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LA IGLESIA: RITOS Y RITUALES. Lección 9 para el 1 de diciembre de 2012. RITOS Y SACRAMENTOS. Durante todas las épocas, Dios ha ordenado ritos para enseñar a los creyentes verdades espirituales. En cada caso, unos ritos sustituyeron a los anteriores, según avanzaba el Plan de Redención.
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LA IGLESIA: RITOS Y RITUALES Lección 9 para el 1 de diciembre de 2012
RITOS Y SACRAMENTOS Durante todas las épocas, Dios ha ordenado ritos para enseñar a los creyentes verdades espirituales. En cada caso, unos ritos sustituyeron a los anteriores, según avanzaba el Plan de Redención.
RITOS Y SACRAMENTOS En los primeros tiempos de la iglesia cristiana, estos ritos recibieron el nombre de “misterios” o “sacramentos”. Durante la Edad Media, estos sacramentos fueron revestidos de un supuesto poder intrínseco. De esta forma, ritos como el bautismo o la unción de enfermos fueron considerados como algo “mágico”; sacramentos que tenían en sí poder para perdonar pecados o cambiar a una persona. A partir de la Reforma, esta idea fue felizmente rechazada y se volvió a pensar en los ritos como lo que originalmente fueron: órdenes divinas (ordenanzas) que nos ayudan en nuestra vida espiritual, pero sin ningún poder especial en sí mismas.
Esta semana estudiaremos tres de los ritos que Jesús ordenó a su Iglesia. LOS RITOS QUE JESÚS ORDENÓ
EL BAUTISMO ¿Qué simboliza el bautismo? • Al sumergirnos en el agua, simbolizamos la muerte a la antigua vida de pecado. Al salir del agua, simbolizamos el nacimiento a una vida nueva en Cristo (Romanos 6:4) • Simboliza también el pacto del creyente con Dios, y le permite formar parte de Su pueblo (Hechos 2:41) Es importante entender que el bautismo no cambia a las personas, sino que es un símbolo externo del cambio que ya se ha producido en ellas. Por ello, el bautismo no puede ser impartido sin que se hayan cumplido unos requisitos previos: • El catecúmeno debe haber sido instruido en las enseñanzas de Jesús (Mateo, 28:19-20) • Debe existir arrepentimiento (Hechos 2:38) Estos requisitos excluyen a los infantes, pues no tienen capacidad para comprender el significado de las doctrinas o del arrepentimiento verdadero.
“Cuando el cristiano se somete al solemne rito del bautismo, los tres poderes más altos del universo -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo- dan su aprobación a ese acto, comprometiéndose a ejercer su poder en beneficio de él mientras él se esfuerza por honrar a Dios. Es sepultado, a semejanza de la muerte de Cristo, y es levantado a semejanza de su resurrección” E.G.W. (Reflejemos a Jesús, 3 de abril)
EL RITO DE HUMILDAD “se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido” (Juan 13:4-5) Tras un tiempo prudencial para comprobar que nadie estaba dispuesto a asumir el papel de siervo, Jesús se hizo siervo y lavó los pies de sus discípulos. Se humilló a sí mismo para darnos un ejemplo de humildad. Jesús no lavó solo los pies de aquellos que le eran fieles, sino también los del que le estaba traicionando. Y nos pide que nosotros hagamos lo mismo: que nos humillemos, sirvamos y perdonemos. “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (Juan 13:14)
“Hay en el hombre una disposición a estimarse más que a su hermano, a trabajar para sí, a buscar el lugar más alto; y con frecuencia esto produce malas sospechas y amargura de espíritu. El rito que precede a la Cena del Señor, está destinado a aclarar estos malentendidos, a sacar al hombre de su egoísmo, a bajarle de sus zancos de exaltación propia, a la humildad de corazón que le inducirá a servir a su hermano. El rito del lavamiento de los pies ilustra muy enérgicamente la necesidad de verdadera humildad. Mientras los discípulos discutían por la posición más alta en el reino prometido, Cristo se ciñó a sí mismo y efectuó la labor de un siervo al lavar los pies de aquellos que lo llamaban Señor. Habiendo lavado los pies de los discípulos, dijo: "Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis". Cristo instituía un servicio religioso. Por el acto de nuestro Señor, esta ceremonia humillante fue transformada en rito consagrado que debía ser observado por los discípulos, a fin de que recordasen siempre sus lecciones, de humildad y servicio” E.G.W. (Dios nos cuida, 25 de marzo)
LA SANTA CENA La última cena que Jesús tomó con sus discípulos tenía un triple significado: pasado, presente y futuro. “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:26-28) PRESENTE PASADO “Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos” (Mateo 26:18) FUTURO “Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mateo 26:29)
LA SANTA CENA: PASADO Y PRESENTE La Pascua que Jesús celebró conmemoraba la salida del pueblo de Israel de Egipto. En aquella noche, el cordero libró de la muerte a los israelitas gracias a su sangre. Gracias a su carne, les dio alimento y fuerzas para emprender el largo viaje de huida de Egipto a través del desierto. De igual manera, el Cordero nos da su carne y su sangre para librarnos de la muerte eterna y darnos fuerzas para vivir una vida nueva, huyendo del pecado hacia una vida de santidad.
LA SANTA CENA: EL FUTURO “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1ª de Corintios 11:26) Al participar de los símbolos del cuerpo y la sangre de Jesús, no solo recordamos lo que Él hizo y hace aún por nosotros, sino que también anunciamos su Venida. Él prometió abstenerse de beber vino hasta el día en que lo beba junto a todos los redimidos cuando estemos juntos en el Cielo.