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Psicodiagnóstico III y IV. Mecanismo de Defensa. Lic. Malisa Roselli Lic. Marta Stillitano. Mecanismo de Defensa.
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Psicodiagnóstico III y IV Mecanismo de Defensa Lic. Malisa Roselli Lic. Marta Stillitano
Mecanismo de Defensa “(…) tienden a mantener un equilibrio de la personalidad en su relación con el mundo. Un mecanismo defensivo puede considerarse “normal” cuando no se emplea en forma crónica o estereotipada y cuando su intensidad no atenta contra el vínculo que el sujeto mantiene con el mundo. La utilización excesiva o inadecuada de uno o varios mecanismos de defensa, implica un progresivo desgaste y empobrecimiento de la personalidad. Estos mecanismos actúan sobre amenazas que provienen del mundo interno y externo, y son métodos que, en mayor o en menor grado, distorsionan la realidad, con el fin de hacerla accesible, controlable, manejable y aceptable para el individuo. (…)” “En cuanto a su modo de operar, estos mecanismos pueden alterarse, o complementarse. Nunca aparecen aislados o en “estado puro”, si bien es cierto que algunos de ellos puedan predominar en una situación dada o en una determinada estructura de personalidad. (…)” “Una defensa es un proceso que se expresa en conductas concretas. (…) Pero, lo que capta el sujeto es una fantasía acerca de sus defensas. (…)”
Represión • “La represión no es un mecanismo de defensa originariamente dado, sino por el contrario, no puede surgir hasta después de haberse establecido una precisa separación entre la actividad anímica consciente y la inconsciente. Su esencia consiste en rechazar y mantener alejados de lo consciente a determinados elementos.” (S.Freud) • Freud distingue distintos tipos de represión, las cuales son, represión primaria, que es la que actúa para que no lleguen al nivel consciente las elecciones objetales que nunca fueron conscientes y que están determinadas en forma innata como producto filogenético, y la represión secundaria que es un proceso que actúa suprimiendo las fuentes de amenazas. En efecto, en determinadas situaciones el Yo puede enfrentarse con el peligro de la irrupción en la conciencia de catexias inconscientes que son la acumulación de energía en un objeto real o imaginario. • La represión, entonces, opera haciendo por ejemplo, que una percepción, un recuerdo amenazante, una idea, no ingrese a la conciencia o como una barrera contra cualquier tipo de descarga motora. • En algunos casos, la represión se ejerce sobre determinadas áreas del cuerpo, generando trastornos tales como la ceguera psíquica la parálisis histérica, etc.
De cualquier forma existe una finalidad común a todas las formas en que la represión puede manifestarse: en todos los casos se trata de suprimir la angustia. • Esta supresión se produce distorsionando o negando la existencia de un peligro (interno o externo) que amenaza la integridad del Yo. Desplazamiento • Lo reprimido puede expresarse a través de una desplazamiento, de modo tal que otro objeto diferente del original, pero de alguna manera asociado a él, puede actuar como sustituto menos angustiante. • Es ya clásico en la literatura psicoanalítica el citar en este tema el artículo de Freud “Análisis de la fobia de un niño de cinco años” (1909). El temor de Juanito hacia los caballos tenía su génesis en el temor inconsciente hacia la figura del padre. De este modo, desplazado al temor hacia otro objeto, se lograba preservar el vínculo con el padre, si bien a costa de un evidente desgaste de energía yoica, puesta al servicio de la defensa. (…) • Para controlar a manejar el conflicto, la figura paterna es disociada. Los aspectos angustiantes son puestos en otro objeto que, cada vez que aparece, provoca la misma angustia que era patrimonio de la primitiva vinculación. Es como si los objetos se contaminaran y se tornaran peligrosos. • Contaminación que suele propagarse de un objeto a otro, ampliando el espectro de objetos depositarios de afectos primitivos, pero reduciendo el campo de posibilidades yoicas.
