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Santa Clara. 11 de Agosto. Clara significa:. “Vida transparente”. Santa Clara era de familia noble. Desde niña aprendió de su madre, la beata Ortolana, la piedad y el celo por el Señor.
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Santa Clara 11 de Agosto
Clara significa: “Vida transparente”
Santa Clara era de familia noble. Desde niña aprendió de su madre, la beata Ortolana, la piedad y el celo por el Señor.
Desde pequeña fue asidua a la oración y mortificación. Siempre mostró gran desapego de las cosas del mundo y deseo de crecer en su vida espiritual.
Clara se sentía unida espiritualmente con Francisco y los suyos. Un día de tormenta se compadeció de ellos y les dio un pan.
Aunque tenía prohibido ver a los “Hermanos Menores”, procuraba cuidar de ellos enviando a una de sus criadas. Seguía muy unida a ellos de corazón.
La conversión de santa Clara hacia la plena santidad fue al escuchar un sermón de san Francisco. Insistía que para tener plena libertad en seguir a Jesucristo hay que librarse de las riquezas y bienes materiales. Clara tenía 18 años.
Al oír a san Francisco se dijo: “Este es el momento; ha llegado el tiempo de dirigirme a Él que me habla al corazón. Es el tiempo de escoger”. Sintió la confirmación de lo que venía experimentando en su interior.
El domingo de ramos de 1212, engalanada, asistió a misa. Pero mientras los demás iban a por la palma, ella se quedó ensimismada en su sitio. Entonces el obispo descendió del altar y le colocó la palma en su mano.
Aquella misma noche tomó la decisión de comunicárselo a Francisco y de no poner obstáculo a la llamada del Señor En Él ponía toda su fuerza y esperanza.
Ese domingo de ramos de 1212 tuvo que escaparse de su casa para ir al encuentro de Francisco y los “hermanos menores” en la Porciúncula.
Quería consagrarse a Jesús por medio de Francisco En Jesús veía la luz en medio de la oscuridad. Veía en El el cambio, el poder, el puro Amor.
Como primer paso Francisco le corta a Clara su larga y hermosa cabellera poniéndole un sencillo manto.
De rodillas Clara hace la promesa de renunciar a las riquezas y comodidades del mundo para dedi-carse a una vida de oración, pobreza y penitencia.
No quiso tener otro señor más que el que dio la vida por todos nosotros. Quería entregarse a Dios de una manera total y radical
No todo fue fácil. Debe huir de la furia de su padre refugiándose en un convento de benedictinas. La firmeza de su fe en Dios unida a su humildad y deseo de entrega y servicio terminan por vencer las dificultades.
Pronto vienen seguidoras: Su hermana Inés y su prima Pacífica. Luego vendrían otras impulsadas por el carisma de amor y de pobreza.
La nueva comunidad comienza en la vieja capilla de san Damián. La nueva comunidad comienza en la vieja capilla de san Damián. San Francisco y compañeros habían hecho unos arreglos indispensables para poder habitar. Francisco y sus compañeros hicieron los arreglos más indispensables para poder habitar.
Cuando se trasladan las primeras clarisas a san Damián, san Francisco pone al frente de la comunidad, como guía de las “damas pobres”, a santa Clara.
Ella acepta el estar al frente de la comunidad como un medio de renunciar a su voluntad y ser verdaderamente esclava. Es la madre amorosa de sus hijas espirituales, siendo fiel custodia y prodigiosa sanadora de las enfermas.
Santa Clara acostumbraba tomar los trabajos más difíciles y estaba pendiente de los detalles más pequeños dando respuesta al llamado de responsabilidad que Dios había puesto en sus manos.
El amor al Señor la impulsa-ba a toda clase de sacrifi-cios y peniten-cias. Ella decía: “El amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre.”
Santa Clara era un ejemplo de humildad. Lo que ella mandaba a sus hijas lo cumplía primero ella misma con toda perfección. Se exigía más de lo que pedía a sus hermanas.
Para santa Clara la pobreza era el camino por el que podía alcanzar más perfectamente la unión con Cristo, pobre en el pesebre y llevado a su cúlmen en la cruz. El desapego de todo era para tener un verdadero abandono en la Providencia de Dios.
Era exigente con ella misma en las mortificaciones. Todo lo hacía llena de amor. Su gran anhelo era vivir, servir y desear solamente a su amado Jesús.
Para santa Clara la oración era la alegría, la vida, la fuente y manantial de todas las gracias. Muchas veces oraba cubierta de lágrimas o sintiendo el gozo de la presencia del Señor en la Eucaristía o movida por el dolor de los pecados, propios o ajenos.
Cuando salía de la oración su semblante irradiaba felicidad y sus palabras eran tan ardientes que movían y despertaban el amor por el Señor.
Ella decía: Hay unos que no rezan ni se sacrifican; hay muchos que sólo viven para la idolatría de los sentidos. Ha de haber compensación. Alguien debe rezar y sacrificarse por los que no lo hacen.
Cuando se acercaban a atacar el convento que está en la falda de la loma, en el exterior de las murallas de Asís...
las monjas se fueron a rezar muy asustadas, y santa Clara, que era extraordinariamente devota del Santísimo Sacramento, tomó en sus manos la custodia con la hostia consagrada y se les enfrentó a los atacantes.
Ellos experimentaron en ese momento tan terrible oleada de terror que huyeron despavoridos.
En otra ocasión fueron otros atacantes contra Asís. Clara y sus monjas oran ante el Santísimo, de modo que se produce una tal tormenta que el ejército se desbarata y deben huir.
La última visita de san Francisco al convento de san Damián fue estando casi ciego.
Día triste para santa Clara fue cuando se enteró de la muerte de su padre y maestro, san Francisco.
Los “hermanos menores” tuvieron la delicadeza de pasar con el cadáver de san Francisco ante el convento de santa Clara para que pudieran despedirle.
Santa Clara daría gracias a Dios por los buenos ratos que pasó escuchando a san Francisco recitar el “Cántico de las creaturas”.
Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor... Las criaturas todas, load a mi Señor.
Mucho se ayudaron mutuamente Clara y Francisco. Estaban unidos por el mismo amor a Cristo.
En el año 1228 el papa fue a Asís para canonizar a san Francisco. Y fue a visitar a las “damas pobres” de san Damián. Como el papa no quería que viviesen en plena pobreza, santa Clara tuvo que pedírselo llorando.
Sólo tres días antes de su muerte recibió el decreto papal definitivo aprobando la regla según el parecer de santa Clara.
El 10 de Agosto del año 1253, a los 60 años de edad y 31 de ser religiosa, santa Clara se fue al cielo a recibir su premio.
Dos años después era declarada santa por el papa Alejandro 4º. Entonces dijo el papa: “Fue alto candelabro de santidad, rutilante de luz esplendorosa ante el tabernáculo del Señor; a su ingente luz acudieron y acuden muchas vírgenes para encender sus lámparas. Ella cultivó la viña de la pobreza de la que se recogen abundantes y ricos frutos de salud... Ella fue la abanderada de los pobres, caudillo de los humildes, maestra de continencia y abadesa de penitentes.”
Clara, misterio de Dios, peregrina de Dios. Automático
Clara tan sólo una voz, que hace vida el amor.
Clara, ilumina el seguir el silencio interior,
Clara, respuesta de hoy, Esperanza y valor.