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Domingo III de Adviento. (“Domingo Gaudete ”) Año A. Ven, Señor, a salvarnos. Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. Ven, Señor, a salvarnos.
E N D
Señor mantiene su fidelidadperpetuamente,hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos.
el Señor abre los ojos al ciego,el Señor endereza a los que ya se doblan,el Señor ama a los justos,el Señor guarda a los peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuday trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente;tu Dios, Sión, de edad en edad.
Lectio El salmo que hoy proclamamos como salmo interleccional es el salmo 145. Pertenece al 5º libro del salterio y, dentro de él, al llamado “Pequeño Hallel” (salmos 145-150). Todos ellos constituyen una alabanza al Señor que va “in crescendo”, desde nuestro salmo en el que el salmista exhorta a su alma a alabar al Señor (=aleluya) hasta llegar con el salmo 150 a invitar a esta alabanza “a todo ser que alienta”. Son la cumbre de todo el salterio (en hebreo el libro de los salmos se llama “tehilim” = “alabanzas”) La liturgia de hoy toma los vv. 7-10 en los que se nos describe la acción de Dios hacia su creatura.
Meditatio En este domingo gaudete (=alegraos), las lecturas, y el salmo haciendo coro con ellas, no podían ser más esperanzadoras y, por tanto, más portadoras de alegría. Nuestro Dios mantiene su fidelidad perpetuamente, su salvación no sólo nos restituye la salud perdida sino que nos la da en grado superlativo: los cojos nos sólo andan sino que saltan como los ciervos, los mudos además de recobrar el habla cantan… Dios siempre nos da más de lo que podemos soñar. Pero, atentos, su salvación no siempre viene como la esperamos, puede desconcertarnos como a Juan el Bautista… aprendamos de él a aceptar los modos y los tiempos de Dios en nuestra vida, pues si no siempre se nos otorgará la salud física o la prosperidad material que describen el salmo y las lecturas de hoy, sí está siempre pronto el Señor para darnos la luz interior y fortalecer nuestra voluntad vacilante mientras aguardamos con paciencia su Venida. (2ª lectura)
Oratio Señor, con el salmo de hoy quiero narrar tus maravillas, alabarte a Ti que eres por esencia compasivo y misericordioso. Y, a la vez, trocar cada verso del salmo en súplica ferviente por tantos hermanos míos que sufren a lo largo y ancho del mundo: ¡haz justicia, da pan, liberta, guarda…! ¡Oh, Señor, abre mi entendimiento, como hiciste con los discípulos del Bautista para que vaya y anuncie a mis hermanos con mi vida lo que estoy viendo y oyendo.
Contemplatio A partir de esta semana cederemos la contemplación a un Padre de la Iglesia, maestros cualificados de la lectura eclesial de la Palabra de Dios. El breve fragmento que sigue es de San Juan Crisóstomo (un Padre de la Iglesia del siglo IV, patriarca de Constantinopla). Sus palabras nos pueden abrir nuevos horizontes… “Al decir que el Señor hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, añadió: el que guarda fidelidad por siempre, haciendo justicia a los oprimidos. Lo que dice es lo siguiente: este es su oficio, esto es lo suyo, es lo más propio de Dios: no despreciar a los afligidos, no pasar por delante de los que han sufrido algún daño, tender la mano a los que lo han acosado con insidias; y esto, perpetuamente. […] Reinará por siempre tu Dios, Sión, de generación en generación. Si así reina perpetuamente y permanece por siempre, no hay que dudar; y si no retribuye aquí es que está aguardando algo mejor. Por tanto, no nos turbemos, dejemos para Dios el tiempo oportuno para la solución.” (Comentario a los salmos, salmo 145, Ciudad Nueva, Biblioteca de patrística, Madrid 2006, 422-424)
Actio Jesucristo es el cumplimiento del salmo de hoy, Él es la misericordia de Dios encarnada. Yo sigo a Jesucristo, mi vida debe ser como la Suya: llena de entrañas de misericordia ante toda dolencia humana.