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Migraciones causadas por divergencias y persecuciones religiosas, siglos XVI-XVII.
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Migraciones causadas por divergencias y persecuciones religiosas, siglos XVI-XVII Entre los movimientos migratorios a fuera del territorio español, cabe destacar en primer lugar las salidas forzadas al exterior de disidentes religiosos (judíos y moriscos) como consecuencia de los decretos de expulsión promulgados por razones políticas y de discriminación socio-religiosa. Entre los que sin duda destacan los decretos de expulsión de los judíos en 1492 y las de los moriscos de 1609 y 1610.
1492. Decreto de expulsión de los judíos En 1492 los Reyes Católicos ordenaron la expulsión de los judíos que no aceptaran convertirse al cristianismo. Resulta muy difícil precisar a ciencia cierta el número de expulsados que partió de España. De hecho las estimaciones de los especialistas oscilan entre los 70.000 y los 200.000, siendo las cifras de los historiadores hebreos más altas que las que proponen los hispanos.
Los judíos expulsados se diseminaron por el área mediterránea y por diversos países europeos, así como por otras áreas del planeta. Son los llamados judíos “sefardíes” o “sefarditas”, pues Sefarad es el nombre bíblico de España.
-En una primera oleada, los judíos huyen fundamentalmente hacia Navarra, Portugal, Marruecos, e Italia. -Alrededor de unos 12.000 judíos fueron a Navarra, porque en este reino no se había permitido la implantación de la Inquisición, pero, finalmente la mayoría aceptó el cristianismo. -También huyeron muchos judíos a Portugal. Se calcula que alrededor de un 30 % de los expulsados huyó a Portugal gracias al pago de grandes cantidades de dinero a la corona portuguesa. Aunque más tarde se dictó un edicto de expulsión por acuerdo con los Reyes Católicos, el monarca portugués decidió que resultaba más conveniente para su estado la conversión forzosa de todos los sefardíes sin excepción.
-También salen judíos hacia Marruecosen donde se instala una de las mayores comunidades de sefardíes, en ciudades como Tetuán, Fez, Tánger, Larache, Rabat, Casablanca, etc. -Muchos judíos se fueron a Italia, sobre todo a Ferrara y Livorno, porque los judíos de Roma pidieron al Papa que no les diera acceso a la Ciudad Santa. -También los hubo que huyeron a las posesiones italianas de la corona de Aragón, pero pronto se crearon también allí tribunales de la inquisición, el primero de ellos en Sicilia en 1511.
Desde estos primeros destinos, muchos de los judíos expulsados continuaron su camino hacia puntos más lejanos como Túnez, Argelia, Egipto, Palestina y el Imperio Otomano. Otros llegaron a Turquía pasando antes por Grecia, Macedonia o Bulgaria, donde también se implantaron establecimientos de origen sefardí. Una minoría, en cambio, optó por el centro y el norte de Europa. Su interés era comercial y por lo general se presentaban como cristianos. Surgieron de ese modo comunidades sefardíes en los Países Bajos, Inglaterra, Alemania y Dinamarca.
Algunos sefardíes de Portugal a los que la corona creyó criptojudíos (es decir, judíos conversos que en privado conservaron su fe), fueron enviados a Brasil. Muchos de ellos emigrarían a las Antillas y a Nueva Amsterdam, pertenecientes a países más tolerantes.
1609 y 1610. Decretos de expulsión de los moriscos En 1609 se ordena la expulsión de los moriscos, es decir, de los musulmanes convertidos al cristianismo. La expulsión se inició en 1609 con los moriscos valencianos, considerados la comunidad más cohesionada, y le siguió en 1610, la expulsión de los moriscos andaluces, murcianos, catalanes y luego castellanos. Como consecuencia de esta medida, se estima que salieron del país entre unos 275.000 y 300.000 moriscos, lo que representa alrededor del 4 % de la población global. Visto así, parece un porcentaje escaso, pero la valoración cambia sustancialmente si observamos el problema en el ámbito de aquellas regiones en las cuales la población morisca era un componente numeroso, como es el caso de Aragón y de Valencia.
Naturalmente los efectos de esta sangría de población fueron importantes en las zonas en las que existía una destacada concentración de moriscos (Aragón, Valencia, Granada y Murcia), pues a nivel demográfico se dieron problemas de despoblación, que fueron difíciles de solucionar con repoblaciones.
