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ADVIENTO. (1). Spronck, Joel, La esperanza cristiana de la parusía in Selecciones de Teología, nº 196. Presenta: Bene Areskurrinaga. Texto comprimido por D. Amundarain Musica:− Exodo.
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ADVIENTO (1) Spronck, Joel, La esperanza cristiana de la parusía in Selecciones de Teología, nº 196. Presenta: Bene Areskurrinaga. Texto comprimido por D. Amundarain Musica:− Exodo
El Adviento lo celebramos en espera del Señor que viene. Ese esperar es algo dinámico. Es impulsor. Nos empuja. Los cristianos hablamos, al respecto, de la Parusía. Pero ¿qué es la Parusía?
En la sociedad de hoy todo nos lleva a vivir entregados a lo inmediato. En contra de ello, la esperanza, la Parusía nos invita a recuperar el sentido del tiempo, de la historia, del proceso, del caminar. El Adviento es tratar de buscar la maduración. Todo lo contrario de quedarnos plantados.
Los primeros cristianos vivieron vivamente ese deseo: vivían a la espera de cuándo volvería Cristo. Trataban de acelerar la Parusía, es decir, la segunda venida De Cristo. Vivían orientados al porvenir.
Parusía es un término tomado del griego. Significa «venida», «presencia».
Los griegos lo usaban, antes que los cristianos, para designar la entrada triunfal de un soberano en una ciudad conquistada.
Los cristianos, a su vez, lo usaron para designar la venida gloriosa del Señor al final de los tiempos: «En efecto… así será la venida (la Parusía) del Hijo del Hombre» (Mt 24,27)
A partir del siglo II, se mencionan dos venidas, dos Parusías, de Jesucristo. La 1ª Parusía: ha sido humilde y sufriente; es la primera venida de Jesús. La 2ª: aún por llegar, será en cambio gloriosa. Es la 2ª venida de Jesucristo.
Más tarde, San Bernardo menciona una 3ª Parusía de Jesucristo. En efecto, entre las dos Parusías que se mencionaban en aquel principio, Bernardo ve otra intermedia, perceptible únicamente con los ojos de la fe.
En realidad, el Señor viene todos los días a nosotros: por medio de la palabra, de los sacramentos, sí; pero también de otras mil formas; por ejemplo, a través de ese pobre que tienes a tu lado.
El Señor sigue viniendo todos los días, todas las horas; por medio de su Espíritu, Cristo ha convertido en habitación suya el corazón de cada uno de nosotros.
Los primeros cristianos solían esperar con mucho interés esa venida, esa Parusía diaria del Señor; vivían una esperanza grande, viva, impulsora. Hoy día, ¿esperamos algo, a alguien?
Sin embargo, en el Credo repetimos: «Espero la resurrección de los difuntos, espero la vida futura». Nuestra liturgia, nuestra Misa está empapada de esa esperanza; es un clima de esperanza sobre la venida del Señor: «Esperamos tu venida gloriosa».
Dicho con otras palabras, la historia tiene un sentido, está orientada hacia un fin, hacia una meta.
Este tiempo de la Iglesia, este período que va desde la Resurrección del Señor hasta su Parusía gloriosa, se parece a un gran «Adviento». Al mismo tiempo, es impulsora de esperanza en otras personas.
Ese horizonte, ese porvenir no es algo sin vida. No es el monte Txindoki. No son las 14 cumbres del mundo. Ese porvenir, ese fin que esperamos tiene un rostro vivísimo. Es a Cristo Jesús a quien buscamos, a quien tendemos, a quien esperamos.
«Sí, vengo ya». «¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!» Que el bien-querer del Señor esté con toda la humanidad. (Apocalipsis 22,20-21)
ADVIENTO (1) Spronck, Joel, La esperanza cristiana de la parusía in Selecciones de Teología, nº 196. Presenta: Bene Areskurrinaga. Texto comprimido por D. Amundarain Musica:− Exodo 1.-El Adviento lo celebramos en espera del Señor que viene. Ese esperar es algo dinámico. Es impulsor. Nos empuja. Los cristianos hablamos, al respecto, de la Parusía. Pero ¿qué es la Parusía? 2.-En la sociedad de hoy todo nos lleva a vivir entregados a lo inmediato. En contra de ello, la esperanza, la Parusía nos invita a recuperar el sentido del tiempo, de la historia, del proceso, del caminar. El Adviento es tratar de buscar la maduración. Todo lo contrario de quedarnos plantados. 3.-Los primeros cristianos vivieron vivamente ese deseo: vivían a la espera de cuándo volvería Cristo. Trataban de acelerar la Parusía, es decir, la segunda venida De Cristo. Vivían orientados al porvenir. 4.-Parusía es un término tomado del griego. Significa «venida», «presencia». 5.-Los griegos lo usaban, antes que los cristianos, para designar la entrada triunfal de un soberano en una ciudad conquistada. 6.-Los cristianos, a su vez, lo usaron para designar la venida gloriosa del Señor al final de los tiempos: «En efecto… así será la venida (la Parusía) del Hijo del Hombre» (Mt 24,27). 7.-A partir del siglo II, se mencionan dos venidas, dos Parusías, de Jesucristo. La 1ª Parusía: ha sido humilde y sufriente; es la primera venida de Jesús. La 2ª: aún por llegar, será en cambio gloriosa. Es la 2ª venida de Jesucristo.
8.-Más tarde, San Bernardo menciona una 3ª Parusía de Jesucristo. En efecto, entre las dos Parusías que se mencionaban en aquel principio, Bernardo ve otra intermedia, perceptible únicamente con los ojos de la fe. 9.-En realidad, el Señor viene todos los días a nosotros: por medio de la palabra, de los sacramentos, sí; pero también de otras mil formas; por ejemplo, a través de ese pobre que tienes a tu lado. 10.-El Señor sigue viniendo todos los días, todas las horas; por medio de su Espíritu, Cristo ha convertido en habitación suya el corazón de cada uno de nosotros. 11.-Los primeros cristianos solían esperar con mucho interés esa venida, esa Parusía diaria del Señor; vivían una esperanza grande, viva, impulsora. Hoy día, ¿esperamos algo, a alguien? 12.-Sin embargo, en el Credo repetimos: «Espero la resurrección de los difuntos, espero la vida futura». Nuestra liturgia, nuestra Misa está empapada de esa esperanza; es un clima de esperanza sobre la venida del Señor: «Esperamos tu venida gloriosa». 13.-Dicho con otras palabras, la historia tiene un sentido, está orientada hacia un fin, hacia una meta. 14.-Este tiempo de la Iglesia, este período que va desde la Resurrección del Señor hasta su Parusía gloriosa, se parece a un gran «Adviento». Al mismo tiempo, es impulsora de esperanza en otras personas. 15.-Ese horizonte, ese porvenir no es algo sin vida. No es el monte Txindoki. No son las 14 cumbres del mundo. Ese porvenir, ese fin que esperamos tiene un rostro vivísimo. Es a Cristo Jesús a quien buscamos, a quien tendemos, a quien esperamos. 16.-«Sí, vengo ya». «¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!» Que el bien-querer del Señor esté con toda la humanidad. (Apocalipsis 22,20-21).