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Jesús nos da fundamento. Nos presenta a un Dios cotidiano que hay que encontrar en la proximidad del otro. Jesús viene a transformar nuestras relaciones con los demás, con nosotros mismos, cuando dejamos que Dios irrumpa en la cotidianidad. Ser como Dios es generar y fecundar a los otros, Dios es creador de vida, es fecundador. Quien se deja fecundar por la humanidad de Jesús vive una nueva creación. Juan A. Estrada Texto: Mateo 18,15-20 / 23 Tiempo Ordinario –A- Comentarios y presentación: Asun Gutiérrez. Cristiana, laica.Música: Mozart. Concierto para flauta y arpa. Andantino.
El texto forma parte del cuarto discurso de Mateo, conocido con el nombre de “discurso comunitario”. Es continuación de la parábola de la oveja perdida. Muestra la actitud fundamental que debe existir en la comunidad: una misericordia semejante a la del Padre. El modelo de comunidad que nos presenta Mateo es el de una comunidad de hermanos y hermanas en la que las murallas de clases sociales, prejuicios, privilegios, autoritarismos se han de derribar para que nazca la comunidad de iguales y participativa. Estela Aldave
15Por eso, si tu hermano te ofende, ve y repréndelo a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16Si no te escucha, toma contigo uno o dos, para que cualquier asunto se resuelva en presencia de dos o tres testigos. Jesús nos anima a ayudarnos mutuamente a crecer, a ser mejores personas. Es una invitación a reflexionar sobre cómo son nuestras relaciones con l@s demás. El Evangelio nos llama constantemente a aprender y a practicar el perdón desde el amor. ¿Estamos más habituad@s al lenguaje y mensajes del miedo y de la culpa que a las palabras y actitudes del amor y de la gratuidad? El perdón adquiere un nuevo significado cuando aprendemos a perdonar y a perdonarnos y cuando nos sentimos perdonad@s gratuita e incondicionalmente.
17Si no les hace caso, díselo a la comunidad; y si tampoco hace caso a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Jesús habla a la comunidad. No remite a ningún responsable. La auténtica comunidad de Jesús no está formada por “buenos y malos”, “perdonados y perdonadores”, “jueces y reos”, sino por hermanas y hermanos que se quieren, se respetan y se ayudan.
18Os aseguro que lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo; y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Jesús sigue hablando en plural, sus palabras siempre se dirigen a toda la comunidad. “Atar o desatar”. De nosotr@s depende. Jesús optó por “atar” su vida a las personas empobrecidas, enfermas, víctimas de la corrupción y de la injusticia, “desatándolas” de todo tipo de exclusión y opresión. Su vida es signo de acogida, liberación y perdón. Modelo y ejemplo para la nuestra.
19También os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre celestial. 20Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Jesús no habla de reuniones multitudinarias. El encuentro fraterno, siendo plenamente humano (“ponerse de acuerdo”), es signo eficaz de la presencia liberadora de Jesús. En la oración y por la oración aprendemos a vivir en confianza incondicional. Nos convertimos, un@s para otr@s, en cauce de la presencia, acogida, solidaridad, ternura... de Jesús. Nuestra tarea es ayudarnos mutuamente a ser personas más humanas, más libres y más felices, caminando junt@s hacia la fraternidad universal.
CREO Creo en las personas que construyen una tierra libre, fraterna y solidaria. Creo en una tierra nueva, donde los niños crezcan con la certeza de un mundo mejor. Creo en la fuerza del amor, en el perdón y en la paz. Creo en las manos que levantan a los que cayeron al borde del camino. Creo en el respeto y la tolerancia que acoge a cada cual como es. Creo en el esfuerzo diario que conserva la naturaleza para las generaciones presentes y futuras. Creo en Dios, Padre/Madre de todos, amigo y compañero de camino. Creo en las personas, reflejos del amor de Dios. Creo en la bondad porque creo en Dios. Si no creo que la bondad es el fondo de toda criatura y de todo ser humano, no creo en Dios. Si no creo más en la bondad que en la maldad, no creo en Dios. Pero creo en Dios y creo en la bondad, a pesar de todo. Amén.José Arregi