En Aragón la pérdida de población que provocó la expulsión de los moriscos fue del orden de casi un 20 % (alrededor de 60.000 individuos), y en Valencia todavía fue mayor, de entre un 25 y un 30 % (con algo más de 117.000 individuos aproximadamente). Estas regiones tardaron mucho tiempo en recuperar el nivel demográfico que tenían antes de 1609. En la corona de Castilla, sin embargo, los alrededor de 90.000 moriscos expulsados apenas suponen el 2 % de la población, por lo que las repercusiones demográficas de dicho éxodo fueron mucho menores.
La emigración hacia América La emigración española a América, fue una migración cuya valoración demográfica ha sido tradicionalmente exagerada, presentándola como una causa importante de la despoblación del país. Según las estimaciones más verosímiles, el número total de emigrantes españoles a América en el curso del s. XVI puede situarse entre las 200.000 y las 220.000 personas, lo que repartido a lo largo de 100 años,no supone mucho. Aunque hay estimaciones más abultadas; algunos autores hablan de casi 300.000 emigrantes en el XVI, y para Mörner entre 1500 y 1600 habrían salido de España alrededor de 450.000 individuos con dirección a tierras americanas.
La mayoría de los emigrantes eran varones jóvenes, y las regiones más afectadas por dicha corriente migratoria fueron Andalucía, Extremadura, las dos Castillas y el País Vasco.
Sociología de los emigrantes a América en el s. XVI y XVII La corona siempre fomentó la llegada a América de determinados colectivos, como eclesiásticos por razones evangelizadoras, y de familias de labradores y artesanos, por razones económicas y estratégicas, aunque tampoco puso obstáculos para la emigración de hidalgos y segundones de la nobleza, que ocuparon los cargos de la administración del amplio territorio americano. Asimismo tampoco faltaban hombres de leyes, médicos, cirujanos, boticarios, gentes de guerra, y como no, los aventureros, y desheredados (toda suerte de pícaros, vagabundos y delincuentes, que trataban de huir de la justicia).
A partir de 1650 el numero de castellanos que salió para América fue mucho menor. Su descenso parece ligado a la gran incidencia de la peste de 1649-50 en las regiones de emigración tradicional a Indias y sobre todo en Andalucía occidental. No se conoce el verdadero volumen de la emigración ilegal,dada la dificultad de su registro en las fuentes, pero se sabe que nunca faltó y estuvo amparada por un clima de corrupción. Mucha gente embarcaba sin licencia, y era habitual que almirantes, generales y capitanes de las flotas, o los propios empleados de la Casa de Contratación sacara provecho del negocio.
En el siglo XVIII la emigración española hacia sus colonias de América según la visión tradicional, fue menos copiosa, menos abundante de lo que lo había sido en el XVI y en la segunda mitad del XVII, pero esta es una visión que tal vez habría que revisar a la vista de los estudios realizados en el curso de la última década. Lo que sí sabemos con certeza es que se produjeron algunos cambios muy significativos en cuanto a las regiones de origen de esos emigrantes, aumentando notoriamente la emigración desde las provincias de la orla septentrional, desde Galicia hasta Navarra, así como Cataluña, y también las Canarias, y disminuyendo, en cambio, la proporción de andaluces, extremeños y castellanos, que habían constituido los contingentes predominantes de emigrantes en el pasado. Fueron las regiones que habían conocido un mayor crecimiento demográfico desde el s. XVII, y las que tenían las densidades de población más altas, las que conocieron entonces una intensificación de su emigración hacia colonias americanas.
Emigración portuguesa a América El Brasil fue "descubierto" por los portugueses el 22 de abril de 1500. Poco después los primeros colonos comenzaron a establecerse en la colonia, pero de forma poco significativa. De hecho, los primeros pobladores en su mayoría, eran los indeseados de la Corona, como ladrones o traidores que llegarían a cumplir su pena a Brasil. Esos primeros colonos fueron dejados a su propia suerte y acabaron siendo acogidos por los grupos indígenas que vivían en el litoral.
Durante el Siglo XVI y el XVII, la inmigración portuguesa era insignificante. La Corona Portuguesa prefería invertir en su expansión comercial en el continente asiático y valoraba muy poco sus posesiones en América. Sin embargo, durante el XVI, piratas francesas y de otras nacionalidades comenzaron a rondar el territorio brasileño y a traficar el palo Brasil dentro de las tierras lusitanas. Esta situación obligó a la Corona Portuguesa a comenzar realmente una colonización de Brasil. Los primeros grupos de estos verdaderos colonos comenzó a llegar sólo después de 1530.
