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José Gerardo Murillo 1875-1964. El peliculesco. DR. ATL. PINTOR DE VOLCANES. Paricutín, 1943. Arroyo y cráter , s/f. Paricutín , 1943. Doctor Atl
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José Gerardo Murillo 1875-1964 El peliculesco DR. ATL PINTOR DE VOLCANES Paricutín, 1943.
Doctor Atl En 1910, al inicio de la Revolución mexicana, la pintura en México había llegado a su punto más bajo. Porfirio Díaz había estado en el poder por más de 30 años y, en la voz Mackinley Helm (citado por Burton, 2000), “Nadie en el mundo, ni siquiera en la Inglaterra victoriana, había nutrido tan cuidadosamente el mal gusto en el arte y en la decoración, como lo había hecho México durante la dictadura de Porfirio Díaz”. Uno de los individuos que contribuyeron a hacer un cambio radical en el arte mexicano fue Gerardo Murillo, más conocido como el Dr. Atl, quien es recordado como un ser bajito, delgado al extremo y, muy pronto, calvo. Gerardo Murillo nació en Guadalajara en 1875, donde estudió hasta llegar a la preparatoria y, después, en la Ciudad de México, en la Academia de Bellas Artes. En 1896 el Presidente Díaz le donó mil dólares para ir a estudiar a Europa. En México se estimulaba la copia de los grandes maestros. Murillo en el Salón de París ganó una medalla por un autorretrato influenciado por los movimientos impresionistas y postimpresionistas de la época. Dr. A t l pintando, hacia 1903. Doctor Atl En 1910, al inicio de la Revolución mexicana, la pintura en México había llegado a su punto más bajo. Porfirio Díaz había estado en el poder por más de 30 años y, en la voz Mackinley Helm (citado por Burton, 2000), “Nadie en el mundo, ni siquiera en la Inglaterra victoriana, había nutrido tan cuidadosamente el mal gusto en el arte y en la decoración, como lo había hecho México durante la dictadura de Porfirio Díaz”. Uno de los individuos que contribuyeron a hacer un cambio radical en el arte mexicano fue Gerardo Murillo, más conocido como el Dr. Atl, quien es recordado como un ser bajito, delgado al extremo y, muy pronto, calvo. Gerardo Murillo nació en Guadalajara en 1875, donde estudió hasta llegar a la preparatoria y, después, en la Ciudad de México, a la Academia de Bellas Artes. En 1896 el Presidente Díaz le donó mil dólares para ir a estudiar a Europa. En México se estimulaba la copia de los grandes maestros. Murillo en el Salón de París ganó una medalla por un autorretrato influenciado por los movimientos impresionistas y
Erupción silenciosa a chorro continuo. Magnífico ejemplo del dibujo tonal, o sea, con empleo del sfumino y polvo negro, en vez de lápiz.
Es posible que Gerardo Murillo haya cambiado su nombre al de Dr. Atl (Doctor, por su doctorado en Filosofía; “Atl”, en náhuatl significa agua, lo cual no es sino una confirmación de su personalidad contradictoria y compleja: se cambia el nombre a “agua”, cuando lo que le apasionaba era el fuego y los volcanes), no sólo en busca de una identidad genuinamente mexicana; acaso es una muestra de su personalidad, que era impetuosa como fuego, y que habría deseado tener la apacibilidad del agua. Los volcanes, 1950.
Regresó a Jalisco en 1903 lleno de sentimientos antiacadémicos, convencido de que el arte mexicano necesita una revolución. Llevó a cabo exposiciones en Guadalajara y Tlaquepaque, donde obtuvo tanto éxito, que decidió intentar mejor suerte en la Ciudad de México, donde trabó amistad con Joaquín Clausell, quien más tarde llegaría a ser el pintor impresionista más conocido de México. Cola de caballo, s/f.
También conoció a una sobrina de Joaquín Clausell de 14 años, de quien se enamora de una manera desaforada, sin ser nunca correspondido. Poseedor de una pasión Volcánica, diría mucho más tarde: “Durante muchos años la amé desafortunadamente; durante muchos años. ¿Cuántos?... ¡No lo sé! Yo no comí, no dormí, no pensé y no viví” durante ese tiempo. Para curarse de amor, acaso como un reflejo de su personalidad, o como una pulsión de vida, desarrolló un nuevo amor: el amor por los volcanes. “Para curar las enfermedades del alma no hay mejor remedio que 20°C bajo cero entre las cumbres de un volcán… Huyendo, loco de amor a los volcanes” Iztaccíhuatl, s/f.
En 1910, apenas unos pocos meses antes de que iniciara la Revolución Mexicana, Atl pintó el primer mural moderno en México, anticipándose a Rivera, Orozco y Siqueiros. Para este mural Atl usó Atlcolor, un tipo de óleo sólido inventado por él. El Atlcolor todavía se usa hoy, con gran popularidad por la facilidad con que puede ser usado. Roca en el pedregal de San Ángel, 1946.