Regresión • Llamamos regresión al proceso inconsciente por el cual el Yo reactiva y actualiza conductas que corresponden, evolutivamente, a niveles anteriores del desarrollo y que, al menos en términos cronológicos, se supone que debieron ser superadas por el sujeto. (…) • Este proceso puede darse en aquellas circunstancias en las que plantean situaciones conflictivas que el sujeto no puede manejar o controlar con los medios de que dispone. Entonces “regresa” a formas de comportamiento que fueron adecuadas para solucionar el conflicto en etapas anteriores. No siempre la regresión es una conducta patológica. • En el nivel de desarrollo evolutivo normal, se observa que en ciertos momentos críticos aparecen tendencias a operar con pautas comportamentales ya superadas. Toda situación vital que implique cambio puede crear una disposición a la regresión; la ansiedad ante lo nuevo se incrementa ante las dificultades que el Yo experimenta en su tarea de integrar lo nuevo con lo viejo, lo conocido con lo desconocido. (…) • La regresión puede ser total o parcial, reversible o no, puede involucrar toda la conducta o solamente una parte de ésta.
Formación reactiva • La formación reactiva consiste más en un reaseguramiento de la represión que en un mecanismo defensivo separado e independiente. También consiste en la estructuración de rasgos de personalidad, exagerados y rígidos, que ponen de manifiesto la presencia inconsciente de los rasgos contrarios en el sujeto. Por ejemplo, un exagerado interés por la limpieza y el orden puede estar encubriendo tendencias inconscientes a la suciedad y el desorden. • La formación reactiva es un mecanismo defensivo que opera no sólo contra las amenazas internas, sino además, contra amenazas externas. Así, por ejemplo, una conducta de amor y cuidado exagerada en su concreción, puede estar actuando para tapar la emergencia de reales sentimientos de odio (…). • Por medio de la formación reactiva la ansiedad logra un cierto alivio (beneficio primario), a la vez que el sujeto obtiene un mayor grado de aprobación social y cultural (beneficio secundario).
Aislamiento • Cuando actúa el aislamiento, los afectos ligados a los impulsos sexuales o agresivos son separados, segregados, aislados. • El aislamiento se podría entender como un proceso defensivo opuesto al desplazamiento. Recordemos, que diversos objetos del mundo externo son contaminados, con la finalidad de preservar para sí los aspectos buenos del objeto original, quedando los aspectos malos o indeseables depositados en el mundo exterior. • En cambio, en el aislamiento, se trata de evitar esa contaminación, de disociar los componentes afectivos de una situación. La situación es aceptada, pero no así los afectos ligados a ella.
Proyección • Proyectar es atribuir a la realidad exterior aquellos aspectos, cualidades o motivaciones que un individuo inconscientemente se prohíbe ver en sí mismo. Lo que se atribuye es una gama de aspectos personales que se ubican en seres inanimados o animados, reales o fantaseados del mundo exterior. • El objeto de este mecanismo es calmar la ansiedad, que el reconocimiento de ciertos impulsos podría generar en el sujeto. Por ejemplo, cuando una persona atribuye a otros deseos libidinales o agresivos que en realidad le pertenecen, logra que el peligro interno quede convertido en peligro exterior. • La proyección cumple además con una función secundaria: hallar pretexto para dar salida a la agresividad reprimida. Cuando se recurre a este mecanismo, el sujeto puede llegar a configurar un mundo al que le confiere características de real, de verdadero, pequeños e imperceptibles rasgos del otro sirven para corroborar los propios deseos o bien la proyección de esos rasgos se magnifica a tal punto que a partir de ellos se llega a deducir generalidades acerca del otro.
