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Prof. Teresa Salazar. Universidad de Los Andes Escuela de Criminología. tesalazarm@yahoo.es. Prof. Elizabeth Torres R. Universidad de Los Andes Instituto de Estadística Aplicada y Computación. Mérida-Venezuela eliza @ula.ve. Dra. Vítalia Rincón. Medicatura Forense.
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Prof. Teresa Salazar. Universidad de Los Andes Escuela de Criminología. tesalazarm@yahoo.es Prof. Elizabeth Torres R. Universidad de Los Andes Instituto de Estadística Aplicada y Computación. Mérida-Venezuela eliza @ula.ve Dra. Vítalia Rincón. Medicatura Forense. vitaliarincon@yahoo.com VIOLENCIA EN LA PAREJA
1 INTRODUCCIÓN Este estudio trata sobre la violencia en la pareja y es parte de la investigación “La Violencia en la Familia. Diagnóstico y Soluciones, Mérida 2004” que se origina como un planteamiento teórico-práctico, desde la perspectiva científica y humanista a dicha problemática. Por violencia puede entenderse una especie de agresividad injustificada e ilegitima con fines perversos e ilegales. La violencia genera rechazo, frustración y más violencia que se acentúa y perpetúa mediante un ciclo patológico que es necesario romper. La agresividad o agresión es un término que describe una conducta, una acción o ataque hacia otra persona o a si mismo. Por otra parte, es bien conocido que la familia es la base fundamental de la sociedad y paradójicamente el principal ente generador de violencia; ciertamente, es uno de los espacios sociales en el que la violencia se presenta bajo formas muy sui-géneris, entre ellas, violencia en la pareja.
Es conocido que la cultura asigna un lugar de género, que se internaliza y se asume, mediante los procesos de socialización y se adopta el rol femenino ó masculino. Según Deza (1997: 20), la violencia en la pareja pasa por tres etapas. Primera fase: acumulación de la tensión, que se caracteriza por la fácil irritabilidad del agresor. La segunda fase o explosión, en esta fase el agresor muestra una agresividad incontenible. La tercera fase de calma o reconciliación. Esta etapa se caracteriza porque el agresor muestra conductas de arrepentimiento y afecto a la pareja. Al inicio de ésta fase es cuando el agresor acepta ayuda. La realidad, sin embargo, es que las cosas no cambiarán por si solas y el ciclo de la violencia se repite indefinidamente, atrapando a la pareja en un circulo vicioso difícil de salir.
2 UNA VISIÓN DEL PROBLEMA La violencia contra la mujer y la familia adquirió relevancia internacional a raíz de los movimientos que surgen en los años setenta y que ganaron terreno en los Derechos Humanos y se comienza la larga lucha para reivindicar e igualar los derechos y libertades del hombre y la mujer (Gómez en Mora, 2004: 6). Gracias a los esfuerzos internacionales se logró la creación de estrategias que protegieran a la familia y la mujer tales como: La Conferencia Mundial de la Mujer, en Beinjig (1995). La Declaración sobre la eliminación de la Violencia contra la Mujer, en Viena (1993). Los Informes De Las Naciones Unidas sobre la violencia en el hogar (1980). El Plan Regional para la Integración de la mujer en el Desarrollo Económico y Social (1977), entre otras.
3. METODOLOGÍA Para la realización de la investigación se toman las definiciones del articulado que contiene la “La Ley sobre la Violencia contra la mujer y la Familia” (1998): Violencia Familiar (Artículo 4°) Violencia física (Artículo 5 °) Violencia psicológica (Artículo 6°). Violencia sexual (Artículo 7°). En la elaboración del instrumento de medición se emplearon aspectos propios de la entrevista siquiátrica. Este es un estudio de casos (Hernández et al., 2003) sobre la violencia en la pareja en victimas y victimarios que acuden a la Medicatura Forense del Estado Mérida, en el lapso de Abril y Mayo de 2004. La información fue procesada mediante el paquete SAS, versión 8.2 bajo UNIX, para una IBM RS 6000 instalada en el Centro de Cálculo Científico de la Universidad de Los Andes (CECALULA), y ejecutado remotamente desde el Instituto de Estadística Aplicada y Computación.