Después de otro viaje por Europa, encuentra a su país inmerso en la Revolución. Él se pone del lado de Carranza. Rasgo característico de su personalidad fuera de la medida de sus semejantes, en ese entonces Dr. Atl usaba uniforme de oficial de la Fuerza Aérea Italiana, y usaba el nombre de Gregorio Stello. Cuando Carranza tomó el poder, fue hecho director de la Academia de Bellas Artes, Academia que él mismo cerró, pero que le sirvió para conocer y trabajar con Rivera, Siqueiros y Orozco, a quienes promocionó, animó y enseñó. Durante la Revolución todo mexicano vivía en peligro de muerte, pero hay quienes buscan el peligro; quienes apenas logran escapar por muy poquito; quienes son encarcelados vez tras vez, y de manera asombrosa urden y ejecutan sus propios planes de escape. Dr. Atl correspondía a ese tipo de personas. Una vida cambiante e inestable; cálida y peligrosa, como el fuego. Poseedor de cualidades políticas notables, las usó en diferentes momentos para negociar con Zapata o Villa en diferentes momentos de la Revolución. Retrato del Ing. Jesús Alarcón M.
Por 1921, en medio de su fecunda actividad creativa, conoce a Carmen Mondragón (a quien Atl llama “Nahui Olin”, en náhuatl, “Cuatro Movimiento”, el nombre del Quinto Sol en la cosmogonía azteca), casada, extremadamente inteligente y bella, hablaba el francés con la misma soltura que el español, tocaba el piano y pintaba con soltura; era escritora y poetisa. Con ella inició un romance al que nada nos impide calificar como salvaje. Algunos biógrafos la califican de tener “tintes de locura”, otros sencillamente indican que se trataba de una ninfómana, si es que existe tal especie. Atl más de una ocasión se refirió a ella como “una serpiente de ojos verdes”. Hay quien se pregunta cómo una mujer de excepcional belleza y porte, codiciada por todos los hombres, puede enamorarse a sus 33 años de un hombre de 47 que carece de todo atractivo físico, pero quien se hace ese tipo de preguntas es claro que nunca se ha enamorado. “Quien sepa de amores, que calle y comprenda”, dice el refrán. La mutua infidelidad, los celos, las recriminaciones hicieron que, locos de amor, terminaran separándose. Fotografía de Nahui Olin.
Entonces incursionó en la literatura. Escribió cuentos tremendistas, corridos, todos con el tema de la Revolución Mexicana, y libros cuyo leitmotiv son los volcanes. El año de 1943 le dio la oportunidad de enfocar sus expresiones y vida proteica en pintar de diferentes formas un fenómeno: la erupción del Paricutín. Muy imitado desde entonces (se ha vuelto un rasgo de la pintura mexicana), pero nunca visto antes, el Doctor Atl se consagra a pintar al volcán en erupción, sin importarle el hecho de arriesgar la vida en ello. Más tarde en su vida, con la ayuda de helicópteros prestados por PEMEX, Atl se volvió pionero de una nueva escuela de pintura de paisaje: pinturas de una amplia panorámica, poseedoras de un punto de vista eminentemente aéreo. Con máxima economía de elementos introdujo el sfumato, que le permitía fijar el ambiente y la distancia. Dr . Atl pintando el Paricutín.
Autorretrato, 1899. El pintar continuamente los volcanes le causó una Tromboangitis obliterante, que derivaría en gangrena en la pierna derecha. Le amputaron esa pierna, pero esto no impidió que continuara con su actividad, que disminuyera su ritmo creativo, o que dejara de ser un caminante incansable hasta el año de 1964, en que murió a los 89 años. Su interesante vida está llena de escándalos, notoriedades, aventura y excentricidad. Su muerte interrumpió su aprendizaje autodidacta del idioma chino. Sin duda, su obra más admirada es el vitral de Tiffany en el Palacio de las Bellas Artes en la Ciudad de México. No hay ningún artista cuya influencia haya tocado de tantas formas el arte de la Revolución Mexicana, como el del Doctor Atl quien, en palabras de Diego Rivera, “fue uno de los más curiosos personajes jamás nacidos en todo el continente americano”. Autorretrato, 1958.
“El doctor Atl tiene la historia más pintoresca de todos los pintores, predicó teorías estéticas, pintó con pinceles increíbles finas sensaciones de color, acaudilló huelgas, escribió críticas que echaban chispas, agitó al pueblo, estafó a una porción de bobos, empeñó las cámaras fotográficas de todos sus amigos y conocidos, organizó exposiciones y , sin tener un centavo, dio de comer peroles enteros de excelentes macarrones , protegió con dinero a decenas de artistas jóvenes, ( … ) reinventó con el copal nacional los colores al óleo sólido y planeó negocios, formuló programas de gobierno, preparó presidentes, hizo vender todos los cuadros de una exposición mía para que pudiera irme a Europa…” Diego Rivera La Cascada, s/f.
“Porque nadie ama lo que no conoce. . .” Reenvíalo Transmite cultura de México. Música: Huapango de Moncayo laurafuentesrosas@hotmail.com ciberpech@yahoo.com.mx Retrato de Nahui Olin