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H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975

H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975 Serie meditativa 06 cepam.

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H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975

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Presentation Transcript


  1. H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975 Serie meditativa 06 cepam

  2. “Es la percepción de la distancia infinita entre la santidad de Dios y la nada del hombre. Toda experiencia de Dios aporta indefectiblemente, cuando es auténtica, una profunda experiencia de humildad que no deprime, pero que nos coloca en nuestro sitio. Y aquel que no es humilde está demostrando, aun sin pretenderlo, que no posee experiencia de Dios ni tampoco del hombre. Puede darse en el ateo moderno cierto tipo de humildad, pero solamente de aspecto negativo: el sentido de la miseria humana. Al cristiano, lo mismo que al hombre religioso de otras creencias, esa percepción de la propia miseria suele llevarlos a la confianza en Dios.” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 220)

  3. “Nuestro desconocimiento de la vida de los santos se ha hecho ya escalofriante; pronto tendremos que dejar constancia de cómo hemos venido proclamando con insistencia la palabra de Dios, sin habernos interesado por conocer los frutos de esa misma palabra. Cuando volvamos a leer la vida de los santos, encontraremos casos como el del Cura de Ars que pide a Dios le haga conocer la propia nada, y que se ve luego obligado a suplicarle verse libre de tal conocimiento porque se siente aplastado por él. ¿Quién de nosotros no sentiría lo mismo si reflexionase con hondura en lo menguado de los efectos que en él ha producido el contacto (¡diario!) con la palabra de Dios y con el mismísimo Dios?” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 224)

  4. “Hemos visto ya el origen humano de la humildad: la percepción, por parte del hombre, de sus propias limitaciones como criatura, frente a un Dios trascendente. El hombre llega históricamente a comprobar que es él quien tiene la responsabilidad del mundo y la responsabilidad de sí mismo, pero que, desgraciadamente, su acción se halla a enorme distancia de lo que Dios espera de él. Si, a pesar de ello, no encuentra motivos para ser humilde, hay que pensar que no tiene ninguna experiencia de Dios, o bien que vive engañado. Como dice Emma Godoy, dirigiéndose a Caín: «No es la carne la que ha hecho de ti un demonio, sino el espíritu».” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 226)

  5. “Dios se encarna en Jesucristo con el fin de asumir la humanidad pecadora. Si se reviste de nuestra carne de pecado, no es precisamente porque sea justa. En esa humanidad encuentra, en estado embrionario, fe, esperanza y amor. La recibe hecha jirones, con los cuales construirá su Iglesia. En virtud del poder santificador de Dios, irá esa Iglesia santificándose y creciendo, hasta que adquiera la dimensión de la humanidad en la escatología.” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 227)

  6. “Es la Iglesia lugar de penitencia y de reconciliación. Sométese al juicio de Dios para ser reconciliada por Dios. Todo cristiano siente en sí la realidad del pecado y se somete al juicio de Dios, a quien tiene por bueno y por salvador. Fuera de tal actitud, no es posible reconstruir la imagen de Cristo a través del velo de la Iglesia. Con ella, por el contrario, encuentra la Iglesia su capacidad de ser sacramento de Dios y sacramento de Cristo para el mundo.” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 227)

  7. Deja que lo que has leído se hunda lentamente en tu espíritu. Ora al Señor por medio de María para que lo comprendas mejor y lo lleves a la vida

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