Gráfico 1 Distribución de los entrevistados por Sexo 4 RESULTADOS Este estudio trata de 43 casos de victimas y victimarios que acuden a la Medicatura Forense por violencia en la pareja, de los cuales 33 son mujeres, lo que representa el 76,7% de los entrevistados (Gráfico 1). Las victimas de sexo femenino manifiestan que acuden a denunciar el maltrato debido al apoyo que perciben actualmente por la puesta en práctica de la “Ley contra la violencia a la mujer y la familia”.
Fuente. Entrevista. "La violencia en la Familia". Medicatura Forense". Mérida 2004. En la Medicatura Forense se entrevistan más victimas que victimarios, el 81,4% son victimas y 18,6% victimarios; de acuerdo al sexo de las víctimas 33 son mujeres y 2 hombres (Gráfico 2).
De acuerdo al vínculo con el agresor, el 80% de las victimas son maltratadas por su cónyuge y el 20% por su excónyuge. En cuanto a la nacionalidad el 97% de estos casos son venezolanos, solo una victima es extranjera y procede de Argentina. Además, la distribución geográfica nos indica que el 75% de los entrevistados son nativos del Estado Mérida, el 5% nacieron en el Distrito Federal y 5% en Trujillo; el 15% restante procede de Aragua, Miranda, Falcón, Zulia, Táchira y Argentina, correspondiendo a cada uno el 2,5%. Según el Municipio en el que habitan, la distribución de los casos es el siguiente: 53,49% Libertador, 32,56% Campo Elías y, Sucre y Pueblo Llano con 6,98% cada uno.
Tabla 1 Distribución de la Edad, Según Grupos Etarios Fuente. Entrevista. "La violencia en la Familia". Medicatura Forense. Mérida 2004. La tabla 1 muestra que la edad de las victimas oscila entre 22 y 51 años, con un promedio de 35,7 años y una desviación estándar de 7,4 años. Se tiene que por lo menos el 75% de los casos analizados presenta edades de 28 a 43 años.
Tabla 2 Distribución del Estado Civil Fuente. Entrevista. "La violencia en la Familia". Medicatura Forense. Mérida 2004. La tabla 2 muestra el estado civil de los entrevistados, observándose un igual porcentaje de casados y divorciados (37,21%), en concubinato 13,95% y solteros 11,63%. Estos resultados reflejan la dificultad de convivencia de las parejas y la posible disfunción inherente a la misma.
Tabla 3 Ocupación Fuente. Entrevista. "La violencia en la Familia". Medicatura Forense. Mérida 2004. Frecuencia de valores ausentes = 2
Tabla 4 Nivel de Instrucción Fuente. Entrevista. "La violencia en la Familia". Medicatura Forense. Mérida 2004. En cuanto al nivel de instrucción se observa que el 16,28% de los entrevistados culminó la primaria, 13,95% secundaria completa, 6,98% universitaria y 11,63% postgrado.
Asistencia recibida por las victimas El 28,95% de los entrevistados recibió asistencia policial, 18,42% asistencia policial y médica, 10,53% Jurídica y 10,53% no recibió ninguna asistencia, 7,89% Jurídica y Policial, 7,89% Psicológica, Policial y medica, 5,26% Siquiátrica, Jurídica y Policial, 2,63% ayuda sicológica, 2,63% sicológica, siquiátrica, jurídica y medica, 2,63% siquiátrica y policial, y 2,63% Jurídica y médica.
Tabla 6 Presenció Maltrato en su Familia de Origen Fuente. Entrevista. "La violencia en la Familia". Medicatura Forense. Mérida 2004. La tabla 6 muestra que el 30,2% de los entrevistados presenció maltrato en su familia de origen y 69,8% no. De los que presenciaron maltrato, un 7,69% refirió maltrato físico, el 15,38% psíquico, 23,08% ambos tipos y el 7,69% indicó físico, psíquico y patrimonial. El 28,57% de las victimas presenció violencia en su familia de origen, mientras el 37,5% de los victimarios también la presenció.
