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El cuento de Don Winero. Un cuento de Arthur y Léo.
E N D
Erase una vez un caballero que se llamaba Don Winero de la Torre. Era muy valiente y muy hermoso pero, era pobre porque era hijo de nobles que habían perdido su castillo. Contra un poco de dinero, el caballero estaba buscando por las tierras del rey Galil un amo al que servir. Por la noche, Don Winero se fue al castillo de Galil, Y el rey lo invitó a comer para la cena. Durante la comida, Galil propuso al caballero matar el dragón que aterrorizaba el reino. Esté Dragón vivía en un volcán, sentado sobre una gran cantidad de monedas de oro y de joyas. La mañana siguiente, el héroe se levantó al alba y le dijo al rey que había tomado su decisión. El rey le dijo que eligiera una montura entre todas las presentes en las cuadras y se la dio como recompensa y medio de transporte para vencer al dragón.
El héroe se fue con Padero a la aventura por las tierras que bordeaban el volcán. Padero era su nuevo y muy valiente caballo. El caballero se fue al volcán del dragón a través de zonas devastadas, maderas carbonizadas, desiertos áridos y privados de toda forma de vida, los aldeas asesinadas por el hambre y la peste, pero también pueblos quemados hasta la última casita . Finalmente, después de tres o cuatro días en su fiel caballo, Don winero se topó con tres ladrones armados con espadas y sables que intentaron de robarle su dinero y su caballo, pero Don Winero no podía permitir que le quitaran sus últimas posesiones. Así que él comenzó a tomar posición contra los bandidos. La lucha fue dura, porque los tres bandidos tenían experiencia y al final, con una herida en el brazo y un poco de sudor había derrotado a los tres, pero Don Winero era un verdadero caballero honrado , y para salvar la vida de los bandidos, les dio algo de comida.
Después de este incidente, se fue a cazar el dragón. Cuando Don Winero llegó al pie del volcán, nuestro héroe durmió una pequeña siesta y comenzó a escalar la vertiente del volcán. Los ronquidos del dragón hacían la escalada muy difícil, por las vibraciones y los temblores , y una vez llegado a la cima, vio una gran escalera para bajar en el fondo. Divisó una cueva rodeada de lava. Don Winero mostró una gran agilidad para llegar a la cueva.Finalmente, el jinete entró en esa cueva pestilente que olía a muerte y a azufre. Estaba rodeado de riquezas no le fue fácil avanzar pero Don Winero resistió.
Cuando él divisó al dragón, ya era demasiado tarde, él lo había visto también y con una velocidad increíble, se le vino encima. El caballero se refugió detrás de su escudo que recibió un golpe enorme y que se estrelló instantáneamente. El caballero pensó que era tonto morir así, y fue a refugiarse detrás de un peñasco pero el dragón había anticipado la maniobra y sopló un chorro de llamas ardientes sobre la armadura que comenzó inmediatamente a derretirse . Una lucha muy dura
Pero nuestro héroe, aunque en mala posición, era un estratego incomparable, se escondió hasta que el dragón se calmara. Luego, se echó a gesticular en su armadura para atraer el dragón. Así como en las mejores corridas, el dragón se echó sobre el jinete que saltó de lado exactamente a tiempo, el dragón fue directo a la pared y, con la velocidad que tenía, se estrelló la nuca. Al fin al cabo, el hombre valiente agotado volvió al castillo del rey con los bolsillos llenos de oro, piedras preciosas y joyas, y un pergamino que le pareció valer un buen precio . Después de dos días montado en su fiel Padero, llegó al desierto del Apocalipsis. Estaba muerto de sed porque había dado su comida a los bandidos saqueadores. El famoso héroe De La Torre encontró un oasis y una especie de cabaña que parecía abandonada, de la que salía un extraño sonido, como un ronquido humano pero más fuerte y más sonoro. Sigilosamente, el curioso Padero se acercó a la choza cuando, de repente, lo que parecía ser un animal salió.
Por haber oído mil y una historias, Don Winero comprendió que el animal era una suerte de jabalí pero , un jabalí con una estatura de minotaurio y con tres grandes dedos con uños muy largas como cuchillas. Saltó sobre Don Winero con sus poderosos músculos, ambos rodaron por el agua, se levantaron y combatieron durante media hora. La técnica de Don Winero igualaba la fuerza del monstruo. Acabaron totalmente agotados los dos. Finalmente, cayeron de cansancio.
