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Ciclo C Domingo de Ramos. «¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» Lc 19, 28-40. El pueblo que fue cautivo y que tu mano libera no encuentra mayor palmera ni abunda en mejor olivo. Viene con aire festivo para enramar tu victoria, y no te ha visto en su historia,
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Ciclo C Domingo de Ramos «¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» Lc19, 28-40
El pueblo que fue cautivo y que tu mano libera no encuentra mayor palmera ni abunda en mejor olivo. Viene con aire festivo para enramar tu victoria, y no te ha visto en su historia, Dios de Israel, más cercano: Ni tu poder más a mano ni más humilde tu gloria. ¡Gloria, alabanza y honor! Gritad: "¡Hosanna!", y haceos, como los niños hebreos al paso del Redentor. ¡Gloria y honor al que viene en el nombre del Señor! Amén.
Santos del Día • Aldemar. Abad • Santa Catalina de Suecia. Suecia (1331 †1381) Religiosa. Viuda • Beato Diego José de Cádiz. España (†1801) Capuchino • Epigmenio. Mártir, Sacerdote • Hildeliva. Abad • Beato Juan del Báculo. Italia (†1290) Monje, Sacerdote • Latino. Obispo • San Maccartemio. Irlanda. Obispo • Beata María Karlowska. Polonia ( †1935 ) Fundadora • Pigmenio. Mártir, Sacerdote • San Secúndulo de Mauritania. Mauritania Mártir • San Severo de Catania. Italia (†814) Obispo
Santa Catalina de Suecia Abadesa 1331 † 1381 A Catalina de Suecia o de Vadstena era hija del príncipe Ulf Gudmarsson y Santa Brígida Birgesdotter; fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era frecuente en la época, en un monasterio. Se casó con el buen conde Egar Lyderson van Kyren y ambos influyeron positivamente dentro de las costumbres frívolas y profanas. En el viaje de traslado del cortejo fúnebre de su madre desde Roma hasta Suecia Catalina habla de la misericordia de Dios y de las revelaciones y predicciones que Dios hizo a su madre. Se relatan conversiones y milagros que se suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena, donde entra y se queda Catalina. Ruega por nosotros Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la puesta en marcha del proceso de canonización de la futura santa Brígida y la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador.
† En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén Ven Espíritu Santo, revísteme de humildad para recibir dignamente la Palabra de Dios, y hazme dócil a sus divinas enseñanzas. Ven y concédeme los dones necesarios para que se cumpla en mí Su voluntad.
Primera Lectura -Isaías 50, 4-7 4 El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. 5 El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. 6 Ofrecí mi espalda a los que golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. 7Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Palabra de Dios Te alabamos Señor
Yo no me resistí, ni me eché atrás Aquí, en la lectura de hoy, nos encontramos con el tercero de los cuatro misteriosos poemas que se llaman: Cánticos del Siervo de Yahvé. El personaje del canto no lleva nombre. Lo que importa es la misión. Y ésta se encuadra en la vocación profética: vocación-llamada para la palabra, sufrimiento en el desempeño de la misión, confianzaen el Señor. Detrás del profeta sin nombre se encuentra Dios con todo su poder. Llamada para hablar en nombre del Señor. En este caso ha de hablar para consolar, al abatido.
Pero para hablar, hay que escuchar. Dios afina el oído de su Siervo, agudiza su sensibilidad y lo capacita para sintonizar con su voluntad. La misión se presenta, además, dolorosa: ultrajes e injurias personales. La participación del drama de Dios en la salvación del hombre. Y así como no resiste a la palabra que lo envía, así tampoco al ultraje que ella le ocasiona. Dios lo mantendrá inquebrantable en el cumplimiento de su misión.
Salmo 22 (21) 8-9.17-20.23-24 8 Los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: 9 «Confió en el Señor, que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto». 17 Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de malhechores; taladran mis manos y mis pies 16c y me hunden en el polvo de la muerte. 18 Yo puedo contar todos mis huesos; ellos me miran con aire de triunfo, 19 se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica. 20 Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. 23Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: 24«Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de Israel».
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Salmo de súplica, salmo de acción de gracias. Tas la súplica, siempre, la acción de gracias, porque Dios, siempre escucha la oración. El salmo vive los dos momentos.
