80 likes | 523 Views
VIRTUDES, 15. ME 131 de 141. Virtudes derivadas y unidas a la fortaleza, 2. Si se trata de superar las dificultades que se levantan ante los males presentes: - Paciencia : el paciente soporta , sin tristeza pero con fortaleza y
E N D
VIRTUDES, 15 ME 131 de 141 Virtudes derivadas y unidas a la fortaleza, 2 Si se trata de superar las dificultades que se levantan ante los males presentes: - Paciencia: el paciente soporta, sin tristeza pero con fortaleza y constancia, las dificultades físicas o morales que le aquejan. Peca- dos: impaciencia y su opuesto, dureza de corazón. - Longanimidad: da ánimos para persistir en lograr algo bueno, pero que parece inalcanzable. Pecado: “poquedad de ánimo” (no se aspira a alcanzar una virtud o la santidad por lo lejano que se presenta).
ME 132 de 141 VIRTUDES, 16 Virtudes derivadas y unidas a la fortaleza, 3 En el caso de que las dificultades sean duraderas o per- manentes: - Perseverancia: virtud de permanecer en el bien, a pe- sar de que se alarga la consecución de aquello a lo que se aspira y para lo cual se lucha, bien sea para adquirir una virtud o para desarraigar un vicio. - Constancia: tiene por objeto robustecer la voluntad para que no desfallezca en el empeño por resistir en la práctica moral a pesar de las dificultades. - Pecados contra estas dos virtudes parecidas: por exceso, terquedad; por defecto, inconstancia.
ME 133 de 141 VIRTUDES, 17 Pecados contra la virtud de la fortaleza: Cobardía: pecado por defecto. Puede incluirse el llamado “respeto humano”. Es pecado mortal o venial según sea grave o leve la materia que se omite en el ejercicio de la fortaleza debida. Impasibilidad: se deja de actuar por indiferencia, por despecho o vanidad. Es pecado mortal o ve- nial según el grado de obligación o de la materia que impone la acción, aunque sea costosa. Temeridad: pecado por exceso. Se actúa sin contar con el peligro o los riesgos que entraña la acción. Gravedad según la magnitud del riesgo al que se expone quien así actúa.
ME 134 de 141 VIRTUDES, 18 Templanza natural: dominio del gusto y del tacto que impone la razón, de forma que el hombre y la mujer se guíen por la mode- ración y no sean esclavos de los placeres sensibles. Se puede practicar por motivos bien diversos. Templanza cristiana: virtud cardinal que orienta y modera la tendencia a los placeres sensibles para que la persona se man- tenga dentro de los límites que le señala la fe. San Agustín concreta la templanza en “la entrega de un amor entero” (De las cos- tumbres de la Iglesia I): se precisa domi- nar y orientar las pasiones y los instintos (aspecto positivo de la templanza).
ME 135 de 141 VIRTUDES, 19 Las pasiones en sí mismas no son malas: suponen una riqueza de la psicología del hombre y de la mujer. La más fundamental es el amor, que culmina en el placer y el gozo del bien poseído. El pecado original introdujo en el hombre un dese- quilibrio que afecta a la relación entre la razón, la voluntad y las pasiones. “Pertenece a la perfección del bien moral o humano el que las pasiones estén reguladas por la razón” (CCE 1767). La tendencia natural hacia el placer que se obtiene en la comida, bebida y deleite sexual es la forma de manifestarse de las fuerzas naturales más poten- tes que actúan en la conservacióndel hombre.
ME 136 de 141 VIRTUDES, 20 San Pablo castiga su cuerpo y lo domina para ser fiel al Evangelio y salvarse (1 Cor, 9 27). También alienta a Timoteo para que predique a los cristianos esta misma ascesis (2 Tim 4, 1-8). Estímulo fundamental para vivir la templanza: el amor a Dios. Gracia de Dios y entrega amorosa del hombre a Dios suponen el dominio de las pasiones. CCE 2015: “El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual. El progreso espi- ritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradual- mente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas”. “Todo lo útil y lo honesto es deleitable, pero lo deleitable no siempre es útil ni honesto” (S. Th. II-II, q. 145, a. 3).
ME 137 de 141 VIRTUDES, 21 Pecado por exceso contra la templanza: la intemperancia Relativo al exceso en la comida y la bebida, en el afán desordenado de poseer y en lo relativo a la vida sexual: - Placer del comer y beber: anexo al deber de conservar la vida. Por ello es lícito. Pero la concupiscencia puede suscitar un desorden, de forma que uno conscientemente se extralimite en la medida a causa del placer producido por los alimentos. “La gula contraría al amor de Dios, fin último amable sobre todas las cosas” (S. Th. II-II, q. 148, a. 2, ad 2); - Las cosas son buenas: poseerlas y usarlas es honesto. Pero el desorden que lleva a poner en los bienes el corazón con pasión, hace al hombre esclavo de las riquezas. Llega a fomen- tar la avaricia o a emplear medios injustos para adquirirlos; - Place- res sexuales: sexto mandamiento. Los pecados en este ámbito redu- cen al hombre al puro instinto como los animales, ofuscan la inte- ligencia y embotan la voluntad.