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EL FRUTO DEL ESPÍRITU ES. Lección 2 para el 9 de enero de 2010. ¿CÓMO PUEDO AMAR?. ¿CÓMO PUEDO AMAR?. ¿Cuál de todos estos tipos de amor deberíamos, como cristianos, mostrar en nuestra vida?.
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EL FRUTO DEL ESPÍRITU ES Lección 2 para el 9 de enero de 2010
¿CÓMO PUEDO AMAR? ¿Cuál de todos estos tipos de amor deberíamos, como cristianos, mostrar en nuestra vida? Agápe. Porque es un principio divino de pensamiento y de acción que modifica el carácter, gobierna los impulsos, controla las pasiones y ennoblece los afectos. Es el tipo de amor más elevado, ya que nos motiva a hacer lo que es correcto y noble, no importa cómo nos sintamos.
CARACTERÍSTICAS INTRÍNSECAS DEL AMOR AGÁPE 1 Corintios 13:4-7
CARACTERÍSTICAS AJENAS AL AMOR AGÁPE 1 Corintios 13:4-7
Soy sufrido, soy benigno, no tengo envidia, no soy jactancioso, no me envanezco. No hago nada indebido, no busco lo mío, no me irrito, no guardo rencor. No me gozo de la injusticia, mas me gozo de la verdad. Todo lo sufro, todo lo creo, todo lo espero, todo lo soporto. ¿CÓMO MANIFIESTO EL AMOR? 1 Corintios 13:4-7
¿A QUIÉN TENGO QUE AMAR? 1 A Dios sobre todas las cosas. “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5 NVI) • Hay que amar a Dios con nuestro raciocinio, nuestra voluntad , nuestros motivos, nuestros sentimientos, nuestros afectos y nuestros deseos. Nuestro amor a Dios debe ser incondicional, del mismo modo que Él nos ama.
¿A QUIÉN TENGO QUE AMAR? 2 A mi prójimo como a mí mismo. “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39, NVI) • Este amor implica estimar, respetar, ayudar y amar a todo el que está cerca de nosotros de forma altruista.
¿A QUIÉN TENGO QUE AMAR? 3 A mis enemigos. “Amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen” (Mateo 5:44, NVI) No se nos exige que los amemos con el amor filía porque no podemos sentir el mismo afecto que sentimos para con nuestra familia o nuestros amigos. Se nos pide que los amemos con el amor agápe porque éste está bajo el dominio de la voluntad. Amar (agápe) a los enemigos más acérrimos, es tratarlos con respeto y cortesía, y considerarlos así como Dios los considera.
“Un samaritano, de viaje, vino adonde estaba el doliente, y al verlo se compadeció de él. No preguntó si el extraño era judío o gentil… No consideró que él mismo se exponía a la violencia al detenerse en ese lugar. Le bastaba el hecho de que había delante de él un ser humano víctima de la necesidad y el sufrimiento. Se quitó sus propias vestiduras para cubrirlo. Usó para curar y refrescar al hombre herido la provisión de aceite y vino que llevaba para el viaje. Lo alzó sobre su propia bestia y lo condujo lentamente a paso uniforme, de modo que el extraño no fuera sacudido y sus dolores no aumentaran. Lo llevó a un mesón y lo cuidó durante la noche, vigilándolo con ternura. Por la mañana, cuando el enfermo había mejorado, el samaritano se propuso seguir su camino. Pero antes de hacerlo, lo encomendó al huésped, pagó los gastos y dejó un depósito en su favor; y no contento aún con esto, hizo provisión para cualquier necesidad adicional, diciendo al mesonero: "Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré".” Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, pp. 463-464
“En la historia del buen samaritano, Cristo ilustra la naturaleza de la verdadera religión. Muestra que ésta no consiste en sistemas, credos, o ritos, sino en la realización de actos de amor, en hacer el mayor bien a otros, en la bondad genuina… Elena G. de White, El Deseado de Todas las Gentes, pp. 460, 465)