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CFG: Los Árabes y Occidente Unidad III: Nuevas conceptualizaciones sobre “Oriente”. La Ilustración: Una nueva voluntad de saber, una nueva forma de mirar hacia oriente Kamal Cumsille. El “oriente” de Occidente.
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CFG: Los Árabes y OccidenteUnidad III: Nuevas conceptualizaciones sobre “Oriente” La Ilustración: Una nueva voluntad de saber, una nueva forma de mirar hacia oriente Kamal Cumsille
El “oriente” de Occidente • En la universalidad de la ratio occidental, hay esa partición que es el Oriente: el Oriente pensado como el origen, soñado como el punto vertiginoso en donde nacen las nostalgias y las promesas de retorno; el Oriente se ofrece a la razón colonizadora de Occidente, pero indefinidamente inaccesible, porque permanece siempre como el límite: noche del comienzo, donde Occidente se ha formado pero en la cual ha trazado una línea divisoria; el Oriente es para él todo lo que él no es, aún cuando deba buscar allí lo que es su verdad primitiva. Será preciso hacer una historia de esa gran partición, a lo largo del devenir occidental, seguirla en su continuidad y sus intercambios, pero también dejándola aparecer en su hieratismo trágico (Foucault, HL).
Una nueva voluntad de saber • “En ciertos momentos de los siglos XVI y XVII (y en Inglaterra sobre todo) apareció una voluntad de saber que, anticipándose a sus contenidos actuales, dibujaba planes de objetos posibles, observables, medibles, clasificables; una voluntad de saber que imponía al sujeto conocedor (y de alguna manera antes de toda experiencia) una cierta posición, una cierta forma de mirar y una cierta función (ver más que leer, verificar más que comentar); una voluntad de saber que prescribía (y de un modo más general que cualquier otro instrumento determinado) el nivel técnico del que los conocimientos deberían invertirse para ser verificables y útiles” (Foucault.M, El Orden del Discurso)
Desde entonces, se comienza a producir un discurso “especializado” que representa a Oriente, el cual se encontrará presente en todas las disciplinas modernas (la filología, sociología, lingüística, estética) que es lo que Edward Said llamará Orientalismo. Oriente ya no será sólo el adversario religioso y/o político, o bien, el otro más próximo a través del cuál se crea y se recrea Europa, sino que será también un objeto de conocimiento de las ciencias humanas europeas, acerca del cual hay una voluntad de saber, pero con intención de poder, pues el saber produce poder, y viceversa.
Orientalismo como discurso y saber dominante sobre “Oriente” • Para comprender lo que Said ha llamado Orientalismo, es necesario rescatar dos nociones importantes que Said tomó de Michel Foucault, éstas son: • Noción de Discurso • Relación entre conocimiento y Poder
DiscursoLas luces, que han descubierto las libertades, inventaron también las disciplinas(Foucault. M. Vigilar y Castigar) • Vamos a entender Discurso, como un sistema de ideas que fija los límites de lo verdadero en un sistema de adecuación social. Las sociedades modernas, para Foucault, son sociedades de discursos, los cuales tienen pretensión de verdad. Esto genera procedimientos de exclusión, cuya mayor manifestación se ve en lo prohibido. La mayor fuente de producción de discurso, va a ser la ciencia, es la ciencia la que produce el discurso verdadero, un discurso que tiene fuerza coactiva, a partir de la cual, la disciplina se convierte en principio de control de la producción del discurso. (Foucault. M, El Orden del Discurso)
Relación Conocimiento y Poder • En cuanto a la relación entre conocimiento y poder, está íntimamente conectada con la noción de discurso. Pues aceptar esta noción de discurso, implica “admitir que el poder produce saber, que poder y saber implican directamente el uno al otro, que no existe relación de poder sin constitución correlativa de un campo de saber, ni de saber que no suponga y constituya una relación de poder (Foucault. M, Vigilar y Castigar)”. • Comprender esto nos será de suma utilidad al momento de analizar el orientalismo como discurso, pues, el mismo Said cita a Benjamín Disraeli cuando dice que “Oriente es una Carrera”, ¿qué significa esto? La creación de un campo de saber sobre Oriente, y correlativamente, la dominación colonial sobre oriente. Continuando con Foucault, aceptar esta noción significa comprender que el saber no es inocente, produce poder, y en consecuencia, implica renunciar a la oposición entre conocimiento interesado y desinteresado.
