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Historia de México II, PEA CCH UNAM Unidad I: Estado oligárquico y sociedad en México: La dictadura de Porfirio Díaz, 1876-1910 1.5 Cultura y Vida Cotidiana Durante el Porfiriato. De la reafirmación nacional al modernismo La modernización de las instituciones educativas
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Historia de México II, PEA CCH UNAM • Unidad I: Estado oligárquico y sociedad en México: La dictadura de Porfirio Díaz, 1876-1910 • 1.5 Cultura y Vida Cotidiana Durante el Porfiriato. • De la reafirmación nacional al modernismo • La modernización de las instituciones educativas • Literatura, artes plásticas y vida cotidiana: entre el elitismo y lo popular Para mitad del siglo XIX, intelectuales que actuaban en la política promueven las bellas artes en el país En 1843 se aprueban nuevos estatutos para la reestructuración de la Academia de San Carlos, y se le asignan los beneficios que resulten de la nueva lotería de San Carlos Como funcionarios de la junta de gobierno asumen cargos: Javier Echeverría, Bernardo Couto, Juan M. Flores y Joaquín Velázquez de León, haciéndose cargo de la única institución de arte, que entonces contaba con unos cuartos mal iluminados y una bodega con reproducciones de lo clásico, producto de su funcionamiento como escuela de dibujo Se le dota de edificio propio, se remunera a los profesores de dibujo y se incorporan maestros seleccionados en Europa como el pintor Pelegrín Clave y el escultor Manuel Vilar, ante la carencia de maestros propios Vilar reconoce tres cualidades: La buena disposición de los del país para las artes...son muy indolentes...y la gran pasión que tienen al color... Los maestros representaban la reacción neoclásica contra el barroco y la tendencia a recuperar una pureza estética Elaborado por: Humberto Domínguez Chávez; CCH Azcapotzalco UNAM, agosto del 2001 Guerra Jorge, “El Arte en México de la Segunda Mitad del XIX al Primer Decenio del XX”, en: Historia de México Vol. 10, México, Salvat, 1978, pp. 2223-2250
2 de 8 Plasma esculturas de personajes relevantes como Cristobal Colón; héroes nacionales, incluso prehispánicos, como Moctezuma Xocoyotzin y el tlaxcalteca Tlahuicole; figuras de la historia patria como Hidalgo e Iturbide; personajes contemporáneos como Javier Echeverría, Manuel Díaz de Bonilla, Francisco Hernández de Tagle, Lucas Alamán y Bernardo Couto Manuel Vilar fundó una escuela escultórica en la que se idealiza al ser humano en su contexto étnico, cultural e incorporado en la historia nacional Como maestro dejó una generación de 21 artistas influidos por su inspiración basada en los valores nacionales Miguel Noreña plasma temas históricos con motivos indígenas, como su Cuauhtémoc del Paseo de la Reforma en México D.F., que representa una de las más importantes esculturas mexicanas del siglo XIX Felipe Sojo realiza un busto de su maestro Vilar, y los de Maximiliano de Habsburgo y de su mujer la emperatriz Carlota Martín Soriano cincela la primera escultura de gran tamaño en mármol de Carrara: el San Lucas para la Escuela de Medicina Juan Bellido esculpió a Platón y numerosas figuras religiosas. Otros alumnos fueron Felipe Valero, Tomás Pérez y Luis Paredes Elaborado por: Humberto Domínguez Chávez; CCH Azcapotzalco UNAM, agosto del 2001 Guerra Jorge, “El Arte en México de la Segunda Mitad del XIX al Primer Decenio del XX”, en: Historia de México Vol. 10, México, Salvat, 1978, pp. 2223-2250
