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Lecturas del bicentenario de la “independencia”. El 20 de julio de 1810 .
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Lecturas del bicentenario de la “independencia”. El 20 de julio de 1810
El día 20 de Julio de 1810, un grupo de criollos pertenecientes a la aristocracia Santafereña, deciden finalmente hacer público su rechazo al sistema de gobierno, a los abusos, a la discriminación y a la forma déspota en que funcionarios españoles exigían el cumplimiento de las medidas dictadas por la corona.
En América: - Persistía el sistema instituido siglos atrás para las colonias, que tenía como fin la extracción indiscriminada, el monopolio de las importaciones. - El control absoluto sobre establecimientos de comercio, la prohibición en las colonias de establecer relaciones comerciales. - Prohibición a particulares de instalar fábricas o emprender por su cuenta la apertura o mejoramiento de vías y unido a estas la marginación de los criollos en la asignación de cargos importantes.
- En el año 1810, el Consejo de Regencia de España en vista de las revoluciones en las colonias americanas resolvió enviar comisarios regios como representantes del gobierno español, su objetivo esencial era sostener la autoridad real en los dominios americanos, así es como para el Nuevo Reino de Granada fue nombrado Antonio Villavicencio. -Al señor Amar y Borbón y a los Oidores no les causaron gracia ninguna las condescendencias de Villavicencio con los americanos y decidieron anticipar las medidas de represión policiva que habían ideado para reducir a la impotencia al partido criollo.
-El plan, como el plan del Conde Ruiz de Castilla en Quito, fue procesar, por traidoras a la Corona, a las principales personalidades del estamento criollo, a fin de colocar a Villavicencio y Montufar ante hechos cumplidos y obligarlos a asumir la responsabilidad, si insistían en entenderse con los criollos, de tratar con individuos juzgados por el grave delito de traición.
- En los primeros días del mes de julio se enteraron los criollos, por la indiscreción de un funcionario del Real Acuerdo, de la existencia de la famosa "lista" de las personas que debían detenerse preventivamente y de los procesos cuya instrucción se confió a los Oidores Alba y Frías.
- Los principales personeros de la oligarquía criolla, - José Miguel Pey, Camilo Torres, Acevedo Gómez, Joaquín Camacho, Jorge Tadeo Lozano, Antonio Morales, etc. - pudieron consagrarse a idear la táctica política de que se servían para provocar unailimitada y transitoria perturbación del orden público, que habría de permitir al Cabildo capturar el poder por sorpresa y tomar a continuación las providencias indispensables para el pronto restablecimiento del orden.
-Fue don Antonio Morales quien se encargó de sugerir la manera de utilizar, en favor de la causa, la visible impopularidad del Gobierno, y a propuesta suya se decidió promover un incidente con los españoles, a fin de crear una situación conflictiva que diera salida al descontento potencial que existía en Santafé contra los Oidores de la Audiencia.
Morales manifestó a sus compañeros que ese incidente podía provocarse con el comerciante peninsular don José González Llorente y se ofreció gustoso a intervenir en el altercado, porque profesaba, por cuestiones de negocios, una franca animadversión al español. • Como los notables criollos no disponían de muchas alternativas, la sugerencia de Morales fue aceptada y se decidió ejecutar el proyecto el próximo viernes, 20 de julio, fecha en que la Plaza Mayor estaría colmada de gente de todas las clases sociales, por ser el día habitual de mercado.
- Para evitar la sospecha de provocación deliberada se convino en que don Luis Rubio fuera el veinte de julio a la tienda de Llorente a pedirle prestado un florero o adorno para decorar la mesa del anunciado banquete a Villavicencio y que en el caso de una negativa desobligante, los hermanos Morales procedieran a agredir al español.
El 18 de julio de 1810 -Poco antes de las doce del día, como estaba previsto, se presentó don Luis de Rubio en el almacén de Llorente y después de hablarle del anunciado banquete a Villavicencio, le pidió prestado el florero para adornar la mesa. Llorente se negó a facilitar el florero, pero su negativa no fue dada en términos despectivos o groseros. Se limitó a explicar diciendo “que había prestado la pieza varias veces y ésta se estaba maltratando y por lo tanto, perdiendo su valor”.
