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Diálogo con mi Cristo de San Juan Nuevo

Diálogo con mi Cristo de San Juan Nuevo. Peregrino he llegado al umbral de tu templo, sacudí mis sandalias con profundo respeto, y al tocar mis pupilas a aquél Cristo deshecho, yo sentí que su rostro se quedaba en mi pecho, y con Él, sus dolores y sus crueles flagelos,

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Diálogo con mi Cristo de San Juan Nuevo

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Presentation Transcript


  1. Diálogo con mi Cristo de San Juan Nuevo

  2. Peregrino he llegado al umbral de tu templo, sacudí mis sandalias con profundo respeto, y al tocar mis pupilas a aquél Cristo deshecho, yo sentí que su rostro se quedaba en mi pecho, y con Él, sus dolores y sus crueles flagelos, sus espinas y clavos y el “contar de sus huesos”.

  3. Has dejado tu herencia pincelada muy dentro, donde sólo se escucha de mi Dios sus decretos… Se borraron las luces de mis falsos luceros, y arrojé en tus abismos mis pecados muy negros. Me inundaron tus mares, de la paz y el consuelo.

  4. Las tormentas dejaron una paz a mi miedo, y el temor de tu ausencia se esfumó con el viento... He mirado en tu rostro un amor que es eterno, y en tus manos clavadas un alivio a mi miedo.

  5. Encerramos tu esencia en un pobre madero, por tu cuerpo se crispan con ardor tus flagelos. ¡Oh, doliente epopeya de mi Dios hecho Siervo!

  6. ¡Santo Cristo, tus llagas, han sangrado de nuevo!, por tu esposa la Iglesia que es ahora tu pueblo. ¡Oh milagro!, comienza a cantar el viñedo, por tu sangre que limpia y renueva por dentro.

  7. Encontré yo en el Cristo de San Juan que es el Nuevo, la lección que los hombres olvidar no pudieron… Ante Él, de rodillas, se perciben los ecos, de un Amor sin fronteras que bajó de los cielos.

  8. Es el Cristo que espera con amor a su pueblo: para darle paciencia y sentido a sus duelos, para abrir con premura a quien viene de lejos, a sentarse a tus plantas a aprender tu evangelio.

  9. Para darle firmeza al que duda en sus rezos, y abrigar al desnudo al calor de tu techo. Para dar al que busca el camino certero, que pisaron tus plantas ¡Oh Divino Viajero!

  10. Es el Cristo que canta como herido jilguero, con arpegios de sangre el poema más bello... Ese Cristo que espera en aquél San Juan Nuevo, ha deshecho mi pena y ha dejado un anhelo:

  11. El seguir descubriendo con la luz de su fuego, el tesoro escondido del sufrir en silencio. Pbro. Rafael González Reynoso. Guadalajara, Jal. 13 de noviembre de 1986.

  12. Es el Cristo que espera con amor a su pueblo: para darle paciencia y sentido a sus duelos, para abrir con premura a quien viene de lejos, a sentarse a tus plantas a aprender tu evangelio. Para darle firmeza al que duda en sus rezos, y abrigar al desnudo al calor de tu techo. Para dar al que busca el camino certero, que pisaron tus plantas ¡Oh Divino Viajero! Es el Cristo que canta como herido jilguero, con arpegios de sangre el poema más bello... Ese Cristo que espera en aquél San Juan Nuevo, ha deshecho mi pena y ha dejado un anhelo: El seguir descubriendo con la luz de su fuego, el tesoro escondido del sufrir en silencio. Pbro. Rafael González Reynoso. DIALOGO CON MI CRISTO DE SAN JUAN NUEVO. Peregrino he llegado al umbral de tu templo, sacudí mis sandalias con profundo respeto, y al tocar mis pupilas a aquél Cristo deshecho, yo sentí que su rostro se quedaba en mi pecho, y con Él, sus dolores y sus crueles flagelos, sus espinas y clavos y el “contar de sus huesos”. Has dejado tu herencia pincelada muy dentro, donde sólo se escucha de mi Dios sus decretos… Se borraron las luces de mis falsos luceros, y arrojé en tus abismos mis pecados muy negros. Me inundaron tus mares, de la paz y el consuelo. Las tormentas dejaron una paz a mi miedo, y el temor de tu ausencia se esfumó con el viento... He mirado en tu rostro un amor que es eterno, y en tus manos clavadas un alivio a mi miedo. Encerramos tu esencia en un pobre madero, por tu cuerpo se crispan con ardor tus flagelos. ¡Oh doliente epopeya de mi Dios hecho Siervo! ¡Santo Cristo, tus llagas, han sangrado de nuevo!, por tu esposa la Iglesia que es ahora tu pueblo. ¡Oh milagro!, comienza a cantar el viñedo, por tu sangre que limpia y renueva por dentro. Encontré yo en el Cristo de San Juan que es el Nuevo, la lección que los hombres olvidar no pudieron... Ante Él, de rodillas, se perciben los ecos, de un Amor sin fronteras que bajó de los cielos.

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