El análisis cruzado del tipo de familia con el tipo de entrevistado, indica que el 41,86% de los entrevistados procede de familia desintegrada, de los cuales el 37,14% son victimas y el 62,5% son victimarios. El 53,49% de los entrevistados provienen de familias amalgamadas, de los cuales 57,14% son victimas y el 37,5% son victimarios. Llama la atención que los victimarios provienen en su mayoría de familias desintegradas en donde la regla es la carencia de normas, de afecto, de apoyo moral y psicológico. Las victimas proceden en su mayoría de familias amalgamadas donde reina la incapacidad para tomar decisiones sin el consentimiento del grupo, lo cual hace que los rasgos de dependencia de sus miembros se arraiguen en su estructura de personalidad.
El análisis individual del tipo de violencia reportada evidencia que la violencia psicológica presenta el primer lugar (97,67%), en segundo lugar la física (86,05), en tercer lugar la sexual (61.11%) y por último, la patrimonial con el 51,16%. La violencia comienza con el maltrato verbal que incluye trato vejatorio, humillación del victimario a la victima hasta que se pierde el control y se llega al maltrato físico. De los entrevistados que presentaron violencia física un 86,5% son victimas y 13,5% son victimarios.
Han sufrido daño sicológico 42 de los 43 casos estudiados, de los cuales 35 son victimas y 7 victimarios. Solo un victimario no refirió daño psicológico. Las victimas al ser agredidas pueden tomar conductas defensivas para repeler el ataque del victimario, mediante verbalizaciones hostiles. Entre los casos de violencia sicológica el 74,4% refiere trato vejatorio, 48,84% deshonra, 46,51% descrédito, 30,23% vigilancia constante, 27,91% privación de medios económicos, 16,28% amenaza con aislar a los hijos y un solo caso de aislamiento (encerró a la victima en una habitación bajo llave).
Tabla 7 Tipos de violencia física Fuente. Entrevista. "La violencia en la Familia". Medicatura Forense. Mérida 2004. Frecuencia de valores ausentes = 8 En la tabla anterior se muestran las características de las lesiones. El 45,71% presenta lesiones de consideración, tales como: fisuras, fracturas, hematomas, hemorragia conjuntival, síndrome del latigazo y excoriaciones generalizadas que indican la gravedad de la violencia física.
De las 35 victimas de violencia sexual 14 informaron contacto genital no voluntario y 7 no genital. Mientras que el resto no informó, lo cual podría explicarse porque las victimas ocultan información debido a lo “delicado” del tema. Por otra parte, se evidencia que en la violencia de pareja la violencia sexual es una forma de dominación hacia la mujer. Con relación a la violencia patrimonial 19 de las victimas y 3 de los victimarios manifestaron daño a sus bienes o patrimonio (puertas, electrodomésticos, muebles, ventanas con vidrios, etc.). El resto no informó. Esta es una forma de expresión de la agresividad en la pareja para canalizar la rabia reprimida.
El tiempo promedio de maltrato es de 7,08 años, con una desviación típica de 5,67 años y un coeficiente de variación del 80,1%, lo cual nos indica que existe mucha variabilidad en los casos. Debido a la variabilidad presente, es mejor analizar la mediana del tiempo de maltrato, la cual nos indica que el 50% de los casos ha sufrido maltrato durante 5 años o menos. En cuanto a la frecuencia del maltrato en el último año el 46,51% de los entrevistados refieren semanalmente, el 30,23% ocasionalmente, 11,63% diariamente y 11,63% no dio información.
La mayoría de los entrevistados indica que el comienzo del maltrato ocurrió durante el matrimonio (46,51%), debido a que la estructura de la relación de pareja se va consolidando y a medida que trascurre el tiempo de matrimonio se manifiesta la anomalía. El 27,91% lo refirió durante el último año de convivencia, momento en el que el deterioro de la relación es marcado e insalvable. El 9,30% a partir del nacimiento del primer hijo, éste genera un nuevo reto y responsabilidad a la pareja. El 2,33% manifestó maltrato recién casados y durante el embarazo, respectivamente, y 11,63% indicaron otro no especificado.
El 55,81% refiere que el hecho sucedió bajo influencia de sustancias licitas o ilícitas; de los cuales el 83,33% consumió alcohol y el 16,67% alcohol y cocaína. Debido al consumo de estas sustancias muchos victimarios exacerban patologías subyacentes, desinhibidas por la acción de las mismas. La mayoría (69,77%) manifiesta que el hecho de violencia ocurrió en el hogar, ya que en éste espacio la pareja se muestra tal cual es. Mientras que el 30,23% restante indicó hogar, calle, trabajo y otro. Esto último ocurrió sobretodo en parejas que estaban separadas físicamente.