Orientalismo • “El desarrollo de la ciencia soluciona siempre, y cada vez más, lo conocido en algo nuevo; pero desea precisamente lo opuesto y parte del instinto de reconducir lo desconocido a lo conocido”. (F. Nietzsche, La Voluntad de Poder).
Said al hablar de Orientalismo, se refiere a bastantes cosas, todas ellas, según él, dependientes entre sí. • La primera acepción, y la más aceptada, es la académica, es decir, “alguien que escriba, enseñe o investigue sobre Oriente, es un orientalista, y lo que él hace, es Orientalismo” (Said. E.W, Orientalismo) • Una segunda acepción, más general, es entender el Orientalismo como “un estilo de pensamiento que se basa en la distinción ontológica y epistemológica que se establece entre Oriente y Occidente”, así, dice Said, “una gran cantidad de escritores han aceptado esta diferencia básica para elaborar teorías, novelas, descripciones sociales e informes políticos sobre Oriente, su gente, sus costumbres, su mentalidad, etc.” (Ibid. )
El tercer significado que da Said sobre Orientalismo es: “una institución colectiva que se relaciona con Oriente, relación que consiste en hacer declaraciones sobre él, adoptar posturas con respecto a él, describirlo, enseñarlo, colonizarlo y decidir sobre él”; en resumen dice: “el Orientalismo es un estilo occidental que pretende dominar, reestructurar y tener autoridad sobre Oriente”(Ibid.) . • Es por esto que Said ha planteado que Oriente ha sido “orientalizado” por occidente, porque le convenía que así sea. Es decir, ha creado una imagen de oriente, que no es la de un Oriente real, sino es una imagen que tiene más que ver con occidente que con oriente, en tanto que es la cultura que lo produjo como discurso, y es producto de esas circunstancias políticas, sociales e históricas.
El orientalismo, más que una disciplina, es un discurso hegemónico que tiene su base en el mundo erudito y de las instituciones y gobiernos, con una pretensión de verdad, discurso que tiene más que ver con “occidente” que con un “oriente real”, puesto que es producto de las propias circunstancias históricas y políticas de Europa, es así como el orientalismo, en tanto discurso hegemónico, se convierte en un filtro para cualquier occidental que quiera conocer, decir o escribir sobre oriente, ya que se convierte en sistema de ideas con fuerza coactiva, pero no por eso, menos productiva.
Según Said, el orientalismo “es la distribución de una cierta conciencia geopolítica en unos textos estéticos, eruditos, económicos, sociológicos, históricos y filológicos; es la elaboración de una distinción geográfica básica (el mundo está formado por dos mitades diferentes, Oriente y Occidente) y también de una serie completa de intereses que no sólo crea el propio orientalismo, sino que también mantiene a través de sus descubrimientos eruditos, sus reconstrucciones filológicas, sus análisis psicológicos y sus descripciones geográficas y sociológicas; es una cierta voluntad o intención de comprender - y en algunos casos, de controlar, manipular, e incluso incorporar – lo que manifiestamente es un mundo diferente (alternativo, nuevo)” (Ibid.)
