60 likes | 204 Views
Sacando bien la cuenta. Cuento del P. Mamerto Menapace Mónica Heller para el Curso "El arte de perdonar" www.oracionesydevociones.info.
E N D
Sacando bien la cuenta Cuento del P. Mamerto Menapace Mónica Heller para el Curso "El arte de perdonar" www.oracionesydevociones.info
Vamos a ubicar este cuento bien lejos. En Alaska. Es una técnica para volverlo inofensivo. Otra sería hablar de animales. Pero en este caso el personaje pertenece a mi gremio. Estaba el obispo de aquellas regiones haciendo su visita pastoral a los sacerdotes perdidos en medio de enormes llanuras cubiertas de nieve. Las poblaciones más pequeñas se comunicaban entre sí mediante trineos tirados por perros, que tardaban días enteros en llegar hasta el poblado más próximo. Sólo las ciudades un poco más importantes contaban con una pequeña pista de aviación y de algún aparato que podía ser contratado para los casos de mayor urgencia.
Hombre bueno y celoso pastor, el obispo solía quedarse todo el tiempo necesario con cada uno de sus sacerdotes a fin de compartir con ellos su vida y así conocer la realidad de su pastoral, a la vez que poder apoyar la vida espiritual de sus colaboradores. Luego de haber escuchado los problemas, logros y dificultades que el sacerdote de aquel lugar tenía con sus fieles, el obispo fue llevando discretamente la conversación hacia lo que pasaba en la vida misma de su visitado. Del tema de la oración pasaron al de la soledad. Y de éste, como naturalmente, surgió la pregunta sobre cómo se arreglaba el sacerdote para confesarse él mismo.
-”La verdad Monseñor - le dijo con sinceridad el cura-, que hace meses que no me confieso. Sabe, aquí estamos muy lejos de las demás poblaciones. Yo ya ando un poco sentido del reuma, y eso de tener que hacer en trineo dos días de ida y otros dos de vuelta, me resulta casi imposible a mi edad. Y como estoy medio trasmano, es raro que pase por aquí algún otro sacerdote. Así que trato de arreglármelas a solas y mano a mano con el Señor”. El obispo se mostró comprensivo frente a aquellas dificultades, pero considerando que el tema bien valía elesfuerzo de encontrarle una solución, preguntó:-”¿Y el avión, Padre? Comprendo que en trineo la cosa es larga y muy difícil. Pero aquí cerca tiene usted una pista de avión…”
“…Usted se toma el aparato por la mañana y en un par de horas llega a cualquier población. Luego de confesarse, puede regresar en el mismo día”. -”Si, Monseñor. Es cierto Yo también lo pensé. Pero existen dos problemas. Para los pecados veniales, el avión es un poco caro. Y para los mortales, un poco peligroso”. Sin llegar a estos extremos, a muchos cristianos les pasa algo parecido con este sacramento. Si tienen sólo pecados chicos, les parece que no vale la pena ir a confesarse. Y si tienen de los otros, les da vergüenza.
Hasta aquí, el relato del P. Mamerto Menapace… Te invito a que –como buen cristiano, ¡o mejor! …Como buen católico/a, le pidas al Espíritu Santo te hable siempre a tu consciencia y sepas qué es lo que DEBEMOS hacer, por pequeñao no-tan-pequeña sea la falta. No te dejes estar. Nuestro Señor está siempre esperándonos en el confesionariode la mano del sacerdote, ministro de la confesión. Afectuosamente, Mónica