La reacción de la victima ante el maltrato es de temor (11,76%), depresión, inseguridad y temor (11,76%), inseguridad y temor (8,82%), rabia, depresión, inseguridad y temor (8,82%), solo depresión (8,82%), solo tolerancia (5,88%), temor y tolerancia (5,88%), solo rabia (5,88%), rabia y depresión (5,88%), mientras el 26,50% manifiesta una mezcla de emociones caracterizadas por: tolerancia, frustración, rabia, depresión, inseguridad y temor. Las emociones distímicas encontradas en las victimas acentúan trastornos subyacentes o desarrollan síndromes y trastornos psicológicos o emocionales a posteriori.
Antes del maltrato el estado emocional del victimario fue de rabia (21,95%), con éste mecanismo psicológico regresivo y primitivo, el victimario somete e intimida a su victima por lo que le genera temor. Bajo influencia de alcohol o drogas (17,07%), los victimarios se tornan irritables, iracundos, violentos y agresivos por la acción desinhibitoria de éstas sustancias. La reacción de rabia y celos en los victimarios (hombres) es propia de la cultura machista Latinoaméricana, representa en éste estudio (17,07%) y celos (14,63%). Se observó solo depresión (7,32%); rabia, celos y bajo efectos de alcohol o drogas (9,76%), sicótico (9,76%), y rabia, depresión y celos (2,44%).
El estado del victimario después del maltrato fue de arrepentimiento para la mayoría de los casos estudiados (40,48%), éste es un mecanismo de manipulación psicológica muy común en nuestro medio social. Amenaza con volver a hacerlo se halló en (26,19%), de ésta forma tiene coaccionada a la victima quien no tiene posibilidades de salir del circulo vicioso: maltrato-arrepentimiento-amenaza. Y por último, (33,33%), conformado por 14 casos especificados de la siguiente manera: 3 culpabilizan a la esposa, 4 manifiestan indiferencia, 3 evasiones, 1 depresión, otro intento de suicidio y 2 no especificaron. Esto evidencia mecanismos de defensa inmaduros para enfrentar la situación.
Tabla 8 Objeto que utilizó en la agresión Fuente. Entrevista. "La violencia en la Familia". Medicatura Forense. Mérida 2004. Frecuencia de valores ausentes = 1 La mayoría reporta que el objeto utilizado para la agresión fue manos, pies y dientes (69,05%), propio de las personas desbordadas emocionalmente y sin capacidad de control. El arma blanca se utilizó en el (23,81%), debido a la disponibilidad en el hogar de cuchillos de cocina u otros objetos como tijeras. El uso de armas de fuego se observó en el (4,76%), el victimario tenía porte legal de armas. Manos, pies, dientes y correa (2,38%), por lo general cachetadas, puñetazos, patadas y mordiscos son las acciones infringidas en las víctimas.
A consecuencia de la violencia se generó en 5 victimas intento de suicidio, en 3 intentos de homicidio, esto ocurre cuando llega a la desesperación extrema y a la visión tubular de no hallar solución ante la situación de maltrato y 2 intentos de homicidio y de suicidio. Pero, 25 de las victimas no aportaron información. Uno de los victimarios realizó un intento de homicidio y los 7 restantes no informaron. Además, el 61,91% de las parejas se han separado. Se evidencia que la violencia no permite a las parejas reiniciar una relación funcional. El 21,43% intenta separarse sin embargo, la dependencia económica y psicológica mantienen los lazos de la relación disfuncional. El 16,67% otros, de los cuales 3 buscaron ayuda profesional, 1 firmó caución y el resto no especificó. Se observa un menor porcentaje de los que buscaron ayuda. El 57,14% de las victimas reportaron que pueden sostener económicamente a sus hijos y el 42,86% no.