Los intelectuales franceses de la Ilustración y el IslamVoltaire • Voltaire, estudió con cierta atención el tema del Islam, principalmente el Islam como religión. En un primer periodo, con Mahoma y el fanatismo, su juicio sobre el Islam es despectivo e incluso hostil. Más tarde, con el Ensayo sobre las costumbres, el tono se vuelve más matizado y sereno, pero el juicio en conjunto sigue siendo duro. En realidad, en el primer período, lo que atacaba en el Islam era la religión en general y al cristianismo oficial en particular. Pero no deja de ser significativo que eligiese precisamente al Islam como símbolo del fanatismo, del antihumanismo y de la voluntad de poder. En un contexto global, los ataques lanzados contra el Islam y su Profeta ponen de manifiesto una clara antipatía. (Djait, H. Europa y El Islam)
Lo que aparece aquí no es el viejo prejuicio medieval: se trata de una nueva valoración del Islam como fuerza religiosa y en su totalidad. • Esta valoración experimentó importantes modificaciones (...) El Ensayo sobre las costumbres intenta analizar los elementos que componen el Islam desde la perspectiva de una historia de las religiones. Esta perspectiva permite a Voltaire distinguir entre la aportación profética propiamente dicha y el desarrollo posterior del sistema religioso. Muhammad sigue siendo un hombre que abusó de la credulidad de sus congéneres e impuso su mensaje por la fuerza. (Ibid.) • El Islam evolucionó no obstante en el sentido de la tolerancia y se acercó, en su relajación sexual, a lo que podría parecer un sistema de religión natural. Jesús es bueno pero los cristianos se han vuelto intolerantes, mientras que los musulmanes son tolerantes a pesar de tener un mal profeta. (Ibid.)
Volney • Volney, emprendió en vísperas de la Revolución un largo viaje a Oriente, del que salió su Descripción de Egipto y Siria. • La idea de violencia está presente: «Mahoma supo crear un imperio político y teológico a expensas de los de Moisés y los vicarios de Jesús; (…) hace hablar a un imán «de la ley de Mahoma»: «Dios designó a Mahoma como su ministro en la tierra; le confió el mundo para que sometiera por medio del sable a todo aquel que se negara a creer en su Iey».(Ibid.)
Denuncia a ese «apóstol de un Dios clemente que sólo predica el crimen y la matanza», ese espíritu intolerante y exclusivo que «atenta contra toda idea de justicia» y, expresándose por boca de teólogos cristianos en un debate contradictorio, describe al Profeta como un ambicioso que se sirvió de la religión para «sus proyectos de dominación y propósitos mundanos», y al Corán como «una sarta de declamaciones contradictorias y vagas, de preceptos ridículos y peligrosos».(Ibid.)
Aún reconociendo la parte de irracionalidad que contiene el cristianismo, el autor no deja de oponer «su moral bondadosa y compasiva, y sus inclinaciones puramente espirituales» a un Islam que se caracteriza por el desprecio de la ciencia —lo que resulta sorprendente—, por la exaltación de la codicia y de los bajos instintos —amenaza del infierno para los cobardes y promesa del paraíso para los valientes—, en resumen, por una moral brutal que lleva el signo de su barbarie original, pero una barbarie que, lejos de mostrarse como tal, acto puro y fuera del orden de valores, se erigió en sistema religioso, en verbo divino, en ejemplaridad obsesiva. (Ibid.)
