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JACINTO. Laura Crespo 4ºC. Jacinto, el más pequeño de los de Amiclas y rey de Laconia, era un muchacho hermoso. Apolo, el dios de la música y los oráculos se enamoró de él.
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JACINTO Laura Crespo 4ºC
Jacinto, el más pequeño de los de Amiclas y rey de Laconia, era un muchacho hermoso. Apolo, el dios de la música y los oráculos se enamoró de él. El amor del dios por el joven era tan grande que tan sólo quería estar con él. Pero su amor no fue ni todo lo feliz, ni lo duradero como el dios hubiera querido…
Un día decidieron competir con el disco, pero nada presagiaba la desgracia que se avecinaba. Apolo se adelantó y cogió el disco primero, lo lanzó y voló muy alto. En su caída rebotó en el suelo y dio en la cabeza de Jacinto, que se desplomó. En cuanto vio lo ocurrido, Apolo corrió hacia el muchacho, agarró su cabeza y lo apoyó en su regazo.
En cuanto vio lo ocurrido, Apolo corrió hacia el muchacho, agarró su cabeza y lo apoyó en su regazo.
La sangre, que manaba sin parar, había teñido de rojo la hierba. Por más que tapara la herida con sus manos y por más que intentara reanimar al joven, de nada servía. El rostro de Jacinto iba palideciendo. También el de Apolo. El uno por la falta de sangre; y el otro, de pesar. La herida del amado era incurable.
Con voz quejosa el dios se lamentaba de su suerte: <<Mueres por mi culpa, amigo mío. Ojala hubieses lanzado tú primero el disco. Soy el artífice de tu muerte. Siempre te recordaré en mis versos y te cantaré con mi lira>>. Mientras hablaba se dio cuenta de que la hierba teñida de sangre había brotado una flor parecida a un liro pero de diferente color.
Apolo la arrancó muy suavemente y en sus pétalos escribió: ¡Al! ¡Al! Para que todo el aquel que la viese, recordara el triste suceso y el nombre de su desgraciado protagonista.