- Entonces intervino Caldas, quien pasó por frente del almacén y saludó a Llorente, lo que permitió a don Antonio Morales, como estaba acordado, tomar la iniciativa y formular duras críticas hacia Llorente. Morales y sus compañeros comenzaron entonces a gritar que el comerciante español había dicho a Rubio malas palabras contra Villavicencio y los americanos, afirmación que Llorente negó categóricamente.
- Mientras tanto los principales conjurados se dispersaron por la plaza gritando: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas!. La ira se tomó el sentir del pueblo. - Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. El virrey don Antonio Amar y Borbón desde su palacio, observaba con alarma la situación que se escapaba de sus manos; la guardia que era por cierto muy escasa, estaba al mando de Baraya, quien rápidamente puso las tropas al servicio de la revolución, a tal punto que los cañones se enfilaron hacia el palacio del virrey
- Hacia las tres de la tarde la situación tomó visos más alarmantes, porque las multitudes comenzaron a olvidarse de las autoridades y la dinámica de la miseria y de la injusticia las indujo a prescindir de toda distinción, de manera que los magnates criollos de la Capital temieron, con sobrada razón, que pronto les llegaría el turno de sufrir el impacto de la inconformidad popular. - Hacia las cuatro de la tarde los patricios criollos habían renunciado a permanecer en las calles y se habían ocultado en sus casas, pensando los unos en salvar sus vidas y los más en proteger sus bienes.
La convicción de que el movimiento estaba a punto de fracasar, de quedar reducido a "un profundo y melancólico silencio", indujo a Acevedo Gómez, quien era el más firme y valeroso de los jefes de la oligarquía criolla, a salir de su casa . • Inmediatamente se encaminó al edificio del Ayuntamiento, con la intención de invitar a los Regidores a reunirse en Cabildo y resuelto a arengar al pueblo para evitar su total dispersión.
Ya en el edificio del Cabildo, sólo consiguió reunir a don Miguel de Pombo, a don Manuel de Pombo, don Luis de Rubio, el secretario Meruelo y el Coronel José María Moledo y, en un esfuerzo desesperado por salvar el movimiento, salió al balcón del Cabildo, llamado "La Cazueleta", y pronunció una elocuente arenga pidiendo al pueblo no olvidar que "la suerte de todo el Reyno dependía del resultado que tuviese este movimiento de la Capital".
- Hacia las seis y media de la tarde el movimiento proyectado por los magnates criollos estaba tocando los linderos del más completo fracaso. Cada minuto que transcurría era menor la concurrencia en los alrededores del Cabildo y mayor la resistencia que demostraban los Regidores y vocales a comprometerse en una aventura que tenía escasas perspectivas de éxito. Acevedo Gómez, dando muestras de un coraje extraordinario, trataba de evitar que las gentes se dispersaran y luchaba, prácticamente solo, por salvar su causa del desastre inevitable.
-El verdadero prócer del 20 de julio fue José María Carbonell, a quien nuestra historia oficial ha tratado de arrinconar en los modestos desvanes que se reservan para los personajes de secundaria importancia. Nada tiene ello de sorprendente, porque esa historia sólo ha otorgado el apelativo de "prócer" a los servidores sumisos de la oligarquía, y para los defensores del pueblo y los voceros de sus intereses, ha reservado invariablemente los calificativos de "demagogos", "agitadores" y "tiranos".
- Si nuestra historia republicana se inicia con la persecución del hombre que salvó el movimiento del 20 de julio, ello se comprende al conocer los procedimientos de que se sirvió Carbonell para rescatar la causa americana del fracaso a que la habían conducido esa tarde los patricios criollos. - Carbonell no desconfió de nuestro pueblo, ni quiso limitar, al mínimo indispensable, su intervención, en aquellos sucesos, decisivos, sino que lo in- vitó, sin reticencias ni reservas mentales, a llenar con sus aspiraciones y esperanzas el magno escenario a donde iba a cumplirse el nacimiento de la nacionalidad.
Presentado por: Judy Lizeth Castaño Galeano Lecturas del bicentenario de la “independencia”: “El 20 de julio de 1810”