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XXXII Domingo del tiempo Ordinario. Entrega la valiosa moneda de tu Corazón. Ritos Iniciales. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo . Amen. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. Y con tu espíritu.
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XXXII Domingo del tiempo Ordinario. Entrega la valiosa moneda de tu Corazón.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo . Amen.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. Y con tu espíritu.
Acto penitencial: Yo confieso, ante Dios todopoderoso, y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre virgen, a los ángeles, a los santos
y a vosotros hermanos, que intercedan por mí, ante Dios, nuestro Señor
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Gloria. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tú inmensa gloria, te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos
te damos gracias, Señor, Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
Tú que quitas el pecado del mundo, atiende a nuestra súplica,
Tu que estas sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros,
porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú, Altísimo, Jesucristo,
Oración Colecta Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males,
para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad.
En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta,
y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña.
La llamó y le dijo: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.»
Mientras iba a buscarla, le gritó: «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.»
Respondió ella: «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan;
me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza.
Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.»
pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después.
"La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará,
hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra."»
Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo.
Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó,
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.