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El desafío de Aracne. Adrián Guijarro Cebrián Ana Oberlander Testillano 2º ESO B. En un país a orillas del Mar Mediterráneo , existió un país llamado Lidia. Con costas bellas y prados de un verde cautivador. Las púrpuras que guardaban en sus entrañas un auténtico tesoro
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El desafío de Aracne Adrián Guijarro Cebrián Ana Oberlander Testillano 2º ESO B
En un país a orillas del Mar Mediterráneo , existió un país llamado Lidia. Con costas bellas y prados de un verde cautivador. Las púrpuras que guardaban en sus entrañas un auténtico tesoro un tinte carmesí, con el que se realizaban túnicas y velos apreciados por todo el mundo.
De todos los lugares llegaban reyes, princesas, emperadores … que pagaban grandes cantidades de oro a cambio de una túnica, velo o tapiz teñidos de púrpura.
La mejor tejedora de Lidia se llamada Aracne. Tenía las manos perfectas, realizando bordados que parecía que los animales y personas que tejía fueran a salirse de la tela en cualquier momento. Soy la mejor. Su orgullo la lleva a decir que era mejor tejedora que Atenea, la diosa de las hilanderas y las bordadoras.
Un día apareció en su taller Atenea disfrazada de anciana a admirar su trabajo, diciendo que fuese más modesta que la diosa no perdona a quienes la desprecian. ¿lo has hecho tú? Sí, sé tejer mejor que la mismísima Atenea, si estuviera aquí la retaría a competir conmigo y demostrar que soy la mejor.
¡Competiremos! • Atenea, tejió un tapiz de seda y lo bordó con un dibujo que asaltaba el poder de los dioses, recordando que los dioses eran todopoderosos. • Aracne, tejió un velo de lino, representando lo peor de los dioses.
Atenea encorelizada por el insulto hecho a los dioses rasgó en pedazos el velo y golpeó la cabeza de la joven con la lanzadera de su telar.
Aracne avergonzada quiere morir, va hacia una cuerda colgada del techo del taller para ahorcarse , pero Atenea se compadece de ella y la sostuvo con sus brazos para salvarle la vida. Tu falta ha sido grave, pero la muerte es un castigo excesivo, dejaré que vivas pero permanecerás colgada tú y tus descendientes. Atenea roció a Aracne con una hierba mágica que siempre llevaba consigo convirtiéndola así en un pequeño insecto de cabeza pequeña y patas largas.
Aracne paso el resto de su vida tejiendo finísimas redes en los rincones y alimentándose de insectos que quedaban atrapados en ellas.