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Encuentros al Mediodía. M etáfora alzada como un mojón en el tiempo, brocal en mitad del desierto, es el bíblico Pozo, donde Jesús a la mujer samaritana aguarda -de Amor sincero sedienta-, y a cuantos, como ella, encontrarse con Cristo ansían, al llegar el Mediodía. T iempo,
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Encuentros al Mediodía
Metáfora alzada como un mojón en el tiempo, brocal en mitad del desierto, es el bíblico Pozo, donde Jesús a la mujer samaritana aguarda -de Amor sincero sedienta-, y a cuantos, como ella, encontrarse con Cristo ansían, al llegar el Mediodía.
Tiempo, desierto, historia, -Pozo de Jacob lo apodan-, a cuyo brocal la gente asoma para saciar su sed, al Mediodía.
Otros, prefieren llamarlo Pozo de la Samaritana, -ensoñación, romance, idilio-, y una mujer, de amor vacía, al Mediodía.
En el Pozo se entrecruzan los caminos, tantas veces resecos y polvorientos, de la fe, y Jesús de Nazaret, que lo eterniza.
Pozo, a la vera del camino, de todos los peregrinos que buscan el Agua viva para apagar la sed, al llegar el Mediodía.
Yo, caminante extraviado, exhausto, y sediento del Agua inmortal de la Vida, llego también al brocal del Pozo, igual que aquel Mediodía la mujer de Samaría.
Como ella, que sin saber, la Luz de Cristo buscaba, busco, llenar mi ser, de esta Luz, al Mediodía.
Beber el Agua de la Vida, ansío, y encontrarme con el Cristo que la sed apaga, al Mediodía.
Cambiar necesito esta aparente realidad de vida, -hecha, tantas veces, de hipocresía y mentira-, por la auténtica Verdad, que aguarda, al Mediodía.
Metáfora alzada como un mojón en el tiempo, brocal en mitad del desierto, es el bíblico Pozo, donde Jesús a la mujer samaritana aguarda -de Amor sincero sedienta-, y a cuantos, como ella, encontrarse con Cristo ansían, al llegar el Mediodía. Tiempo, desierto, historia, -Pozo de Jacob lo apodan-, a cuyo brocal la gente asoma para saciar su sed, al Mediodía. Otros, prefieren llamarlo Pozo de la Samaritana, -ensoñación, romance, idilio-, y una mujer, de amor vacía, al Mediodía. En el Pozo se entrecruzan los caminos, tantas veces resecos y polvorientos, de la fe, y Jesús de Nazaret, que lo eterniza. Pozo, a la vera del camino, de todos los peregrinos que buscan el Agua viva para apagar la sed, al llegar el Mediodía. Yo, caminante extraviado, exhausto, y sediento del Agua inmortal de la Vida, llego también al brocal del Pozo, igual que aquel Mediodía la mujer de Samaría. Como ella, que sin saber, la Luz de Cristo buscaba, busco, llenar mi ser, de esta Luz, al Mediodía. Beber el Agua de la Vida, ansío, y encontrarme con el Cristo que la sed apaga, al Mediodía. Cambiar necesito esta aparente realidad de vida, -hecha, tantas veces, de hipocresía y mentira-, por la auténtica Verdad, que aguarda, al Mediodía. Juan Manuel del Río