en la vida de los cristianos se les presente la ocasión de hacer grandes cosas por Dios, pero a diario pueden vivir la for- taleza en las circunstancias normales y cotidianas de su vida. San Josemaría, Amigos de Dios 7: “Ciertamen- te se trata de un objetivo elevado y arduo. Pero no me perdáis de vista que el santo no nace: se forja en el continuo juego de la gracia divina y de la correspondencia humana. (...) Si deseas portarte como un cristiano consecuente (...), has de poner un cuidado extremo en los detalles más nimios, por- que la santidad que Nuestro Señor te exige se al- canza cumpliendo con amor de Dios el trabajo, las obligaciones de cada día, que casi siempre se com- ponen de realidades menudas”.

  13. ME 129 de 141 VIRTUDES, 13 La fortaleza del audaz toma la iniciativa cuando es necesario por- que lo exige el bien que está amenazado. La verdadera fortaleza está más en la resistencia que en el ataque. El miedo y el temor que acompañan a la acción decisiva y fuerte para afrontar el riesgo e incluso la muerte, no se oponen a la fortaleza. Fuerte no es el que no teme, sino quien, a pesar del miedo, se mantiene firme en la defensa del bien, aunque en el empeño tenga que exponer su vida.

  14. ME 130 de 141 VIRTUDES, 14 Virtudes derivadas y unidas a la fortaleza, 1 Si se refieren a la actitud y disposición para acometer grandes empresas: - Magnanimidad: inclina a la persona a acometer, en el ejercicio de cualquiera de las virtudes, grandes obras, dignas de honor y de aprecio. El magnánimo practica también la caridad, la honradez, la veracidad, la sinceri- dad, la justicia, etc.. Pecados por exceso: presunción, ambición y vanagloria; por defecto: pusilanimidad. - Magnificencia: dispone a llevar a cabo grandes obras y no fáciles de ejecutar, sin que sea obstáculo para rea- lizarlas las dificultades, incluida la cuantía económica. Pecados por exceso: despilfarro; por defecto: tacañería.

  15. VIRTUDES, 15 ME 131 de 141 Virtudes derivadas y unidas a la fortaleza, 2 Si se trata de superar las dificultades que se levantan ante los males presentes: - Paciencia: el paciente soporta, sin tristeza pero con fortaleza y constancia, las dificultades físicas o morales que le aquejan. Peca- dos: impaciencia y su opuesto, dureza de corazón. - Longanimidad: da ánimos para persistir en lograr algo bueno, pero que parece inalcanzable. Pecado: “poquedad de ánimo” (no se aspira a alcanzar una virtud o la santidad por lo lejano que se presenta).

  16. ME 132 de 141 VIRTUDES, 16 Virtudes derivadas y unidas a la fortaleza, 3 En el caso de que las dificultades sean duraderas o per- manentes: - Perseverancia: virtud de permanecer en el bien, a pe- sar de que se alarga la consecución de aquello a lo que se aspira y para lo cual se lucha, bien sea para adquirir una virtud o para desarraigar un vicio. - Constancia: tiene por objeto robustecer la voluntad para que no desfallezca en el empeño por resistir en la práctica moral a pesar de las dificultades. - Pecados contra estas dos virtudes parecidas: por exceso, terquedad; por defecto, inconstancia.

  17. ME 133 de 141 VIRTUDES, 17 Pecados contra la virtud de la fortaleza: Cobardía: pecado por defecto. Puede incluirse el llamado “respeto humano”. Es pecado mortal o venial según sea grave o leve la materia que se omite en el ejercicio de la fortaleza debida. Impasibilidad: se deja de actuar por indiferencia, por despecho o vanidad. Es pecado mortal o ve- nial según el grado de obligación o de la materia que impone la acción, aunque sea costosa. Temeridad: pecado por exceso. Se actúa sin contar con el peligro o los riesgos que entraña la acción. Gravedad según la magnitud del riesgo al que se expone quien así actúa.

  18. ME 134 de 141 VIRTUDES, 18 Templanza natural: dominio del gusto y del tacto que impone la razón, de forma que el hombre y la mujer se guíen por la mode- ración y no sean esclavos de los placeres sensibles. Se puede practicar por motivos bien diversos. Templanza cristiana: virtud cardinal que orienta y modera la tendencia a los placeres sensibles para que la persona se man- tenga dentro de los límites que le señala la fe. San Agustín concreta la templanza en “la entrega de un amor entero” (De las cos- tumbres de la Iglesia I): se precisa domi- nar y orientar las pasiones y los instintos (aspecto positivo de la templanza).