3 de 8 Impulsan la enseñanza y técnica de la escultura académica y formarán nuevas generaciones de artistas que incorporarán nuevas corrientes estéticas: del academicismo extremo al efímero Art Nouveau Se ha señalado a Noreña como el continuador de Vilar, incorporándose también como profesor de la Academia el escultor italiano Enrique Alciatti Gabriel Guerra es un autor representativo del “esteticismo romántico”, con esculturas femeninas de delicadas formas, que recuerdan los modelos clásicos greco romanos A finales del siglo XVIII Manuel Tolsá y Tresguerras incorporaron los estilos franceses en el arte mexicano, mientras que Vilar y Clavé hacen lo propio con la incorporación del neoclásico romano. Sus alumnos como Noreña y Sojo fortalecerán la influencia francesa Los alumnos de Noreña y Alciatti, Fidencio Nava, Arnulfo Domínguez Bello, José Tovar y Enrique Guerra, plasman obras que expresan temas clásicos que sin descuidar la severa técnica de la escuela académica, expresan el romanticismo de un mundo poético y fantástico Domínguez Bello realiza una delicada escultura femenina para la tumba de Julio Ruelas en el cementerio parisino de Montparnasse. Guerra esculpe las estatuas de las Cuatro Virtudes y la escultura sedente del Dr. Eduardo Liceaga, colocada en la Av. Chapultepec y Cuauhtémoc de la Cd. de México, la figura del educador Enrique Rébsamen en la Escuela Normal de Jalapa, y el monumento a don Benito Juárez en Cd. Juárez Chihuahua Elaborado por: Humberto Domínguez Chávez; CCH Azcapotzalco UNAM, agosto del 2001 Guerra Jorge, “El Arte en México de la Segunda Mitad del XIX al Primer Decenio del XX”, en: Historia de México Vol. 10, México, Salvat, 1978, pp. 2223-2250
4 de 8 En la pintura el catalán Clavé educó en el estilo clasisista del francés Ingres, con un colorido más vivo y realista Como director de dibujo y pintura en la Academia establece las clases con modelo vivo y recomienda a Eugenio Landesio para la especialidad del paisaje Un alumno aventajado de la Academia fue Juan Cordero. Acaba su formación en Roma y se desarrolla desde un clasisismo relamido a un romanticismo objetivo, retratando a los escultores Pérez y Valero, a los arquitectos Agea en 1847 y realizando La Anunciación en 1850 (actualmente en la Biblioteca Nacional de México) Es un gran retratista, y plasma a don Andrés Quintana Roo, la señorita Echeverría, al arquitecto Lorenzo de la Hidalga y su esposa. Dirige la decoración de la cúpula de la iglesia de La Profesa en México D.F., Decora las iglesias de Santa Teresa la Antigua y la cúpula de falsas capuchinas de San Fernando (hoy desaparecida), también en la Cd. De México. Con expresiones plásticas de la pintura neoclásica, toca los inicios del romanticismo con un gran colorido En México (1853), expone en la Academia la obra El Redentor y la Mujer Adúltera. Plasma un retrato ecuestre de Santa Anna y un retrato de su mujer doña Dolores Tosta de Santa Anna. Incursiona en el muralismo con su Jesús Entre los Doctores en la iglesia de Jesús María del D.F. Salomé Piña, otro aluno de Clavé, pinta los murales de la Basílica de Guadalupe y Santiago Rebull plasma a Maximiliano y a los liberales como Juárez, Martínez de la Torre y Porfirio Díaz; realizando los únicos murales de su tiempo con temas paganos, Las Bacantes de las terrazas del Castillo de Chapultepec Elaborado por: Humberto Domínguez Chávez; CCH Azcapotzalco UNAM, agosto del 2001 Guerra Jorge, “El Arte en México de la Segunda Mitad del XIX al Primer Decenio del XX”, en: Historia de México Vol. 10, México, Salvat, 1978, pp. 2223-2250
