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Hay una vinculación estrecha entre tres referencias de la fe: Fe en mi misma, fe en la otra persona y fe en Dios el totalmente otro. La fe pertenece a la vida humana. Todas las personas creen en algo o en alguien. La diferencia reside en el contenido de las diversas formas de fe.
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Hay una vinculación estrecha entre tres referencias de la fe: Fe en mi misma, fe en la otra persona y fe en Dios el totalmente otro. La fe pertenece a la vida humana. Todas las personas creen en algo o en alguien. La diferencia reside en el contenido de las diversas formas de fe
La fe renueva la visión. El ciego de Jericó se acercó a Jesús y le pidió: « Maestro haz que yo vea» Y se obró el milagro de la curación. La fe no es ciega. La fe es luz, visión. En el Evangelio de San Juan Jesús dice: «Yo, la luz, he venido al mundo para que todo aquel que crea en Mí no permanezca en tinieblas»
La fe consiste en mirar la vida y la historia con los ojos de Dios . Quien cree abre los ojos a otras dimensiones, descubre que en la vida están en juego las promesas de Dios. La mirada de fe se alarga a la esperanza. La fe percibe el mundo como una historia con sentido, no es fruto del azar, no es un destino sino una historia.
El mundo está lleno de belleza y armonía. Es la gran aventura de la vida que nace y se expande: «Porque , Señor, yo te he visto y quiero volver a ver, quiero creer… Tú que diste la vista al ciego y a Nicodemo tambiénfiltra en mis secas pupilasdos gotas frescas de fe»
La fe es fundamentalmente aceptación y asentimiento al Dios vivo que se hace encontradizo de múltiples y diferentes maneras; implica un saber acertado del Dios que en su Palabra se comunica. Sabemos que Dios es digno de fe , que Dios es creíble, que podemos confiar en Él. Te creo a Ti, Dios mío, te creo aunque no acabo de entender tus Palabras, ni tus silencios, ni tus planes.
Creemos a Dios y es posible hacerlo, gracias a una palabra interior, una llamada. En consecuencia el discípulo y seguidor de Jesús no solo tiene que ser creyente, tiene que ser creíble, testigo de una fe adulta, ilustrada y crítica como la de los héroes de la fe en la historia bíblica
Creer es pertenecer a una Comunidad de creyentes. La fe no se la inventa uno, la hemos recibido por la luz del Espíritu a través de personas concretas: nuestros padres que un día pidieron el bautismo; y al mismo tiempo el ser admitidos en la Comunidad de fe, que es la Iglesia
Hoy, está muy extendida la actitud de «creer sin pertenecer», ello significa creer sin frecuentar la Comunidad, vivir la fe como algo individual y privado pero la fe Cristiana no se sostiene sin la pertenencia a una Comunidad de vida, de fe y esperanza.
La Comunidad es una defensa frente a la credulidad. Las personas que se desconectan de la Comunidad en busca de mayor libertad y coherencia suelen terminar en la credulidad. La religiosidad a la intemperie suele degenerar. Sacerdotes menos – pitonisas más».
Creer es nacer de nuevo. La fe es fecunda y aporta nueva vida, Y esto en un doble sentido: una nueva vida para el creyente y una nueva vida que necesita ser cuidada como el niño que nace. La fe necesita ser cultivada y da a luz a la persona que cree. La fe hace crecer nuevos sueños, percibe la dimensión de la belleza y por eso es creadora de cultura
La actitud de fe se expresa en múltiples lenguajes: la oración, la enseñanza, la reflexión, la música, la escultura… a figura de Nicodemo simboliza bien la necesidad de nacer de nuevo que es la fe en Jesucristo. La fe es un don de Dios y una llamada a nuestra libertad; la fe es aceptación del don: don y opción.
La fe no se puede imponer. La fe hace crecer en la persona el amor y la generosidad. La fe implica creer que es posible vivir, sentir, actuar de manera diferente. Creer que es posible cambiar y ser una criatura nueva. La actitud creyente nos enseña a entender y gestionar la vida como novedad permanente bajo la mirada amorosa del Dios de la vida
Creer es crecer. Crecer en una actitud dinámica; en emprender un camino; es comenzar una búsqueda. Al ponerse en camino la fe se expone a la tentación; tiene que crecer en el sujeto que le da vida. El proceso de crecimiento en la fe, incluye también el crecimiento personal de los creyentes
En el NT encontramos con frecuencia el reproche por la falta de fe: «Hombres de poca fe» El creer va cambiando la forma de pensar, de comportarse , de sentir de la persona desde las nuevas coordenadas que son la muerte y resurrección de Jesucristo. La fe es un itinerario vital; es fe vivida, probada.
Un itinerario de crecimiento en la fe es comparado con una autopista de varios carriles. • De la superficialidad a la profundidad • De la dispersión a la unidad • De la pasividad a la creatividad • Del egoísmo a la oblatividad • Del temor a la confianza y a la libertad
Decrece la idolatría en la medida en que crecen la confianza y el compromiso. La fe hace decrecer los miedos que esclavizan la persona. Decrece la esclavitud interior y brota la liberación
Cuando la fe nos coloca en las manos de Dios decrece el miedo a no tener bastante, a no poder bastante, a no saber bastante, a no disfrutar bastante. La fe muestra su realización radical en la crucifixión de Jesús
Las Comunidades religiosas hoy estamos en tiempo de disminución. Este proceso representa una dificultad. La Comunidad es llamada a purificar la fe y a radicalizar la confianza
Creer es escuchar. La fe nace del mensaje proclamado, acogido, orado, celebrado. La fe se nutre de la escucha. El discípulo devora la Palabra que encuentra como Jeremías: «Las Palabras son como la miel en los labios, hay que comer el libro de la Palabra para poder predicar a Israel». (Ez 3,13)
Crecer en la fe y recorrer el itinerario de la fe se nutre de la escucha de la Palabra en tres bandas: La fe se muestra por la escucha de la Palabra de Dios Escuchar los latidos y sueños del corazón , tomar conciencia de la vida plena que llamamos felicidad Escuchar la vida con su gama de sentimientos humanos , acontecimientos y realización de la historia humana
Quien te cree, te crea. Cuando repasamos nuestra historia que las personas que nos han hecho más humanas son aquellas que han creído en nosotras. La fe como acto de confianza hace ver dimensiones de uno mismo, de los otros y de la realidad que sin fe no se veían. La fe es luz que busca iluminar, es una mirada de creyente que es asombro, admiración.
La fe suscita posibilidades inusitadas en uno mismo. El Evangelio nos habla del poder de la fe, aunque sea pequeña como un grano de mostaza que es capaz de mover montañas. La fe es una energía que hace milagros «Tu fe te ha salvado»
Como todas las actitudes humanas, también la fe está sometida a la costumbre. Gracias a la promesa de Dios la fe puede renacer como el ave fénix. La figura de Ezequiel sobre el valle de los huesos secos que van siendo revitalizados por la Palabra de Dios, es una buena expresión del poder recreador de la fe.
«No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo, mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notáis» (Is 43, 18-19)