«El espíritu islámico está muy lejos de poder remediar los abusos del gobierno; puede decirse, por el contrario, que es la causa de ellos. Para convencerse, basta con examinar el libro del que es deposito... Cualquiera que lea el Corán tendrá que confesar que no contiene ninguna idea ni de los deberes de los hombres en sociedad, ni de la formación del cuerpo político, ni de los principios del arte de gobernar, nada en una palabra de lo que constituye un código legislativo. Las únicas leyes que se pueden encontrar se reducen a cuatro o cinco disposiciones relativas a la poligamia, al divorcio, a la esclavitud, a la sucesión de los parientes cercanos... Si en el desorden de un delirio permanente es capaz de captar el espíritu general, un sentido resumido, este es el de un fanatismo violento y obstinado. En sus oídos resonaran palabras como impíos, incrédulos, enemigos de Dios y del Profeta, rebeldes a Dios y al Profeta, devoción a Dios y al Profeta... ¡He aquí el espíritu del Corán...! “Qué otra consecuencia puede tener sino la de establecer el despotismo más absoluto en el que manda y la adhesión más ciega en el que obedece? Y ese fue el objetivo de Mahoma; no quería iluminar sino reinar; no buscaba discípulos sino súbditos. Hay que decirlo. De todos los hombres que se han atrevido a dar leyes a los pueblos, ninguno fue tan ignorante como Mahoma; de todas las creaciones absurdas del espíritu humano, ninguna es más miserable que su libro. Lo que sucede en Asia desde hace mil doscientos años es la prueba; ya que si de lo particular pasamos a consideraciones mas generales, sería fácil demostrar que el desorden de los Estados y la ignorancia de los pueblos en esa parte del mundo son efectos más o menos inmediatos del Corán y de su moral». (Ibid.)
El pensamiento Alemán y el Islam • Contexto: Relaciones Germano-Árabes • Alemania vive una experiencia distinta de la de Francia e Inglaterra con respecto al mundo árabe. • No existieron relaciones de tensión, siquiera en la Edad Media. Incluso a principios del siglo XX llegan a formar una alianza con el Imperio Otomano. • No participaron de las empresas coloniales • La alianza con Turquía fue el momento de mayor acercamiento, algo radicalmente distinto del tipo de acción colonial basada en la intromisión en los asuntos del otro. En el caso de Alemania, no había nada último, nada hostil tampoco, pero sí una inclinación y un juicio previo favorables. No había agredido al Islam en el pasado, no colonizaba tierra árabe o musulmana, era enemiga de sus enemigos y aliada de Turquía, la cual, por muchas razones, representaba todavía algo para la conciencia arabo-islámica.
Hegel • No es el joven Hegel, el de la Fenomenología del espíritu y otros muchos trabajos sobre la filosofía de la religión, el que se interesó por el Islam, sino el de la época de madurez, el autor de ese monumento incomparable que son las Lecciones sobre la filosofía de la historia. Cuantitativamente, el espacio que dedica al Islam es escaso: algunas notas dispersas cuando el contexto lo exige, y sobre todo cuatro paginas completas y seguidas incluidas en la cuarta y ultima parte de la obra, relativa al mundo germánico. Pero la visión es sorprendente, profunda, verdadera y poética a la vez, superando en profundidad y verdad todo lo que se había escrito en Europa hasta entonces. (Djait, H. Europa y el Islam)
Al abordar directamente el problema del Islam, lo presenta como la Revolución de Oriente «que destruyó toda particularidad y toda dependencia, iluminando y purificando perfectamente el alma, haciendo del Uno abstracto el objeto absoluto, y de la pura conciencia subjetiva, de la ciencia de este Uno, el único fin de la realidad...». (Ibid.) • El Islam se realizó en la historia inmediatamente y como una fuerza luminosa. Superó la negatividad del espíritu oriental que se manifiesta a través de la servidumbre del Espíritu, superó igualmente la particularidad del dios judío, situándose enseguida en el terreno de la generalidad, purificando y liberando el espíritu. «Honrar al Uno es el único fin del mahometismo». (Ibid.)
Este Uno es abstracto, aunque sea verdaderamente la determinación del espíritu. No es concreto como el dios cristiano que encarnó, como hombre, lo divino. Hegel pone de relieve la claridad, la sencillez y la generalidad del principio islámico. Sin embargo, la abstracción, que es el aspecto mas destacado, va unida al entusiasmo. El fanatismo musulmán es más exactamente entusiasmo por una abstracción que «consiste en un comportamiento destructor y devastador de lo concreto; pero el de los musulmanes era también capaz de toda clase de actos sublimes y esta sublimidad, libre de intereses mezquinos, se identifica con las virtudes de la grandeza del alma y del valor». (Ibid.)