La proyección permite al sujeto ir ordenando la realidad externa, pero cuando su uso se vuelve masivo y la percepción no puede ser corregida por el juicio de realidad, comienza a surgir un complejo sintomático patógeno. Entramos en el campo de las alucinaciones y, en un grado más cercano de la normalidad, las ilusiones. En las primeras, el sujeto crea un objeto depositando en el afuera un determinado deseo; en las segundas, un objeto real es distorsionado. • La posibilidad de la proyección, no elimina la existencia de aspectos concretos y agresivos del mundo; vale recordar que la proyección no puede lograr un mundo hostil y represor a partir de la nada. • “[…] lo que se proyecta no es una esencia psicológica sino una cierta organización de experiencias previas por las que ya ha atravesado el sujeto o grupo.” (J. Bleger)
Introyección • La introyección se caracteriza como el proceso por el cual un individuo incorpora cualidades del mundo exterior. Puede entendérsela como el resultado de la identificación: rasgos característicos que primero fueron ajenos al individuo pasan a formar parte de su personalidad: las cualidades, buenas o malas, del objeto externo son asimiladas. • La introyección, junto a la proyección, juegan un rol definitorio en el desarrollo de la personalidad. Ambos son procesos que van alternándose y en su conjunto ofrecen una posibilidad de ajuste y discriminación para el individuo, entre sus características y las ajenas. El logro de una identidad madura, se va gestando paulatinamente y culmina con el fin de todas las identificaciones parciales con una serie de aspectos de las figuras significativas. Con las identificaciones no nos referimos solamente a los aspectos externos (gestos, vestimenta, etc.) sino también de modos de sentir la realidad.
Vuelta contra sí mismo • Cuando un deseo es vivido como tremendamente destructivo o peligroso, como medio de atenuar las eventuales consecuencias de su descarga, se cambia el objeto hacia el cual éste es dirigido. Es el caso de la agresión o la libido que se vuelve hacia el propio Yo. La vuelta de la agresión contra el Yo convierte en autoagresiones las energías que no han podido canalizarse hacia el exterior. • El volver la agresión contra sí mismo cumple dos funciones importantes: aliviar el sentimiento de culpa que podría aparecer si el deseo agresivo se externalizara y atenuar el desgaste que supone la actitud de constante defensa o prevención ante el otro, que así, al menos momentánea y manifiestamente, deja de ser “peligroso”.
Transformación en lo contrario • Este proceso opera cuando el individuo se aparta de los deseos, sentimientos e impulsos que lo hacen sentir culpable o ansioso y pasa a percibir lo diametralmente opuesto. Por ejemplo, el caso del pasaje del odio al amor o de la actividad a la pasividad. • Entre este mecanismo y el de la formación reactiva existe una diferencia básica. En el caso de la conducta defensiva es mucho más general e impregna la totalidad de la personalidad; suele aparecer cuando ciertos rasgos de carácter se estabilizan, y así hay cierta estereotipia en los modos de reacción. Y en la transformación en lo contrario se invierte el sentido del instinto, mientras en la formación reactiva se elabora una pauta de conducta a los efectos de que lo reprimido no deje de serlo.
Negación • La negación aparece como aquel proceso por el cual se tiende a negar aspectos de la propia realidad (interna o externa) que pueden resultar perturbadores para el Yo. Las ideas centrales de éste se ligan a la omisión en la percepción de una realidad que pone en peligro la integridad yoica. (…) • En el proceso de negación, el pensamiento o la vida reprimida se expresan o manifiestan en su forma negativa: “Negar algo, en nuestro juicio, equivale en el fondo, a decir: Esto es algo que me gustaría reprimir. El enjuiciamiento es el sustitutivo intelectual de la represión, y su no, un signo distintivo de la misma.” • Se agrega que, “por medio del símbolo de la negación se liberta el pensamiento de las restricciones de la represión y enriquece con elementos de los que no pueden prescindir para su función.”
Racionalización • Se puede observar que el mecanismo de racionalización opera cuando ante el fracaso del Yo, para impedir la emergencia de un impulso reprimido, ésta elabora una justificación, aparentemente lógica, por medio de la cual la conducta es atribuida a un origen distinto del real.