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MODA EN EL RENACIMIENTO Diana Carolina Manrique
En los s. XV y XVI empieza a tener protagonismo el concepto de lujo que se observa en toda la ornamentación cotidiana: tejidos más ricos en texturas y coloridos. Corresponde al descubrimiento de nuevos mundos su posterior colonización y la aparición de nuevas riquezas. Por influencia italiana se hizo frecuente la saya ahuecada por el verdugado, especie de aros horizontales, incorporados a la falda y que le daban aspecto de campana.
La moda del Gótico, este estilo de vestidos era natural ya que se liberaba de todo lo anterior. Las prendas de mujer acentuaban la forma natural de su figura mediante su énfasis en la cintura; la falda era generosa con amplios pliegues, y el corsé, muy ajustado, tenía un escote circular o cuadrado. Al principio esta prenda se dividía en un corsé y una falda larga. La manga sencilla y ajustada se cortó después para un mayor confort y elegancia. Sobre esta prenda se llevaba otra prenda sin mangas, cuya pieza frontal estaba abierta a modo de abrigo.
Accesorios importantes eran un pañuelo y un abanico, así como las cadenas de oro y los grandes collares. La ropa de hombre estaba compuesta por un abrigo corto con cinturón de cuero y mangas cortadas. Llegaba hasta la rodilla (o más corto) revelando unas medias extravagantes ajustadas. Otra prenda popular del Alto Renacimiento era el abrigo con mangas cosidas y un amplio cuello que llegaba hasta el talón; esta prenda era un atuendo para ocasiones oficiales en las universidades.
Tal vez el desarrollo más interesante de esta época fuera la utilización, o al menos la exposición, de las camisas por parte de hombres y mujeres. Una vez que la camisa quedaba a la vista, tenía que ser adornada; los ribetes de encajes y volantes en cuello y mangas se convirtieron en menos de 50 años en gorgueras almidonadas que estuvieron de moda durante otros 100 años.