Es una visión poética, bajo la cual se articula una visión coherente del Islam como movimiento histórico: • A nivel de la cultura, el Islam, según Hegel, solo se interesó por Dios. Fundamentalmente, se orientó hacia lo trascendente como objeto privilegiado del saber, no hacia el mundo histórico o el mundo natural. El honor de la ciencia consiste en vincularse a lo sagrado, mientras que en Europa la diferente naturaleza del objeto centró todo el interés en el conocimiento del mundo. • A nivel de la política, el filósofo alemán identificó las deficiencias del sistema islámico con la inexistencia de toda norma estable de sucesión. Mientras que en Europa hubo continuidad y estabilidad gracias a la sacralización de un principio primitivo, el de la sangre. • Hegel no da ninguna explicación valida a la decadencia histórica del Islam, de la que es consciente. Pero el paralelismo con Europa se entiende de manera implícita. La ascensión de Europa se explica tanto por un principio original valido como por su poder dialéctico, fundamento del desarrollo europeo. (Ibid.)
La extraordinaria paradoja de la historia de Europa occidental es que esta civilización, una de las mas elevadas y más ricas que han existido (y para Hegel, el punto culminante de la Historia universal), nació de una barbarie desencadenada, del vacío humano y cultural, de lo inorgánico y lo inorganizado. Es la consecuencia de una dialéctica llevada al extremo; del hundimiento del Estado en la Edad Media surgió el Estado racional, del feudalismo la democracia, de la opresión de la Iglesia la libertad de conciencia, y los antagonismos nacionales, por destructivos que hayan podido ser, dieron lugar a la nación como marco de expansión del hombre y de la cultura. En el siglo VII, el Islam salía como ganador y parecía poder cumplir la promesa de la realización de lo humano, pero no fue él quien provocó esa inmensa conmoción de la historia. (Ibid.)
Fue a la Europa olvidada por el Imperio romano (la Galia e Inglaterra) y a la del exterior del limes (Germania), convertidas en presa de todos los invasores, convulsas y desintegradas, a las que correspondió la peligrosa tarea no de poner fin a la historia —como pensaba Hegel— sino de hacer que diera un paso decisivo y hasta entonces único. Europa salió de las tinieblas negándose y superándose, pero todavía faltaba que los principios planteados con anterioridad fuesen fecundos en sí mismos y contuvieran las premisas de su propia superación. En lugar de esa confusión que se pretende, de ese largo titubeo debido simultáneamente a la indecisión y a la fecundidad del principio europeo, el Islam opone otro modelo de desarrollo de la civilización. Su propio éxito, adaptado a su tiempo, va a situarle en un relativo inmovilismo. A pesar de su novedad «bárbara», el arabismo estaba demasiado avanzado en su evolución como para ser, durante la conquista y a semejanza del germanismo, un mundo receptivo y pasivo ante su acogida. Tuvo que convertirse el mismo en norma y en principio y, al haber dado vida al Islam, se le condenó prácticamente a ser creador, activo, perenne, en cierto modo resistente a la muerte, poder de afirmación, no movimiento dialéctico. Mientras que Europa se dejaba llevar por la confusa libertad del dinamismo histórico. (Ibid.) • A partir de esto Hegel plantea que el Islam pasa a ser una parte menor en la Historia Universal.