La mayoría de las victimas que acuden a la Medicatura Forense presentan trastornos secundarios a situaciones estresantes para el momento de la evaluación, que se analizan según la Décima Clasificación de las Enfermedades Mentales y del Comportamiento. (CIE10 F40-F48). Así, el Trastorno de Ansiedad se presenta en 29.18 % de las victimas, “la característica esencial es una ansiedad generalizada y persistente. Las quejas más frecuentes son sentirse constantemente nerviosos, con temblores, tensión muscular, sudoración, palpitaciones, vértigos y molestias epigástricas, este trastorno es más frecuente en mujeres y está relacionado con estrés ambiental crónico” (CIE, 1992:176). La Depresión Reactiva Prolongada representa el 14.28 % y se caracteriza por un estado depresivo moderado que se presenta como respuesta a la exposición prolongada a una situación estresante, pero cuya duración no excede a los dos años (CIE, 1992:189). Una de las victimas presentó además, un Trastorno Somatomorfo.
El 23.8% presenta Reacción a Stress Grave como consecuencia por ejemplo, de una “paliza” propinada por el victimario a la victima, o de una situación traumática sostenida (trato vejatorio continuo, humillaciones frecuentes etc.). La Reacción a Estrés produce síntomas tales como depresión, ansiedad, ira, desesperación, hiperactividad o aislamiento, episodios reiterados de volver a vivenciar el trauma en forma de reviviscencias sobre un fondo persistente de una sensación de entumecimiento emocional, de falta de capacidad de respuesta al medio, de anhedonia y de evitación de actividades y de situaciones evocadoras del estrés (CIE, 1992:182-184). El 19.04% es Pasivo Dependiente. Un caso presentó rasgos Esquizoide de la Personalidad como frialdad emocional, desapego o embotamiento afectivo incapacidad para expresar sentimientos de simpatía, ternura o ira hacia los demás, ausencia de relaciones personales íntimas o de mutua confianza.
En relación a los victimarios se observa que un 46.66% presenta Síndrome de Dependencia al alcohol. El 10% de estos victimarios además, consumen drogas (cocaína y sus derivados). El 3.33% de estos entrevistados cursaba con cuadro depresivo agregado a su dependencia al alcohol. Un 3.33% presentó Trastorno Sicótico por ingesta crónica de alcohol, éste se caracteriza por “alucinaciones vívidas ideas delirantes o de referencia (a menudo de naturaleza paranoide o de persecución), trastornos psicomotores (excitación, estupor) y estados emocionales anormales, que van desde el miedo intenso hasta el éxtasis” (CIE, 1992: 107). El 23.33% presenta Consumo Perjudicial de Alcohol el cual se trata de una forma de consumo que está afectando ya la salud física o mental (CIE, 1992: 102). De éste grupo el 3.33% consumía además cocaína, estimulante que incrementaba la excitabilidad y la irritabilidad de la conducta.
El 9.99% presentó Trastorno Explosivo de la Personalidad. El 6.66% presentó Trastorno Orgánico de la Personalidad. Un caso presentó Psicosis Tóxica por consumo de alcohol sin dependencia. En el 6.66%, se diagnosticó Trastorno Paranoide de la Personalidad en el cual se presenta sensibilidad excesiva a los contratiempos y desaires, incapacidad para perdonar agravios y perjuicios y predisposición a rencores persistentes. Tendencia generalizada a distorsionar las experiencias propias interpretando las manifestaciones amistosas de los demás como hostiles o despectivas (CIE, 1992: 250). Un caso, tiene Trastorno Narcisista de la Personalidad cuya característica principal es la tendencia a ser el centro de atención del grupo familiar, manipulando según sus intereses, situaciones cotidianas. Si son frustrados en el intento pueden presentar crisis explosivas y agresividad (CIE, 1992: 256).
4. CONCLUSIÓN Ante éstarealidad se requiere además del diagnóstico, y de la reflexión necesaria, promover una experiencia de trabajo terapéutico individual, de pareja o grupal en aras de romper éste círculo vicioso de la violencia en la pareja. Se podría concluir que la violencia se ha convertido en un patrón de socialización, que es trasmitido de generación en generación, el cual abarca todos los ámbitos de la vida del individuo, desde su lenguaje hasta su forma de relacionarse. También surge la necesidad de promover y desarrollar investigaciones, en el área médica, social, psicológica, jurídica y criminológica. Unificar criterios para la elaboración de las estadísticas en todas las instituciones que se relaciona con la violencia familiar. Además, contar con el apoyo de políticas educativas y sociales en el cual el Estado sea garante del cumplimiento de las mismas.