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Lección 12 para el 19 de marzo de 2011. Dios puso al hombre en el ambiente perfecto para él:. Libres de todo sentimiento de temor o preocupación. Vistas agradables de flores, árboles, ríos. Muchos animales de compañía que cuidar y mimar. Una temperatura constante todo el año.
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Dios puso al hombre en el ambiente perfecto para él: Libres de todo sentimiento de temor o preocupación Vistas agradables de flores, árboles, ríos Muchos animales de compañía que cuidar y mimar Una temperatura constante todo el año Un trabajo satisfactorio y entretenido Una hermosa banda sonora Aromas suaves y enriquecedores Gran variedad de alimentos
A partir del pecado, la relación del hombre con la naturaleza quedó afectada de tres formas distintas: La tierra quedó maldita produciendo espinas y cardos. El trabajo del suelo fue cada vez más costoso y duro (Génesis 4:12). Las plagas impidieron una mayor producción de la tierra. Los hombres sufrieron fatigas, dolor y enfermedad que debilitaron su salud. Surgieron los animales carnívoros, causando daños entre los animales y al propio hombre. El hombre desequilibró el medio ambiente, destruyendo la naturaleza. Debido a la corrupción del hombre, Dios tuvo que destruir la tierra a través del diluvio. Esto provocó cambios aún más drásticos en el medio ambiente.
A pesar del pecado y de la destrucción causada por el diluvio, la naturaleza sigue hablándonos de la existencia y el poder de Dios. “Para el cristiano, el amor y la benevolencia de Dios pueden verse en cada don de su mano. Las bellezas de la naturaleza son motivo de su contemplación. Al estudiar los encantos naturales que nos rodean, la mente pasa de la naturaleza al Autor de todo lo amable. Todas las obras de Dios hablan a nuestros sentidos, magnificando su poder y exaltando su sabiduría. Cada ser creado tiene en sus encantos aspectos interesantes para el hijo de Dios, y modelan su gusto para contemplar esas preciosas evidencias del amor de Dios por encima de las obras de la pericia humana” Elena G. de White, Hijos e hijas de Dios, “De lo artificial a lo natural”, p. 112)
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol; Y éste, como esposo que sale de su tálamo, Se alegra cual gigante para correr el camino. De un extremo de los cielos es su salida, Y su curso hasta el término de ellos; Y nada hay que se esconda de su calor” Salmo 19:1-6
COMUNIÓN CON DIOS EN LA NATURALEZA “Son muchas las formas en que Dios está procurando dársenos a conocer y ponernos en comunión con él. La naturaleza habla sin cesar a nuestros sentidos. El corazón que está preparado quedará impresionado por el amor y la gloria de Dios tal como se revelan en las obras de sus manos. El oído atento puede escuchar y entender las comunicaciones de Dios por las cosas de la naturaleza. Los verdes campos, los elevados árboles, los botones y las flores, la nubecilla que pasa, la lluvia que cae, el arroyo que murmura, las glorias de los cielos, hablan a nuestro corazón y nos invitan a conocer a Aquel que lo hizo todo” Elena G. de White, El camino a Cristo, p. 84 “Y cuando contemplamos la hermosura y la grandeza de las obras de la naturaleza, nuestros afectos anhelan a Dios; mientras el corazón se llena de reverencia, y el espíritu se subyuga, el alma se fortalece por el hecho de ponerse en relación con el Infinito por medio de sus maravillosas obras” Elena G. de White, Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 43
LA NATURALEZA COMO FUENTE DE SALUD La naturaleza puede ser una fuente de curación para el cuerpo, la mente y el espíritu. “Todos debieran conocer los agentes que la naturaleza provee como remedios, y saber aplicarlos” (Elena G. de White, El ministerio de curación, p. 89) La naturaleza también es fuente de sanidad gracias a los diversos remedios naturales (plantas, barro, …) que Dios ha provisto. Aire puro. Sol. Descanso y relajación. Ejercicio. Agua. Alimentación sana. Abstención de lo perjudicial. Confianza en el poder divino.
“Desde el solemne y profundo retumbo del trueno y el incesante rugido del viejo océano, hasta los alegres cantos que llenan los bosques de melodía, las diez mil voces de la naturaleza expresan su loor. En la tierra, en el mar y en el cielo, con sus maravillosos matices y colores que varían en glorioso contraste o se fusionan armoniosamente, contemplamos su gloria. Las montañas eternas hablan de su poder. Los árboles que hacen ondear sus verdes estandartes a la luz del sol, las flores en su delicada belleza, señalan a su Creador. El verde vivo que alfombra la tierra, habla del cuidado de Dios por la más humilde de sus criaturas. Las cuevas del mar y las profundidades de la tierra revelan sus tesoros. El que puso las perlas en el océano y la amatista y el crisólito entre las rocas, ama lo bello. El sol que se levanta en los cielos es una representación de Aquel que es la vida y la luz de todo lo que ha hecho. Todo el esplendor y la hermosura que adornan la tierra e iluminan los cielos hablan de Dios” Elena G. de White, Consejos para los maestros, padres y alumnos, p. 53