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“Un extraño en la granja”. Miguel-A. Cuentan que una cebra había vivido toda su vida cautiva en un parque zoológico. Ya en su vejez, el director del zoo decidió, como premio a los servicios prestados, darle libertad para retirarse a la tranquilidad de una granja.
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“Un extraño en la granja” Miguel-A.
Cuentan que una cebra había vivido toda su vida cautiva en un parque zoológico. Ya en su vejez, el director del zoo decidió, como premio a los servicios prestados, darle libertad para retirarse a la tranquilidad de una granja.
La cebra quedó entusiasmada con la idea. En la granja pudo ver un espacio muy amplio con hierva verde, colinas y árboles, y, sobre todo, otros animales extraños para ella hasta entonces.
En el establo la cebra vio un animal raro, barrigudo, con cuernos y grandes ubres, y le preguntó: - ¡Hola! Soy una cebra. ¿Tú quién eres?. - ¡Hola! Yo soy una vaca -respondió el animal. - ¡Ah, una vaca! -dijo extrañada la cebra sin saber lo que era una vaca-. ¿Y qué haces en la granja?. - Produzco leche para el granjero.
A continuación, en el corral la cebra vio un animal pequeño con alas, y con unos andares, a su juicio, cómicos, y se dirigió hacía él. - ¡Hola! -saludó-. Yo soy una cebra. ¿Y tú quién eres?. - Soy una gallina. - ¿Y qué haces en la granja?. - Produzco huevos para el granjero -contestó el ave.
La cebra no sabía lo que eran huevos. Iba a preguntar, cuando tras uno cerca la cebra vio un animal con apariencias físicas similares a las suyas, pero sin rayas. - ¡Hola! Soy una cebra. ¿Y tú quién eres?. - Soy un caballo semental -respondió el animal. - ¡Ah, un caballo semental! ¿Y qué haces en la granja?. - Mira, cariño, no nos andemos con rodeos -contestó el caballo-. ¡Quítate ese pijama a rayas, y te lo demuestro!.