La súplica toca los límites extremos en que puede encontrarse el fiel de Dios. Es el justo; y es el justo perseguido; y es el justo perseguido por ser justo; y la persecución lo ha llevado hasta las puertas de la muerte; ¡y el Señor no le escucha! El justo sufre sobre sí el abandono de Dios; las imágenes son vivas y reflejan una situación límite. También la confianza es extrema y total.
Unámonos a él, a todo justo, que en el cumplimiento de la voluntad de Dios pasa por trance semejante. Dios, el Padre, dejó paradójicamente morir a su Hijo; pero lo resucitó al tercer día. La oración fue escuchada, como comenta la carta a los hebreos, por su« reverencia».
Segunda Lectura - Filipenses 2, 6-11 6 El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: 7 al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, 8se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. 9 Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, 10 para que al Nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor». Palabra de Dios Te alabamos Señor
«Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo. » Esta carta de Pablo a los Filipenses se le suele caracterizar como himno, una fórmula de fe que lleva, a un movimiento de exhortación. El ejemplo es Cristo; el cristiano ha de acercarse a él para conocer y vivir su propio misterio.
Jesús, en efecto, siendo de condición divina, • no ambicionó conducirse, al venir a este mundo, • a la manera que como a ser divino correspondía. • Todo lo contrario, se despojó de sí mismo • totalmente: respecto a Dios en obediencia absoluta y respecto a los hombres, llevando por amor, • la condición de hombre débil, hasta el extremo • de morir, como siervo, en una cruz: • condenado como malhechor y blasfemo • ¡El, que era Hijo de Dios!; • por odio y envidia • ¡El, que era la misma misericordia!; • por propios y extraños • ¡El, que no se avergonzó de llamarnos hermanos!; • impotente y entre criminales • ¡El, que era poderoso y justo por excelencia!; • abandonado de Dios • ¡El, que era «Dios con nosotros!»
Pero Dios lo exaltó y le dio un «Nombre-sobre-todo-nombre». Un Nombre divino: el de ¡Kyrios! Jesús, como hombre, por encima de toda la creación, Unido al Padre en poder y majestad. Pablo nos invita a imitar al Señor; también, a alabarlo, bendecirlo y adorarlo. Acerquémonos, pues, piadosamente, y bendigamos, alabemos y adoremos al Señor. «¡Jesucristo es el Señor!»
Lectura del Santo Evangelio Lucas 22,14 - 23,56 Pasión del Señor Jesucristo según San Lucas (Por la extensión del pasaje, se mandará en otro pps)
Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús
«Realmente este hombre era hijo de Dios» La lectura de la Pasión según san Lucas quiere llevarnos a mirar a Jesús, para aprender de Él a ser verdaderos discípulos. El relato comienza en la última Cena, subraya el carácter sacrificial de la Cena: Sacrificio expiatorio, sacrificio de la Nueva Alianza y sacrificio memorial de la Nueva Pascua. La traición de Judas, uno de los Doce, nos pone en guardia frente a nosotros mismos, que también podemos traicionar al Señor.
Y lo mismo ocurre con la negación de Pedro, que desenmascara la tentación que aparece en cada corazón: no querer confesarlo por miedo a los ataques un mundo corrupto. Sin embargo, la mirada de Jesús, que se vuelve hacia él, alcanza su conversión, y las lágrimas de Pedro, pecador arrepentido, indican la manera como el discípulo debe participar en la pasión del Salvador.
Jesús siendo inocente, muere perdonando a sus asesinos y confiando en el Padre, en cuyas manos se abandona totalmente. También los cristianos deberán seguir este doble ejemplo, Asociándose de cerca a la pasión de su Salvador.
Gracias Señor por tu Palabra purificadora, que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella. Junto al buen ladrón, cada uno de nosotros es invitado a considerar los sufrimientos de Jesús y a hacer examen de conciencia para poder oír de labios del mismo Jesús: «Estarás conmigo en el Paraíso».
María, pureza en vuelo, Virgen de vírgenes, danos la gracia de ser humanos sin olvidarnos del cielo. Enséñanos a vivir, ayúdenos tu oración, danos en la tentación la gracia de resistir. Honor a la Trinidad por esta limpia victoria, y gloria por esta gloria que alegra la cristiandad. Amén
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