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PEDIR PERDÓN. ¡LO HEMOS CONSEGUIDO! Hemos conseguido ofrecer al mundo la insólita y triste imagen de un Jefe de Estado humillándose ante su pueblo como un colegial travieso, prometiendo que va a ser bueno.
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¡LO HEMOS CONSEGUIDO! Hemos conseguido ofrecer al mundo la insólita y triste imagen de un Jefe de Estado humillándose ante su pueblo como un colegial travieso, prometiendo que va a ser bueno.
No tenemos constancia de que en España se haya exigido a nadie, excepto a la banda terrorista ETA, que muestre arrepentimiento y pida perdón por sus actos ¿Qué grave delito cometió nuestro Rey para que lo tratásemos como a un vulgar terrorista?
Sabemos que el Rey se tomó unas cortas vacaciones para asistir a una cacería de elefantes en Botswana, invitado por el empresario Mohamed Eyad Kayali, hombre clave en el contrato del «AVE del desierto» que construirá España en Arabia Saudí.
Hay que suponer que Su Majestad habrá aceptado a lo largo de su reinado varias invitaciones como esta, pero han pasado desapercibidas. En este caso, tuvo la mala suerte de caer y romperse una cadera. Sin este desgraciado accidente nadie, salvo el Gobierno, se habría enterado de la ausencia del Rey.
Lo cierto es que la cacería del Rey, realizada en unos momentos en que España atraviesa una difícil situación económica, hizo que se desatara una desproporcionada campaña de desprestigio como no se recuerda otra. Posiblemente, los gastos ocasionados por la cacería de Su Majestad fueron mínimos, pero la reacción de los medios de comunicación nos hizo pensar en todo lo contrario. Cientos de chistes llenaron las páginas de los periódicos y de internet, por lo que el tema alcanzó una inmerecida relevancia.
La falta de solidez de las acusaciones contra el Rey llevó a los promotores y alentadores de la campaña a incluir en ella todos los acontecimientos desgraciados para la familia real, ligándolos con la cacería. Así proliferaron los chistes relacionados con el accidente del nieto de Su Majestad.
A ESTE PASO, ENTRE MI CUÑADO, MI SOBRINO Y MI PADRE VAMOS A TERMINAR REINANDO EN LA ISLA PEREJIL Así, también, introdujeron en la campaña al yerno de Su Majestad, Iñaki Urdangarín, resaltando todas sus presuntas actividades delictivas como si tuvieran algo que ver con la ya famosísima cacería. Después de eso solo faltaba cuestionar el futuro de la monarquía.
En el desarrollo de la campaña se insistió, al principio, en la necesidad de que el Rey abdicara y, finalmente - ¿cómo no? - se planteó abiertamente la oportunidad y conveniencia de un retorno al sistema republicano. • Cazar un elefante: 40.000 € • Operación de cadera: 4.500 € • Que el Rey la líe parda un 14 de abril: No tiene precio.
Pero lo realmente grave fue la pérdida del respeto, la vulgarización de las críticas en programas televisivos del corazón, que se han refugiado en el chiste fácil y en la descalificación personal, como gran argumento para una crítica que, en determinados momentos, ha superado el límite de lo tolerable y del buen gusto.
Y si alguien creyó que la valiente y sincera confesión del Rey iba a marcar el final de la campaña, estaba completamente equivocado. Una buena parte de la izquierda española no está dispuesta a desaprovechar su oportunidad.
Llegados a este punto, podría ser conveniente pedir a la ciudadanía - a ese 80% de los españoles que ha calificado como muy positivo el arrepentimiento público de Su Majestad - que demuestre su congruencia y su sentido de la justicia exigiendo a los políticos que han permitido o llevado a cabo actividades mucho más inoportunas y gravosas que la cacería real que pidan perdón públicamente y cuanto antes. Exijamos que pidan perdón, por ejemplo:
Deberíamos exigir, ante todo, que pida perdón públicamente el hombre que llevó a España a la actual ruina económica y a unas cifras de paro insostenibles, mientras derramaba pródigamente una lluvia de millones sobre sindicatos, actores, cantantes, gays y lesbianas.
Pero no. Mientras nos sentimos satisfechos con la humillación de nuestro Jefe de Estado, no solo no exigimos que pida perdón, sino que pagamos, sin protestar, el dorado retiro de esta persona despreciable. ¿No es para avergonzarse?
FIN ¡Jó, que pena! ¿TENDREMOS QUE CAMBIAR NUESTRO TORO POR UNA VACA?