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En la antigüedad los creadores de la tecnología eran principalmente artesanos que poco sabían de principios científicos y sus habilidades se basaban completamente en el conocimiento empírico. La estrecha relación entre la ciencia y la tecnología inició como resultado de la Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX. A partir de entonces, la ciencia se convirtió en el cimiento de nuevos inventos que favorecieron el desarrollo de la tecnología y la industria, y a su vez, la tecnología comenzó a convertirse en una herramienta al servicio de la ciencia, como con el desarrollo de instrumentos de laboratorio que facilitaron la experimentación.[1] • La ciencia en sentido moderno, según Mario Tamayo y Tamayo, puede definirse como “el conjunto de conocimientos racionales, ciertos y probables, obtenidos metódicamente, mediante la sistematización y la verificación y que hacen referencia a objetos de la misma naturaleza”.[2] Sin embargo, esta definición de ciencia puede considerarse restrictiva o limitada debido a que sólo hace referencia a las ciencias naturales. • Mario Bunge opta por una definición más amplia de ciencia a la que en un primer momento llama “cuerpo de ideas”, y define como “el conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y falible”, tal y como es entendida en la actualidad.[3] Pero, agrega la importancia de distinguir entre la ciencia formal y la ciencia fáctica, porque “no toda la investigación científica produce conocimiento objetivo”, lo que no significa que deje de considerarse como tal.[4]
Para Bunge la lógica y las matemáticas son las llamadas ciencias formales, cuyo objeto de estudio son los entes formales, así como las relaciones lógicas (o mentales) que se establecen entre ellos; por su parte, las ciencias fácticas, que abarcan las ciencias naturales y las ciencias sociales, tienen como objeto de estudio a las cosas concretas y reales, es decir, la naturaleza y la sociedad.[5] • Si bien, -agrega Bunge-, ambos tipos de ciencia emplean el método científico se distinguen por su materia de estudio y la forma para alcanzar sus fines. De esta manera, la finalidad de las ciencias formales es demostrar o probar; en cambio, las ciencias fácticas buscan verificar, corroborar o invalidar una hipótesis; y aclara que, por la naturaleza misma del método científico, el conocimiento alcanzado siempre será provisional y perfectible.[6] • Por su parte, el Manual Canberra de la OCDE menciona la dificultad de proporcionar una definición del término ciencia debido a los diferentes puntos de vista sobre la extensión del término y su uso para referir los diversos campos del conocimiento que procede de razones culturales y lingüísticas.[7] • Un ejemplo son los diferentes significados de la palabra ciencia en el idioma alemán, el inglés y el español. La palabra inglesa “science", tiene una extensión más específica y a menudo se emplea como sinónimo de las ciencias naturales. Por otra parte, el concepto alemán de "Wissenschaft" es más amplio, pero quizás más restrictivo en términos de nivel de habilidad y de actividad.[8]
Y la palabra ciencia en español, cuya raíz etimológica es la palabra latina scientia, sugiere conocimiento.[9] • En términos generales, hay acuerdo en que el término ciencia comprende campos como las llamadas ciencias naturales, en tanto que las diferencias consisten en aplicar o no el término ciencia para referirnos a áreas de conocimiento como la religión, la teología, la economía doméstica, las humanidades o las artes. Sin embargo, el citado Manual señala deliberadamente como ciencia un concepto más amplio que abarca todos los campos del conocimiento, inclusive los relativos a éstas últimas áreas del conocimiento.” [10] • Por otro lado, Mario Bunge define tecnología como “el desarrollo de la actividad científica aplicada al mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y manufactura de bienes materiales y culturales”;[11] mientras que para Gustavo A. Cárdenas es “la suma de conocimientos de los medios y de los métodos destinados a producir bienes y servicios”,[12] pero aclara que la tecnología no es sinónimo de ciencia aplicada, pues en algunas ocasiones la tecnología es anterior a la ciencia, y en muchos otros la tecnología surge sin un conocimiento científico previo y preciso de cómo y por qué funcionan los procesos u ocurren los fenómenos con resultados concretos.[13] • Se observa que en las definiciones de tecnología de Bunge y Cárdenas se destaca el papel que tiene ésta para la sociedad y la cultura en la actualidad. Hoy la tecnología se ha convertido indispensable en la vida cotidiana de las personas, con el uso de ésta realizamos actividades básicas de nuestra vida como puede ser comunicarnos de manera instantánea oralmente y por escrito, transportarnos grandes distancias en poco tiempo y producir nuestros alimentos con mayor calidad y cantidad, entre muchas cosas más.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), define la tecnología de manera más estrecha, como "el uso del conocimiento", es decir, “consiste en la utilización de herramientas y técnicas para realizar los planes y lograr los objetivos deseados”.[14] • Hoy en día la ciencia y la tecnología están íntimamente relacionadas y generalmente las tareas que componen estos dos ámbitos se reúnen en un sólo concepto. De esta manera, tanto la UNESCO como la OCDE, definen a las actividades científicas y tecnológicas (ATC) como aquellas “que están estrechamente relacionadas con la producción, la promoción, la difusión y la aplicación de los conocimientos científicos y técnicos, en todos los campos de la ciencia y la tecnología.”[15] Se señala además, que se clasifican en tres tipos: la investigación científica y desarrollo experimental (IDE), la enseñanza y la formación científica y tecnológica (EFCT) y los servicios científicos y tecnológicos (SCT).[16]