De repente, la criatura empezó a hablar de modo muy serio y dijo con voz ronca: « Siento haberte atacado pero después de ver tu armadura, me dije que habías sido enviado por la bruja para matarme. Estaba dispuesta a acabar contigo sin remordimiento. Soy una habitante del reino de Galil. Una bruja malévola me transformó en el monstruo que ves. Luego, me desterró del reino, había que pedir ayuda al rey". El caballero fue indignado por tal infamia hecha contra una mujer. Prometió pues ir a matar a la bruja para quitar el hechizo. El monstruo estuvo inmediatamente de acuerdo con el recien-rico, ya que era una propuesta imposible de rechazar.
El monstruo se llamaba en realidad Irelia. Cabalgaron hasta el castillo de Galil, Don Winero en su caballo e Irelia a pie porque no necesitaba montura con sus patas gigantes. Al fin al cabo, el monstruo pidió a Don Winero que lo dejara en el bosque. Prefería ir al castillo de noche para no asustar a los ciudadanos y venir cuando todo el mundo estaría acostado. El héroe, pues, se fue solo al castillo. Anunció al rey que finalmente había matado al dragon después de muchos esfuerzos. Había sido un combate muy duro y su armadura estaba molida y derretida, su escudo inutilizable, sólo su espada permanecía en buen estado.
El rey le dio una recompensa a la altura de sus esperanzas, le propuso la mano de su hija y mucho oro, así, pudo quedarse en el castillo algunos días para considerar la propuesta porque el rey estaba enfermo. La tarde venida, el caballero fue al bosque a ver a Irelia y le explicó la situación. Esto hecho, volvió al castillo y observó atentamente a la princesa , curioso de descubrir el regalo que le ofrecían. Era una princesa extraña, tenía ademanes pueblerinos, era impulsiva y muchas veces violenta, a veces se recluía en su cuarto, del que salía un olor pestífero como el de las pociones maléficas.
Poco días más tarde, el rey había recobrado un poco de vigor y aceptó encontrar a Irelia una noche para escuchar su demanda. Le reveló que era su hija y que había sido transformada en esta cosa a causa de la bruja que había tomado su apariencia gracias a un embrujo de cambio de forma escrito en un pergamino muy raro. Bastaba con desgarrarlo para quebrantar la suerte, o la anulación del encanto era también posible matando a la bruja, pero, esto carecía cruelmente de elegancia… El rey la creyó inmediatamente porque encontraba a su hija tenía muy cambiada desde hacia algún tiempo, y le parecía ahora evidente que no fuera su hija. Dejó al caballero entrar en el cuarto de su hija, en el que descubrió treinta y seis mil venenos y pociones dudosas. Pero después de tres días sin encontrar el pergamino, se resignó en matar a la bruja.
Afiló su arma, la escondió bajo un pliegue de su chaqueta, y fue a ver a la "princesa" . La divisó en un bosque, sola, recogiendo setas venenosas en un tarro de cristal. Caminó hacia ella, saludó de una reverencia que sólo un noble puede hacer. Luego, sacó su espada y atacó pero la bruja era maléfica, por si lo había olvidado...Desapareció al mismo momento en que la punta de la espada del caballero tocó sus vestidos. Y la daga de la mujer rasgó el vientre de Don Winero, abriendo su túnica de parte a parte. En aquel momento cayó el pergamino que llevaba el caballero con él desde que lo había encontrado en la cueva. Nuestro héroe comprendió, al fin al cabo ,que se trataba del pergamino de cambio de forma que buscaba Permiso de cambio de Forma
Al ver que estaba vencida,la falsa princesa emitió un ruido extraño como un animal, poco a poco, se transformó, y pasados varios minutos de gritos diversos, la bruja había recobrado su apariencia inicial ( amigo lector, bien sabes cómoes una bruja…) pero cinco veces más pequeña. El caballero le recogió en su mano y la encerró en su tarro de setas.De regreso al castillo, dio el tarro a la princesa que había reintegrado su cuerpo, dejandolá elegir la suerte de la bruja. La princesa, loca de amor por su salvador, pidió a su padre permiso para casarse con Don Winero De La Torre. Durante la boda, nuestra amiga bruja se había encontrado un trabajo a la altura de sus competencias, hacía llover pétalos de rosas sobre los recien casados que vivieron felices y tuvieron muchos niños. Fin