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La Revista GOLEM presenta, A Germán ListArzubide actuando y escribiendo: El secretario, DEl secretario, DEl secretario. Ilustraciones y diseño por Eric List “”Pino” Asistencia editorial de NeryLòpez.
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Puedo hacer una descripción completa de su persona, dando altura aproximada, color de los ojos, del pelo, de la piel, del rostro, sus señas particulares y hasta algunos detalles que ocasionalmente obtuve en mis frecuentes charlas con dicho señor, antes de que fuera designado Ministro.
Lo conocí mucho. Lo traté íntimamente y tuve oportunidad, antes de que ocupara el alto puesto de Ministro –perdón por esta insistencia, necesaria para el fin que me propongo-, de saber que era, o es, ya no sé si existe, persona sin enemigos, que no frecuentaba cantinas, cabarets, ni casas innombrables y donde es tan fácil ser herido a mansalva. ¿ Joy joy $ Blablabla ! ¿ JAjajaja Ñaca Ñaca ¿
Se trata de un hombre sereno, correcto, fácil a la charla y que de pronto ha desaparecido para sus amigos y conocidos, coincidiendo esta desaparición con su nombramiento, o exaltación como dicen los diarios, al alto puesto de Ministro. Pero, ¿Cómo ha sido todo esto? Blablabla Blaberblaber Ñiki Ñiki ñiki Blablabla Huuuuuuuyyy ? $ !
La noticia de que mi amigo –entiéndase bien, ¡mi amigo!, porque yo no trato de sorprender a nadie haciéndome pasar como amigo de una persona porque ha sido designado Ministro- ocuparía lugar tan prominente, me llegó por el conducto obligado de los periódicos. Días antes había estado conversando con él y no sabía que fuera a ser llamado a un cargo de tanta confianza. ¿ Joy joy $ Blablabla ! ¿ JAjajaja Ñaca Ñaca ¿
Ese día acudí al ministerio y me recibió rodeado de esos habituales a toda recepción, que saluda uno como personas conocidas, porque está seguro de haberlas encontrado ya en otras fiestas de recepción ministerial. Blablabla Blaberblaber Ñiki Ñiki ñiki Blablabla Huuuuuuuyyy ? $ !
Nos cambiamos las frases de rigor y nos despedimos, seguros de volvernos a ver muy pronto. Y aquí da principio mi denuncia. Jamás he vuelto a ver al señor Ministro, mi antiguo y noble amigo. Blablabla ¿ Joy joy $ Blaberblaber Ñiki Ñiki ñiki Blablabla Huuuuuuuyyy Blablabla ? ! ¿ JAjajaja $ Ñaca Ñaca ! ¿
A los diez días, de su exaltación, me presenté con el fin de tratarle algún asunto. Un asunto sin importancia que era más bien un pretexto para conversar un rato con él. En la antesala, un mozo de rostro taciturno y frío continente me indicó:
Me marché pensando que un Ministro tiene siempre mil ocupaciones que atender y que algunas veces no puede, aun cuando lo desee, recibir ni siquiera a sus amigos. Volví días después y el mismo mozo, con el mismo frío talante me informó:
Esperé por espacio de media hora, llenando con mi impaciencia el locutorio y haciendo la reflexión de que las horas que más envejecen a los hombres son las de las antesalas, porque son las horas más inútiles. Al fin, cuando comenzaron a desfilar los que esperaban, que habían llegado antes que yo y tenían horas de tal suerte, me marché un tanto apenado. Regresé a los pocos días y el mozo con terca voz dijo:
Y entonces me propuse insistir en verlo y fui diez, quince veces, y el mozo, con voz de hielo, que no permitía interrogar más, me informaba:
El señor ministro está en acuerdo y no recibe. El señor ministro ha salido a una recepciòn.
El señor ministro está en acuerdo y no recibe. El señor ministro está enfermo. El señor ministro ha salido a una recepciòn.