  19. ME 135 de 141 VIRTUDES, 19 Las pasiones en sí mismas no son malas: suponen una riqueza de la psicología del hombre y de la mujer. La más fundamental es el amor, que culmina en el placer y el gozo del bien poseído. El pecado original introdujo en el hombre un dese- quilibrio que afecta a la relación entre la razón, la voluntad y las pasiones. “Pertenece a la perfección del bien moral o humano el que las pasiones estén reguladas por la razón” (CCE 1767). La tendencia natural hacia el placer que se obtiene en la comida, bebida y deleite sexual es la forma de manifestarse de las fuerzas naturales más poten- tes que actúan en la conservacióndel hombre.

  20. ME 136 de 141 VIRTUDES, 20 San Pablo castiga su cuerpo y lo domina para ser fiel al Evangelio y salvarse (1 Cor, 9 27). También alienta a Timoteo para que predique a los cristianos esta misma ascesis (2 Tim 4, 1-8). Estímulo fundamental para vivir la templanza: el amor a Dios. Gracia de Dios y entrega amorosa del hombre a Dios suponen el dominio de las pasiones. CCE 2015: “El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual. El progreso espi- ritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradual- mente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas”. “Todo lo útil y lo honesto es deleitable, pero lo deleitable no siempre es útil ni honesto” (S. Th. II-II, q. 145, a. 3).

  21. ME 137 de 141 VIRTUDES, 21 Pecado por exceso contra la templanza: la intemperancia Relativo al exceso en la comida y la bebida, en el afán desordenado de poseer y en lo relativo a la vida sexual: - Placer del comer y beber: anexo al deber de conservar la vida. Por ello es lícito. Pero la concupiscencia puede suscitar un desorden, de forma que uno conscientemente se extralimite en la medida a causa del placer producido por los alimentos. “La gula contraría al amor de Dios, fin último amable sobre todas las cosas” (S. Th. II-II, q. 148, a. 2, ad 2); - Las cosas son buenas: poseerlas y usarlas es honesto. Pero el desorden que lleva a poner en los bienes el corazón con pasión, hace al hombre esclavo de las riquezas. Llega a fomen- tar la avaricia o a emplear medios injustos para adquirirlos; - Place- res sexuales: sexto mandamiento. Los pecados en este ámbito redu- cen al hombre al puro instinto como los animales, ofuscan la inte- ligencia y embotan la voluntad.

  22. ME 138 de 141 VIRTUDES, 22 Pecado por defecto contra la templanza: la insensibilidad Es el rechazo total del placer, incluso de los placeres necesarios para la conservación del individuo o de la especie, por un afán de puritanismo o con el deseo de no mezclarse con lo que, des- pectivamente, se considera un mal. Los placeres sensibles en el triple campo de comida-bebida, posesión de cosas y sexualidad están de acuerdo con la “recta razón”. Pero se puede renunciar a ellos por muchos motivos nobles, como la salud, o aumentar la fuerza fí- sica, o por valores más altos como la mortifi- cación, vivir la pobreza, la dedicación a Dios (celibato apostólico, virginidad consagrada...), etc..

  23. ME 139 de 141 VIRTUDES, 23 Virtudes anexas a la templanza (derivan de ella y la acompañan): Humildad: modera el apetito desordenado de la propia excelencia (vicio opuesto: la soberbia, origen y causa de todos los pecados). Modestia: inclina al hombre a comportarse en todas sus manifestaciones internas y externas dentro de los límites propios a su estado y po- sición social. Hace referencia especialmente al cuerpo y al adorno del mismo. Mansedumbre: modera el carácter según la recta razón (vicios opuestos: iracundia, indignación desmedida...). Clemencia: incli- na al superior a mitigar el castigo que debe imponer al culpable (vi- cio opuesto por exceso: crueldad; por defecto: excesiva blandura).

  24. ME 140 de 141 VIRTUDES, 24 La mortificación ayuda al individuo a lograr el dominio de las pasiones, y a encontrar equilibrio psíquico. Incluye la abstinen- cia de ciertos gustos en sí mismo lícitos, lo que facilita que se pro- grese y se alcance otras etapas en la lucha ascética. Con la mortificación se logra también la so- briedad, la cual permite mantenerse en la medida de lo verdaderamente útil y conve- niente, y se adquiere mayor sensibilidad para los valores del espíritu. Vivir sobrenaturalmente es el mejor medio para dominar y orientar las pasiones.

  25. ME 141 de 141 VIRTUDES, 25 El hombre debe valorar el sentido de los placeres sen- sibles que son buenos, y al mismo tiempo, percibir la superioridad que encierran los placeres espirituales.

More Related