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Cesar Augusto, emperador romano quería saber cuanta gente vivía en su imperio para calcular el dinero que recogería con los impuestos. Dictó una orden para que todo el mundo se empadronara donde había nacido. Los caminos se llenaron de gente que viajaba de un lado a otro en busca de su pueblo.
Un carpintero llamado José y su esposa María, también se pusieron en camino. Bajaron por el río Jordán desde Nazaret hasta Belén, un viaje muy largo. María iba en una burra y estaba embarazada. Sabía que iba a ser madre del Hijo de Dios.
Cuando llegaron a Belén, estaba todo lleno de gente. María y José estaban cansados y hambrientos tras el largo viaje y la burra también, así que se fueron a buscar posada. Buscaron y buscaron, pero no había sitio. José empezó a preocuparse porque María estaba a punto de dar a luz. Llegó la noche y lo único que encontraron fue un establo para animales que estaba en las afueras de Belén y que un pastor les dejó.
María se preparó un colchón de paja, lo mejor que pudo y la burra se puso a comer heno del pesebre. José encendió un lámpara de aceite y se quedó cuidando a su esposa con impaciencia. Mientras tanto en las colinas de alrededor de Belén los pastores cuidaban a sus ovejas. Era una noche fría y clara, y los pastores se envolvían en sus túnicas sin dejar de vigilar por si venían fieras del monte. Todo estaba oscuro sereno y en paz.
Área: Religión Profesora: Iluminada López Domenech Alumno: David Torres Vallejos Curso: 6ºA