Marx • La burguesía somete el campo al imperio de la ciudad. Crea ciudades enormes, intensifica la población urbana en una fuerte proporción respecto a la campesina y arranca a una parte considerable de la gente del campo al cretinismo de la vida rural. Y del mismo modo que somete el campo a la ciudad, somete los pueblos bárbaros y semibárbaros a las naciones civilizadas, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente. (Manifiesto Comunista, 1848)
Los árabes, los turcos, los tártaros y los mogoles que conquistaron sucesivamente la India, fueron rápidamente hinduizados. De acuerdo con la ley inmutable de la historia, los conquistadores bárbaros son conquistados por la civilización superior de los pueblos sojuzgados por ellos. Los ingleses fueron los primeros conquistadores de civilización superior a la hindú, y por eso resultaron inmunes a la acción de esta última. Los británicos destruyeron la civilización hindú al deshacer las comunidades nativas, al arruinar por completo la industria indígena y al nivelar todo lo grande y elevado de la sociedad nativa. Las páginas de la historia de la dominación inglesa en la India apenas ofrecen algo más que destrucciones. Tras los montones de ruinas a duras penas puede distinguirse su obra regeneradora. Y sin embargo, esa obra ha comenzado. (Futuros resultados de la dominación Británica en la India, 1853)
La unidad política de la India, más consolidada y extendida a una esfera más amplia que en cualquier momento de la dominación de los grandes mogoles, era la primera condición de su regeneración. Esa unidad, impuesta por la espada británica, se verá ahora fortalecida y perpetuada por el telégrafo eléctrico. El ejército hindú, organizado y entrenado por los sargentos ingleses, es una condición sine qua non para que la India pueda conquistar su independencia y lo único capaz de evitar que el país se convierta en presa del primer conquistador extranjero. La prensa libre, introducida por vez primera en la sociedad asiática y dirigida fundamentalmente por una descendencia cruzada de hindúes y europeos, es un nuevo y poderoso factor de la reconstrucción. (Ibid.)
La industria moderna, llevada a la India por los ferrocarriles, destruirá la división hereditaria del trabajo, base de las castas hindúes, ese principal obstáculo para el progreso y el poderío de la India. (Ibid.) • La industria y el comercio burgueses van creando esas condiciones materiales de un nuevo mundo del mismo modo como las revoluciones geológicas crearon la superficie de la tierra. Y sólo cuando una gran revolución social se apropie las conquistas de la época burguesa, el mercado mundial y las modernas fuerzas productivas, sometiéndolos al control común de los pueblos más avanzados, sólo entonces el progreso humano habrá dejado de parecerse a ese horrible ídolo pagano que sólo quería beber el néctar en el cráneo del sacrificado. (Ibid)
Nietzsche • Pablo buscaba su fin y, por ende, también los medios conducentes al logro del mismo... Lo que él no creía, lo creían los idiotas entre los cuales propagaba su doctrina. Su necesidad era el poder; con Pablo, el sacerdote trató una vez más de erigirse en amo; sólo le convenían conceptos, doctrinas y símbolos que sirvieran para tiranizar masas y organizar una grey. ¿Qué fue lo único que más tarde Mahoma tomó prestado del cristianismo? La invención de Pablo, su medio para establecer una tiranía de los sacerdotes y organizar una grey: la fe en la inmortalidad, vale decir, la doctrina del “juicio” (El Anticristo, 42)
Basta leer a alguno de los agitadores cristianos, por ejemplo a San Agustín, para comprender, oler, qué suciedad se había logrado. Sería un craso error suponerles cortas luces a los jefes del movimiento cristiano; ¡oh, son muy inteligentes, dotados de una inteligencia que raya en santidad, esos padres de la Iglesia! Lo que les falta es otra cosa. La Naturaleza no ha sido generosa con ellos; les regateó un modesto acervo de instintos respetables, decentes limpios... Entre nosotros, ni siquiera son hombres... Si el islamismo desprecia al cristiano, tiene mil veces derecho a tal actitud; pues el islamismo se basa en hombres... (Ibid, 59)
