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Viaje al centro de la Tierra En Junio del 2010, un grupo de científicos y de intrépidos exploradores pusieron sus pies en la orilla del lago de lava hirviente en el fondo del cráter del Nyiragongo, en el corazón de la región de los Grandes Lagos de África. El equipo soñaba con caminar por la orilla del mayor lago de lava del mundo. Miembros del equipo estaban obsesionados desde su juventud con las imágenes del documental de 1960 "The Devil's Blast" (La Explosión del Diablo) de Haroun Tazieff, quien fue el primero en revelar al público el destellande rojo en el fondo del cráter del Nyiragongo. El fotógrafo Olivier Grunewald estuvo como a un metro del propio lago, obteniendo una visión única de la materia fundente. -- Paula Nelson Avance manual pulsando la barra Presentación preparada por P. Padrón Marzo 2011 Fotos de The Boston Globe
Una vista desde el borde del volcán, a 3469m sobre el terreno circundante. A una profundidad de 396m, el lago de lava ha creado una de las maravillas del continente africano.
El perenne lago de lava del Nyiragongo es el mayor del mundo, con una estimación de 8 millones de metros cúbicos de lava. En 1977 y 2002, la lava se vertió fuera del cráter, destruyendo gran parte de la ciudad de Goma en la República Democrática del Congo.
En la superficie del lago explosionan burbujas de gas. Está permanentemente agitada por la furia de la corteza de la tierra.
A pesar de que el lago de lava muchas veces se desborda, los siete miembros de la expedición desean caminar por sus orillas.
El Monte Nyiragongo es el más activo de los 8 volcanes que forman la cadena Virunga.
Al comenzar el descenso hasta la segunda terraza, el mayor riesgo es el de las rocas que caen. Con frecuencia el gas ciega a los escaladores.
Los miembros de la expedición necesitan bajar un total de 590kgr de equipos, alimento y agua; suficiente para dos días. El campamento base se instala a unos 120m sobre el lago.
Para preparar la expedición, sus miembros se han entrenado durante 4 meses.
Jacques Barthelemy, montañero y veterano del Nyiragongo, usa unas cuerdas para bajar sacos de equipo hasta la segunda terraza.
Los gases volcánicos calientan el campamento base. Sus miembros tiene que usar con frecuencia máscaras antigas para dormir.
Un miembro de la expedición usa un telémetro laser para medir el cambio de tamaño del lago de lava.
Dario Tedesco, un vulcanólogo, recoge gas para un mayor estudio sobre la actividad volcánica.
El gas caliente se condensa en un pequeño charco. Los científicos dicen que es vital hacer mediciones en el cráter en varios períodos, a fin de entender mejor el volcán y predecir cuando erupcionará.
En la noche, el campamento base es iluminado por la luz procedente del lago.
La meta de la expedición es alcanzar el borde del lago de lava. Previamente nadie ha sobrevivido de tal proeza.
Los miembros del equipo mantienen contacto por medio de la radio y envían datos acerca de la actividad del lago y sobre la dirección de los gases.
Los escaladores han de encontrar la mejor ruta para el descenso.
Pierre-Yves Burgi recoge gas cerca del fondo del cráter. Las muestras serán analizadas por Dario Tedesco, quien ha sido recientemente nombrado como jefe del Natural Risk Analysis and Prevention por la United Nations Office for Project Services.
Franck Pothé se acerca a la lava. Para un encuentro tan próximo, el viento debe soplar a su espalda, alejando el calor. Pothé está informado constantemente de los giros del viento por medio de la radio.
Marc Caillet es el primer miembro del equipo que llega al borde del lago.
Olivier Grunewald prepara su equipo fotográfico protegiéndolo de la temperatura que puede alcanzar los 1,300 grados.
Acercarse a 8 millones de metros cúbicos de lava requiere una gran protección.
Cargado con equipos Olivier Grunewald es guiado por radio sobre donde puede poner sus manos y sus piés.
Primera toma de Grunewald cercana al lago: “Quedé sobrecogido por el espectáculo de esta superficie y traté de tomar fotos, No tenía ni idea del tiempo, del calor ... de repente la radio me avisó que ya era hora de salir de allí, pues la actividad estaba muy próxima”.
El mayor riesgo eran los frecuentes derrames del lago. Miembros del equipo vigilaban el lago desde la segunda terraza, alertando de los movimientos de la lava.
Al amanecer, la luz era mágica, pero los gases podían cubrir el fondo del cráter en cuestión de segundos.
Un derrame se produjo al comenzar la noche. Año tras año, la lava asciende por encima de las paredes del lago, hasta que una grieta o una erupción vacían el recinto. La meta de la expedición era aumentar el conocimiento de los geólogos y su habilidad para predecir tales acontecimientos y evitar desastres.