En este periodo, llegaron a Brasil portugueses de todos los tipos: desde el rico hacendado, pasando por aventureros, prostitutas, huérfanos. El foco de inmigración fue la Región Nordeste de Brasil, ya que las plantaciones de caña de azúcar estaban en pleno desarrollo. Esta inmigración colonizadora fue marcada por la masculinidad de su población: las mujeres portuguesas raramente emigraban, pues en Europa el Brasil poseía una imagen de tierra salvaje y peligrosa, donde apenas los hombres conseguían sobrevivir. También, de forma discreta, desembarcaron en la colonia judíos, muchos cristianos viejos y gitanos.
A partir del siglo XVIII, la inmigración portuguesa en Brasil alcanza cifras jamás vistas. Los factores para ese alto crecimiento fueron: -Descubrimiento de oro en Minas Gerais -La super población de Portugal -El gran desarrollo de las técnicas de transporte marítimo. Ya a comienzos del XVIII las minas de oro se habían convertido en la primer fuente económica de la colonia. El desarrollo y la riqueza atrajo un gran contingente de colonos portugueses en busca de riquezas.
En su gran mayoría las personas eran oriundas de Minho, que estaba super poblado.
Desde el comienzo, la Corona Portuguesa incentivó la ida de estos portugueses para Brasil, donde se establecieron principalmente en las regiones de Minas Gerais y en la Región Centro-Oeste de Brasil, focos de nuevas minas de oro. Cuando la emigración tomó proporciones altísimas, la Corona comenzó a controlar la salida de portugueses para Brasil.
Inmigración portuguesa para Brasil (1500-1991)Fuente: Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) Décadas Número de inmigrantes 1500-1700 100.000 1701-1760 600.000 1808-1817 24.000 1827-1829 2.004 1837-1841 629 1856-1857 16.108 1881-1900 316.204 1901-1930 754.147 1931-1950 148.699 1951-1960 235.635 1961-1967 54.767 1981-1991 4.605
Emigración británica, holandesa, francesa, alemana y nórdica a América. En el s. XVII y sobre todo en el XVIII se desarrolló la emigración británica, holandesa y francesa (instalación de 750.000 colonos, especialmente británicos, en lo que hoy constituyen los Estados Unidos, y de poco más de 10.000 franceses en el Canadá). En el s. XVIII se incorporan los alemanes y nórdicos (daneses y suecos), aunque estas corrientes tuvieron una importancia menor y la de los primeros pronto se vio interrumpida.
La inmigración a España Por lo que respecta a la inmigración de extranjeros a España durante el período moderno, a parte de la atracción de inmigrantes a través de las distintas colonias mercantiles, cabe destacar la inmigración de franceses de las regiones meridionales (de los pirineos, pero también de Auvernia, e incluso de las llanuras del sudeste) hacia Aragón, Cataluña y Levante.
Cualificación profesional Se trataba de trabajadores no cualificados, muchos de ellos albañiles, jornaleros agrícolas o pastores; otros serían artesanos, panaderos, aguadores, pages, y vendedores ambulantes (quincalleros, buhoneros...) atraídos a España a la búsqueda de trabajo, dirigiéndose a los reinos poco poblados de Aragón y Cataluña.
Volumen del flujo inmigratorio francés Se trataba de una corriente migratoria que tenía su origen en el excedente demográfico de esas regiones francesas, que se dirigían hacia Cataluña, y también a Aragón y Valencia, reinos menos poblados, a la búsqueda de un trabajo mejor pagado en España (en donde los salarios reales eran más altos que en la Francia de la época). Dicha corriente migratoria era bastante voluminosa (entre 1500 y 1650 el número de inmigrantes puede estimarse en alrededor de unos 200.000 individuos). A finales del XVI la población de origen francés en esos dos reinos representaba alrededor del 20 % del total, dato que refleja la importancia que tuvo este flujo migratorio.
Evolución del flujo migratorio Francia-España El número de franceses en España parece haber alcanzado su punto máximo en las décadas finales del XVII y comienzos del XVIII. A lo largo del setecientos el número de emigrantes franceses tiende a disminuir, quizás debido al descenso del salario real en España. En el XVIII hay una tendencia a una mayor especialización de la emigración francesa en España, más orientada hacia la actividad mercantil o artesana especializada en oficios cualificados, mientras que sus actividades tradicionales de escasa cualificación (aguadores, cargadores, lacayos, sirvientes, etc.), son ahora ocupadas por gallegos y asturianos.