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LAS NIÑAS DE LA GUERRA. Subí los parlantes (Automático). Cuidado, el enemigo está a la izquierda. No tengas miedo. Atacaremos todos al mismo tiempo. Apúrate... apúrate. Parece un juego, pero no lo es.
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LAS NIÑAS DE LA GUERRA Subí los parlantes (Automático)
Cuidado, el enemigo está a la izquierda. No tengas miedo. Atacaremos todos al mismo tiempo. Apúrate... apúrate... Parece un juego, pero no lo es. Ahora mismo, decenas de miles de niñas y niños están peleando en guerras en más de cuarenta países. Colombia, Irak, Sri Lanka, Uganda, Sierra Leona... Antes, las principales víctimas de la guerra eran militares. En la última década, han muerto dos millones de niños y niñas en conflictos armados. Muchos, en sus casas. Otros, como soldaditos y soldaditas.
La Convención de los Derechos del Niño establece que ningún menor de 15 años deberá participar directamente en hostilidades o ser reclutado por las fuerzas armadas. Aprendimos a manejar granadas, puñales, metralletas... Teníamos que pelear y matar. Actualmente, 350 mil menores de edad están en las primeras líneas de fuego. Obedientes, baratas, sin otra obligación que jugar a la guerra real. En Colombia hay 11 mil niños combatiendo. La mitad son niñas. Es una de las cifras más altas del mundo, sólo superada por Birmania y el Congo.
Nos tocaba cocinar, limpiar los campamentos. Nos mandaban a espiar a los pueblos, saquear las casas. Algunas compañeras eran obligadas a cumplir misiones suicidas y a caminar sobre campos minados. Las niñas soldadas también ayudan a reclutar y secuestrar a otros niños para convertirlos en soldados. Y a ejecutarlos si intentan escapar. Pero lo más terrible es servir como esclavas sexuales para los otros soldados y para los jefes. El comandante me violó y volvió a violarme durante varios meses. Cuando me embaracé, me obligó a abortar.
Muchas de estas jovencitas fueron secuestradas, muchas tuvieron que unirse al ejército o a las fuerzas rebeldes para poder sobrevivir. Un día estaba haciendo de centinela y me escapé. Me atraparon. Me hicieron cavar veinte metros de trinchera, me mandaron veinte veces por la leña, y me amarraron a un palo por dos semanas. Por suerte, no me mataron. Las niñas que sobreviven quedan marcadas de por vida. Traumatizadas por los abusos que presenciaron o que les obligaron a cometer. Son las niñas de la guerra. Muertas, despedazadas por las bombas, violadas, arrancadas de sus familias.
¿Que cuente cómo es la guerra? Todo se hace pedazos, todo desaparece.... Sólo se siente el miedo y la muerte. Radioclip perteneciente a la serie: Ciudadanas con plenos Derechos