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E N D
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El día del cumpleaños de Cosquillas, Luna llena, Miércoles, la Señora Castañuelas y el Señor Pocoloco le hicieron un montón de regalos, hasta el HADA del arroyo Cantarín le trajo una bonita postal. De todos los regalos el que más le gustó fue un tambor que el Señor Pocoloco inventó expresamente para él. Lo que no podía imaginar el Señor Pocoloco era lo que sucederíacon el precioso tambor.
Cosquillas se lo llevo a clase y se pasaba todo el día tocando y tocando el precioso tambor, molestando a todos sus compañeros y también a todos los juguetes de la clase. Además Cosquillas tampoco dejaba que nadie tocara su nuevo juguete. Tanto, tanto ruido hacia que los demás niños y niñas dejaron de jugar con él, incluso dejaron de hablarle pero Cosquillas seguía y seguía tocando su tambor sin hacer caso a nadie.
La profesora Martina decidió llamar al Señor Pocoloco para que se llevara el tambor, pero como Cosquillas era su muñeco preferido decidió buscar otra solución. Inventó unos tapones mágicos que regalo a los niños, juguetes y a la Señorita Martina, con ellos podían oír todo excepto el ruido del tambor y eran tan, tan mágicos que si algún ruido no querían oír decían unas palabras mágicas y ya no lo oían.
Al cabo de unos días, La Señorita Martina trajo a la clase un enorme reloj para que los niños aprendieran las horas, pero el Tic, Tac era ensordecedor y para anunciar las horas cantaba: son la una, son las dos, son las tres con una voz tan chillona que molestaba mucho a Cosquillas. Cosquillas que dormía al lado del reloj pasaba las noches en vela y pedía una y otra vez que A la Señorita Martina que por favor se sacara el reloj de la clase. La Señorita Martina no le hizo caso, pues tanto a ella como el resto de la clase tenían los tapones mágicos y a ellos no les molestaba.
Cosquillas enfadado dio un puntapié al reloj y este se partió casi en mil pedazos. La Señorita Martina llamó al Señor Pocoloco y este muy enfadado le mando arreglar el reloj. Cosquillas protestó: “llevo muchos días sin dormir y con mis dedos largos y torpes no puedo arreglarlo”. El Señor Pocoloco le dijo que si podía tocar el tambor también podía arreglarel reloj.
Cosquillas paso días y días arreglando el reloj, cuando terminó pidió perdón a todos por lo mucho que los había molestado. La Señorita Martina pidió al Señor Pocoloco unos tapones mágicos para él. Desde ese día Cosquillas aprendió que debemos compartir y ser considerados con todas las personas y con todas las cosas.