5 de 8 Felipe Gutiérrez, escritor, crítico y pintor destacado, representa a santos escuálidos y místicos surgiendo de la penumbra de la meditación, convirtiéndose en un exponente del realismo subjetivo La expresión pictórica, resultado de la educación en la Academia se multiplicó Su alumno Luis Coto escoge paisajes con arquitectura; pinta Una vista del barrio de Romita, El patio central del convento de Santa Clara, La colegiata de Guadalupe, El origen de la Cd. de México y retazos de la Hacienda de Miacatlán con escenas de la vida campestre Eugenio Landesio formó una peculiar escuela de paisajistas, que desarrollaron por primera vez la expresión del artista frente a los panoramas de México, indicándose las características de la flora y fauna y de las propiedades geológicas, que define un panorama propio del país José Jiménez pinta el Patio del convento de San Francisco; Javier Alvarez plasma la arquitectura y Gregorio Dumaine recrea La Hacienda de Los Morales Sobresale José María Velasco, quien comprende y expresa la inmensidad de los paisajes nacionales, aplicando una genial intuición de la perspectiva en sus Vistas del Valle de México Félix Parra realiza un Fray Bartolomé de las Casas (Biblioteca Nacional); Leandro Izaguirre la Fundación de México y el Suplicio de Cuauhtémoc; obras que representan la culminación del arte pictórico del academicismo, con gran manejo técnico y del colorido. Al final del siglo XIX Julio Ruelas se sitúa en el Modernismo e ilustra la Revista Moderna Otros autores fueron Manuel Ocaranza con sus Travesuras del Amor; José Ibarrarán, alumno de Rebull y Piña, que pinta asuntos religiosos y paganos Elaborado por: Humberto Domínguez Chávez; CCH Azcapotzalco UNAM, agosto del 2001 Guerra Jorge, “El Arte en México de la Segunda Mitad del XIX al Primer Decenio del XX”, en: Historia de México Vol. 10, México, Salvat, 1978, pp. 2223-2250
6 de 8 Auxiliado por los avances del industrialismo aplicó la cientificación de la enseñanza, instalando equipo fotográfico en la Academia, con luces, reflectores y equipo de iluminación, e implantó el sistema de dibujo Pillet, por el arquitecto Carlos Lazo, con lo que se termina la formación académica del siglo XIX En 1903 el Ministerio de Educación Pública y Bellas Artes contrató al escultor catalán Antonio Fabrés Sus discípulos fueron Saturnino Herrán, Roberto Montenegro, Ramón López, Benjamín Coria, Armando García Núñez, Diego Rivera y José Clemente Orozco, quien señalaba que ...por todos estos medios y trabajando de día y de noche durante años, los futuros artistas aprendían a dibujar, a dibujar de veras Saturnino Herrán percibió visionariamente el legado ancestral que comenzaron a inventar los historiadores y arqueólogos, pintando La Criolla del Mango, El Rebozo y el Cofrade de San Miguel Contemporáneo de Gedovius fue Ignacio Rosas, que tradujo la escuela impresionista de Renoir; Gonzalo Argüelles Bringas continuó la tradición acuarelística de Félix Parra. Con Mateo Herrera, brillante colorista, se sucede un cambio pictórico: surge Alfredo Ramos Martínez que mezcla el academicismo y el modernismo, y Gerardo Murillo el Dr. Atl, escritor, político, explorador y paisajista aéreo en su dibujo y gran colorista A Fabrés le sucedieron en la cátedra Leandro Izaguirre y Germán Gedovius; el primero enseñará a Herrán los valores históricos, mientras que el segundo le inculcará libertad en el manejo del color Elaborado por: Humberto Domínguez Chávez; CCH Azcapotzalco UNAM, agosto del 2001 Guerra Jorge, “El Arte en México de la Segunda Mitad del XIX al Primer Decenio del XX”, en: Historia de México Vol. 10, México, Salvat, 1978, pp. 2223-2250