El señor ministro está en acuerdo y no recibe. El señor ministro está enfermo. El señor ministro ha salido a una recepciòn. El señor ministro está fuera de la ciudad.
El señor ministro está en acuerdo y no recibe. El señor ministro está enfermo. El señor ministro ha salido a una recepciòn. El señor ministro está fuera de la ciudad. El señor ministro está estudiando la ley·número 5.
¿No era posible ver al señor Ministro? ¿A mi amigo el señor Ministro? No era posible. Pasaron tres meses y yo ignoraba que sucedía con mi amigo.
Al fin, cansado de tales respuestas me decidí a dar una paso en firme y un día le grité al mozo: -¿Pero no sabe usted quién soy yo?
El mozo no sabía quién era yo, pues me miró con sus fríos ojos de estatua y no se dignó responderme. -Soy un amigo del señor Ministro y necesito verlo. El mozo se inclinó ceremoniosamente y me dijo:
El mozo no sabía quién era yo, pues me miró con sus fríos ojos de estatua y no se dignó responderme. -Soy un amigo del señor Ministro y necesito verlo. El mozo se inclinó ceremoniosamente y me dijo: Si usted quiere que le informe al señor. Ramos…
Acepté y el mozo me hizo pasar a una sala enorme, pero que se veía estrecha por la altura desmesurada del techo. Un hombre pequeño, sentado detrás de un escritorio muy grande, se puso de pié al verme llegar.
-Quisiera saber con quién tengo el honor de hablar-, dije cohibido por el silencio de muerte que reinaba en la sala. Me miró con unos ojos tan ausentes que me dio la impresión de que eran ojos de ciego.
-Quisiera saber con quién tengo el honor de hablar-, dije cohibido por el silencio de muerte que reinaba en la sala. Me miró con unos ojos tan ausentes que me dio la impresión de que eran ojos de ciego. Yo soy el secretario…
-Quisiera saber con quién tengo el honor de hablar-, dije cohibido por el silencio de muerte que reinaba en la sala. Me miró con unos ojos tan ausentes que me dio la impresión de que eran ojos de ciego. Yo soy el secretario… …del Secretario…
-Quisiera saber con quién tengo el honor de hablar-, dije cohibido por el silencio de muerte que reinaba en la sala. Me miró con unos ojos tan ausentes que me dio la impresión de que eran ojos de ciego. Yo soy el secretario… …del Secretario… …del SECRETARIO.
-Quisiera saber con quién tengo el honor de hablar-, dije cohibido por el silencio de muerte que reinaba en la sala. Me miró con unos ojos tan ausentes que me dio la impresión de que eran ojos de ciego. Yo soy el secretario… …del Secretario… …del SECRETARIO. Me informó subiendo el tono de la voz a medida que designaba a las personas. Me incliné confundido y por un momento no acerté a decir nada, envuelto en la red de título tan extraordinario.
Al fin comprendí quién era, entonces modulé con voz temblorosa mi petición de ver al Ministro o al SECRETARIO, como lo llamaba el secretario del Secretario.
Su voz era igual a la del mozo, y parecía ser el eco de otra voz que se iba repitiendo por los salones del Ministerio. Salí ahogándome de la angustia. Tampoco allí encontraba la respuesta.
El señor SECRETARIO o Ministro no recibe hoy. El señor SECRETARIO o Ministro no recibe hoy.
El señor SECRETARIO o Ministro no recibe hoy. El señor SECRETARIO o Ministro no recibe hoy. El señor SECRETARIO o Ministro no recibe hoy.
El señor SECRETARIO o Ministro no recibe hoy. El señor SECRETARIO o Ministro no recibe hoy. El señor SECRETARIO o Ministro no recibe hoy. El señor SECRETARIO o Ministro no recibe hoy.
Volví como un autómata, como un poseso, como un demente que tiene una idea fija y la obedece muy a su pesar. El mozo se limitó a abrirme la puerta y hacerme pasar al salón del secretario, del Secretario, del SECRETARIO, quien antes de que pudiera siquiera hablar me dijo: