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EL SUPLICIO DE PROMETEO. UN CASTIGO DIVINO AUTOR: ANTONIO MONTOYA I.E.S. EL PALMAR. MURCIA.
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EL SUPLICIO DE PROMETEO UN CASTIGO DIVINO AUTOR: ANTONIO MONTOYA I.E.S. EL PALMAR. MURCIA
Prometeo es un Titán, uno de los antiguos dioses descendientes de Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra) que dominaron el mundo bajo el liderazgo de Cronos en épocas primigenias, antes de ser desplazados por los dioses olímpicos liderados por Zeus, hijo de Cronos y Rea. Cronos había destronado a su padre Urano. Temiendo que sus hijos pudieran hacer lo mismo con él, los devoraba apenas nacidos y su mujer/hermana Rea se las ingenió para esconder a uno de ellos, Zeus. En lugar de entregarle este hijo, Rea envuelve una piedra entre pañales, haciéndola pasar por Zeus y esconde a éste en la isla de Creta. Más tarde, Zeus derroca a su padre e instaura el dominio de los dioses Olímpicos, sus descendientes.
Los Titanes no terminan de aceptar la nueva situación y se rebelan, librándose la famosa Gigantomaquía o Guerra de los Titanes contra los nuevos dioses. Según el poeta Hesíodo, Zeus y los suyos derrotan a los Titanes gracias a la ayuda de los Hecatónquiros o Centimanos, seres semejantes a los Titanes. Como castigo, estos últimos son condenados por Zeus a vivir en el tenebroso Tártaro.
Prometeo era el más inteligente de los Titanes, no participando -debido a su prudencia- en la rebelión de éstos. Era hijo del Titán Yápeto y de la oceánide Clímene. Por su inteligencia, prudencia y carácter benefactor es adoptado por los dioses Olímpicos. Sin embargo, sigue latiendo en él un espíritu rebelde típico de los Titanes, transmitiendo ese rasgo al hombre.
Cierta versión narra que fue Prometeo quien creó al hombre a partir del barro. Para ayudar al hombre, Prometeo robó el fuego divino.
En este cuadro de Christian Griepenkert vemos a Prometeo robando el fuego a los dioses.
En castigo Zeus encadenó a Prometeo en una montaña del Cáucaso, donde diariamente un buitre o águila le devoraba el hígado, que luego volvía a crecerle.
El castigo había de durar 30.000 años, pero a los 30 años Heracles pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo de camino al jardín de las Hespérides y lo liberó disparándole una flecha al águila. Este vez no le importó a Zeus que Prometeo evitase de nuevo su castigo, al proporcionar la liberación más gloria a Heracles, que era hijo de Zeus. Prometeo fue invitado a volver al Olimpo, aunque debía llevar con él la roca a la que fue encadenado.