7 de 8 Como maestros se incorporan a la Academia Santiago Baggally en 1847 en la enseñanza de grabado en hueco y Jorge Periam en 1854 en el grabado en lámina El descubrimiento de la litografía puso en segundo término el difícil arte del grabado Son sustituidos por sus alumnos Sebastián Navalón y Luis G. Campa respectivamente; este último tendrá como alumnos a Miguel Portillo y Emiliano Valádez. Se producen medallas y monedas de Cayetano Ocampo y numerosos grabados en lámina; Valádez graba paisajes y, pensionado en París, recibe encargos para elaborar planchas en acero para imprimir billetes, gracias a las enseñanzas de las nuevas técnicas traídas por el maestro Periam Gabriel Vicente Gahona Picheta, ilustra el periódico satírico yucateco Don Bullebulle, siendo uno de los mejores caricaturistas de la época. La litografía encuentra su camino en la ilustración a partir de su llegada en 1826 por el conde Claudio Linati En 1841 Pedro Gualdi publica Los Monumentos de México; Casimiro Castro, José Campillo, L. Anda y C. Rodríguez dibujan en los talleres de Decaén México y sus Alrededores; Hesiquio Iriarte ilustra El Libro Rojo, alcanzando la litografía su florecimiento con la caricatura política de Iriarte, Hipólito Salazar, Placido Blanco, Constantino Escalante y S.M. Villasana; en Toluca Blanco publicó en La Orquesta y El Ahuizote. José Guadalupe Posada ilustra noticias, corridos y literatura A Linati le suceden en la reproducción litográfica el barón de Waldeck, Thomas Egerton, Carlos Nebel, Luis de Gros y el alemán Juan Moritz Rugendas, que ilustran, copian e inventan las cosas y los hechos de México y sus habitantes Elaborado por: Humberto Domínguez Chávez; CCH Azcapotzalco UNAM, agosto del 2001 Guerra Jorge, “El Arte en México de la Segunda Mitad del XIX al Primer Decenio del XX”, en: Historia de México Vol. 10, México, Salvat, 1978, pp. 2223-2250
8 de 8 En 1838 llega el arquitecto español Lorenzo de la Hidalga, quien trae la experiencia europea en la edificación Proyecta el Teatro Nacional (demolido en el siglo XX para abrir la calle de 5 de Mayo), el Mercado del Volador, establecimientos penitenciarios, restaura Santa Teresa la Antigua y el ciprés de la Catedral de México, el Zócalo, que se integró en un conjunto que incluía el Palacio Nacional y los edificios de gobierno Fue un representante del neoclasisismo, con el equilibrio de un frío funcionalismo; de sus obras perduran: la base de la escultura ecuestre de Carlos IV El Caballito y la doble cúpula de Santa Teresa la Antigua Como maestro de la Academia llega en 1856 el italiano Francisco Javier Cavallari, que realiza la fachada de la institución, destacando también como arqueólogo, ingeniero y paisajista. Otros profesores fueron Ramón y Juan Agea, el matemático Manuel Gargollo y Parra y Ramón Rodríguez Arrangoiti y sus alumnos Manuel Velázquez de León, Antonio M. Anza, Eusebio de la Hidalga, Ramón Ibarrola (autor del Pabellón Morisco de la alameda de Santa María la Ribera de la Cd. de México) y Mariano Téllez Pizarro A juicio del crítico Justino Fernández: ...cuando Cavallari se ausentó del país en 1864, amén de lo que pudo hacer De la Hidalga, no encuentro nada que valga la pena considerar; sin embargo los discípulos crearon las colonias Guerrero, Santa María la Ribera, San Rafael y la Roma, con las que creció la Cd. de México en el siglo XX Fue la época de los estilos neogótico, neorromano, neogriego, etc., en donde hubo de todo: buena arquitectura y pastiches de mala calidad, que recibiría el calificativo de afrancesada (1870-1910) Elaborado por: Humberto Domínguez Chávez; CCH Azcapotzalco UNAM, agosto del 2001 Guerra Jorge, “El Arte en México de la Segunda Mitad del XIX al Primer Decenio del XX”, en: Historia de México Vol. 10, México, Salvat, 1978, pp. 2223-2250