El cristianismo desacreditó los frutos de la cultura antigua, y más tarde desacreditó también los frutos de la cultura islámica. La maravillosa cultura morisca en España, que en el fondo a nosotros nos es más afín, porque apela a nuestro espíritu y gusto en mayor grado que Roma y Grecia, fue aplastada (me callo por qué pies). ¿Por qué? ¡Porque reconocía como origen instintos aristocráticos, viriles; porque decía sí a la villa aun con todas las exquisiteces raras y refinadas de la villa moral ... Los cruzados lucharon más tarde contra algo que debían haber adorado: contra una cultura frente a la cual hasta nuestro siglo XIX será una cosa muy pobre, muy “tardía”. Claro que ansiaban botín; el Oriente era rico... ¡Seamos bastante sinceros para admitir que las cruzadas no fueron más que una piratería superior! La nobleza alemana, una nobleza vikinga, en definitiva, estaba entonces en su elemento; la Iglesia sabía muy bien en virtud de qué se time nobleza alemana... (Ibid, 60)
Los nobles alemanes siempre han sido los “suizos” de la Iglesia, siempre han estado al servicio de todos los malos instintos de la Iglesia, pero bien remunerados... ¡Por eso, con ayuda de espadas alemanas, sangre y valentía alemanas, la Iglesia ha librado su guerra sin cuartel a todo lo aristocrático de la tierra! He aquí un punto que plantea no pocos interrogantes dolorosos. La nobleza alemana está poco menos que ausente en la historia de la cultura superior; se adivina la razón de que sea así... El cristianismo y el alcohol; los dos grandes medios de la corrupción... En sí no puede haber dudas sobre el partido que tomar, ni ante islamismo y cristianismo, ni menos ante árabe y judío. La cosa está decidida; nadie está aquí en libertad de elegir. O se es un tshandala o no se es un tshandala... “¡Guerra sin cuartel a Roma! ¡Paz y amistad con el islamismo!” Así sintió y obró Federico II, ese gran librepensador, el genio de los emperadores alemanes. ¿Cómo?, ¿es que un alemán ha de ser genio, librepensador, para sentir de una manera decente? No comprendo que jamás alemán alguno haya sido capaz de sentir de una manera cristiana... (Ibidem)
Las Representaciones del Oriente en el Liberalismo Británico del Siglo XIX: John Stuart Mill, 1806-1873
“(...) el principio progresista, ora se le considere como amor de la libertad, ora como amor de las mejoras útiles, es siempre enemigo del imperio de la costumbre, pues al menos aquél, implica la liberación del yugo de ésta; y la luhca entre esas dos fuerzas constituye el interés principal en la historia de la humanidad”. (JS. Mill, Sobre la Libertad). • La mayor parte de los países del mundo carecen de historia, propiamente hablando, porque el despotismo de la costumbre es completo. Tal es el caso de todo el Oriente. La costumbre es allí el árbitro soberano de todas las cuestiones; justicia y Derecho significan allí conformidad con la costumbre. Nadie, Jamás, excepto, algún tirano intoxicado de poder, ha soñado resistir al argumento de la costumbre. (Ibidem).
Pero veamos el resultado. Esas naciones debieron tener originalidad en otros tiempos, pues no han salido de la tierra ya populosas, cultas y profundamente versadas en ciertas artes de la vida: todo esto se lo hicieron ellas mismas, y fueron, en un tiempo, las mayores y más poderosas naciones de la Tierra. ¿Qué son ahora? Súbditos o vasallos de tribus cuyos antecesores erraban por los bosques, mientras que los de los suyos tenían magníficos palacios y templos espléndidos; pero sobre los cuales la costumbre no reinaba más que a medias con la libertad y el progreso. (Ibid. )
Pero nosotros somos por igual progresistas y variables; inventamos continuamente cosas nuevas en mecánica y las conservamos hasta que son reemplazadas por otras mejores; estamos prontos a aceptar mejoras en la política, en la educación, e incluso en la moral, si bien en este último caso, nuestra idea de mejora consista sobre todo en hacer a los demás, por fuerza o de grado, tan buenos como nosotros mismos. (Ibid.)