E N D
Padezco de una grave enfermedad que probablemente no sobreviviré. No hago planes a largo plazo, porque sé que mi futuro es incierto. Lo dejo por completo en las manos de Dios y trato de vivir cada día como si fuera el último. Le pido diariamente a Él que se realice en mí Su Santa Voluntad. Y puesto que Dios me ama como nadie jamás podrá hacerlo, todo lo que me suceda será para mi bien.
Cuando esté sufriendo mucho debido a intensos dolores y ni siquiera pueda pedir un calmante, ruego que se lo pidan a mi médico. Hoy en día existen excelentes medicinas y no hay por qué sufrir tanto que ese sufrimiento nos dañe física, mental o espiritualmente. Quiero ofrecerle a Dios mis dolores para reparar por mis pecados. Sin embargo Dios no espera de mí lo imposible.
Pido que el calmante que se me administre sea en la dosis adecuada y con recta intención. La dosis debe ser suficiente para aliviar mi dolor pero no para acelerar mi muerte. Es posible que aún con esa dosis mi muerte se acelere, pero como un efecto secundario no directamente buscado. El calmante que se me administre deberá ser el más eficaz en aliviar el dolor pero que tenga menos posibilidades de ese efecto colateral. En el caso de los calmantes que puedan causarme un estado de inconciencia, pido que se atiendan primero mis necesidades espirituales.
Si hay duda acerca de si aplicar o no medios desproporcionados o extraordinarios para preservar mi vida cuando ya no hay esperanzas de que me recupere, pido que se consulte a un sacerdote. En todo momento y hasta el final, ruego que se me proporcionen los cuidados imprescindibles para estar limpia, cómoda, medicada, alimentada e hidratada.
No permitan que me retiren el agua y los alimentos, aunque éstos estén siendo suministrados por medios artificiales. Además de que constituye un acto gravemente inmoral, prefiero morir de mi enfermedad en su proceso natural, que de hambre o de sed. Si causan sobre saturacion de líquidos en mi organismo, entonces el médico podrá retirarlos y volverlos a suministrar si la situación cambia.
A veces ciertos fármacos (especialmente en el caso de las quimioterapias), afectan el cerebro y causan depresión. Si esto me sucediera, por favor pídanle a mi médico que me recete una medicina. Y rueguen a Dios por mí para que me llene del gozo y la paz que sobrepasan todo entendimiento.
S O L I D A R I D A D Cuando Jesús le preguntó al hombre que había estado enfermo y paralítico por 38 años si quería recobrar la salud, éste lo primero que hizo fue expresarle su dolor por su soledad y por la indiferencia de los que lo veían sufrir, sin ayudarlo o consolarlo. (Juan 5:1-7) Es obvio que a veces la indiferencia y la falta de compasión de los demás, le causan al enfermo más sufrimientos que la propia enfermedad.
No me oculten la verdad sobre mi gravedad; he de prepararme para la muerte. Soy católica; no esperen a que esté a punto de morir para llamar a un sacerdote. A todos les suplico que después de mi muerte, recen a Dios por mí y también por los miembros de mi familia, para que Él les consuele con Su Divino Amor.
Magaly Llaguno, la autora del texto de esta presentación, sufre de un cáncer incurable y ha estado varias veces a punto de morir. Puede leer su testimonio aquí, el cual se encuentra en la sección del website de Vida Humana Internacional (VHI) titulada “Mensajes para los que sufren” Entra Aquí (Magaly escribió su testimonio y este mensaje, para ayudar a personas enfermas, así como a aquellos que les proporcionan cuidados. Visite la sección sobre eutanasia y suicidio en el website de VHI: Entra aquí En homenaje a una mujer con gracias extraodinarias Con todo el amor de: Lilly Medina