El Esp ritu de Sabidur a

1. El Esp�ritu de Sabidur�a

2. 2 Tim. ; 7 Porque no nos ha dado Dios un esp�ritu de cobard�a, sino de poder, de amor y de dominio propio. Neh. 9:20 Diste tu buen Esp�ritu para ense�arles. No retiraste de su boca tu man�, y les diste agua para su sed. El ultimo pasaje sugiere la obra del Esp�ritu Santo como profesor y gu�a del Pueblo de Dios, a trav�s de su experiencias en el desierto. Aquel vers�culo se refiere a la historia de Israel durante los cuarenta a�os de viaje, y identifica la columna de nube y fuego que les gui� como el Esp�ritu Santo que es nuestro l�der y gu�a.

3. El otro pasaje de la ep�stola a Timoteo nos presenta al Esp�ritu Santo como el Esp�ritu de Sabidur�a y de dominio propio. Es interesante e instructivo trazar la revelaci�n del Divino Esp�ritu en el Antiguo Testamento, como el Esp�ritu de Sabidur�a y guianza. Observemos algunos ejemplos especiales:

4. 1. El primer caso: El de Jos�. G�n. 41: 38- 40 Entonces el fara�n dijo a sus servidores: --�Podremos hallar otro hombre como �ste, en quien est� el esp�ritu de Dios? 39 El fara�n dijo a Jos�: --Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan entendido ni sabio como t�. 40 T� estar�s a cargo de mi casa, y todo mi pueblo ser� gobernado bajo tus �rdenes. Solamente en el trono ser� yo superior a ti.

5. Aqu� tenemos un vistazo del secreto que estaba detr�s de la vida extra-ordinaria de Jos�; era el Esp�ritu de Dios. Quiz�s no ha habido jam�s una vida que toc� m�s de cerca la vida com�n de la humanidad sufriente. Vemos en el un verdadero y noble naturaleza expuesta a los sufrimientos m�s agudos; separado de su casa y amigos.

6. Fue llevado en cautiverio en un pa�s extranjero. Fue comprendido mal y mal interpretado. Fue condenado injustamente. Fue echado en una c�rcel bajo la afrenta m�s injusta y desgraciada. A pesar de todo, estaba heroicamente fiel a Dios y a su justicia.

7. Estaba inconmovible confiando en la fidelidad y el amor divino, que por fin triunf� sobre todas sus dificultades. Se levant� de la prisi�n a un principado de honor y influencia, y desde el lugar m�s bajo encontr� un camino a la posici�n m�s elevada que era posible lograr. �Ha habido jam�s una transformaci�n m�s extra-ordinaria?

8. �Ha habido jam�s una lecci�n ilustrado m�s impresionante del poder de un elevado y santo car�cter? Pero el pasaje que hemos citado es el secreto de todo. No era el triunfo de car�cter humano, sino el resultado de una direcci�n divina que le gui� por todos sus pasos y que le levant� por encima de sus dificultades. Era una hermosa ilustraci�n de la obra del Esp�ritu Santo en los asuntos pr�cticos de la vida humana, y las trivialidades por los cuales tenemos que pasar las partes m�s largas de nuestra existencia.

9. El hecho m�s hermoso acerca de todo esto era, que a�n Fara�n mismo, el rey orgulloso y imp�o de Egipto, era el primero en reconocer esta presencia divina en la vida de Jos�. Jos� no necesitaba de propagarse a si mismo como uno que pose�a el Esp�ritu Santo; sino cuando los hombres del mundo le observaron, ellos mismos fueron obligados a decir: � Podemos hallar a otro hombre como esto, en el cu�l �ste el Esp�ritu de Dios ?

10. Es tan hermoso que a�n los hombres inconversos est�n obligados de ver y glorificar a Dios en nuestras vidas. No hay un triunfo m�s grande de un caracter santo que obligar el testimonio de los hombres de este mundo, del poder de Dios en nosotros. Este fue la gloria de la vida de Daniel que a�n sus peores enemigos deb�an decir: �--No hallaremos contra este Daniel ning�n pretexto, si no lo hallamos contra �l en relaci�n con la ley de su Dios�.(Dan. 6:5)

11. Y el testimonio m�s grande que fue dado por labios humanos en cuanto a Jesucristo, vino de Poncio Pilato, cuando fue obligado a decir: �Le llevo delante de vosotros para que sep�is que no hallo ninguna falla en El�.

12. O hombres del mundo, O j�venes mirando hac�a su futuro y deseando conocer el secreto del �xito m�s sublime , que sepas que el mismo Esp�ritu que gui� los pasos de Jos�; Que le gui� por su doloroso camino hasta llevarlo desde la c�rcel de Fara�n y la cocina de Potifar, para llegar a ser el primer ministro de toda la tierra de Egipto, y en realidad de todo el mundo.