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EL SENDERO DE LA SEXUALIDAD: DE LA PERVERSIÓN A LA MAGIA. AMOR, EROTISMO Y ENAMORAMIENTO.
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EL SENDERO DE LA SEXUALIDAD: DE LA PERVERSIÓN A LA MAGIA AMOR, EROTISMO Y ENAMORAMIENTO
Es necesario, antes de abordar este tipo de realidad, comenzar con el propio término “amor”. Cabe decir que esta palabra es polisémica. La palabra amor la aplicamos a diversas realidades. ‘No sólo ama el hombre a la mujer y la mujer al hombre, sino que amamos el arte o la ciencia, ama la madre al hijo y el hombre religioso ama a Dios. La ingente variedad y distancia entre esos objetos donde el amor se inserta nos pondrá a la defensiva para no considerar como esenciales al amor atributos y condiciones que más bien proceden de los diversos objetos que pueden ser amados’.
Generalmente se define el amor como un sentimiento. Así se queda en el nivel psicológico. Empero, el amor es más que un sentimiento; remite a lo más profundo del ser del hombre; se refiere a lo ontológico del hombre: es la estructura misma para la realización personal. El amor, en un sentido general, tiene diferentes modos de aplicación concreta: amor paterno y materno, amor filial, amor fraternal, amor de amistad, amor de compasión, amor entre novios, amor conyugal, amor patriótico, amor a Dios, amor a la naturaleza, amor a los animales, etc. En este sentido general, el amor es un dinamismo fundamental que mueve todas las demás fuerzas del hombre. En sentido radical, es el dinamismo fundamental “que hace que el hombre devengan hombre, que le confiere su carácter de hombre”.
De aquí que el amor sea una gracia, un destino y un arte. • Es una gracia porque es un don maravilloso de la vida, que nos abre a la felicidad e ilumina nuestra propia vida y le da sentido. Es una gratuidad que lleva a la plenitud. • Es un destino porque el amor es la medida del hombre: crece, si madura en el amor; decrece, si deja que se marchite su amor. Y si cada persona forja su propio destino, lo hace movida por el amor, que es el punto de partida y el centro de la existencia humana.
c) Es un arte que exige capacidad y práctica. Ordinariamente se cree –y se vive- que amar es lo más fácil y lo más sencillo. Esto es confundir el amor con la función sexual. Y es necesario ‘tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte vivir (Fromm, 1964, p. 15). - Cuando el amor se cultiva adecuadamente llega a su madurez y es el modo mejor de autorrealización personal porque es una fuente inacabable de enriquecimiento mutuo del yo y del tú. Pero puede convertirse en pasión –amor degenerado- o simplemente se le puede dejar vivir raquítico, inacabado. Es difícil amar. Hay que aprender a amar sana y plenamente: no hay mejor ocupación en la vida.
Grados en el amorEl amor implica diversas dimensiones. Pero se puede hablar de tres grados en el amor o de tres modos de amar: eros, philía y ágape. 1. Erosen Platón (428-348) significa el amor sensible, que muchas veces se convierte en pasión; es atraído por la belleza corporal, pero en una dialéctica de ascensión: se guía de la belleza corporal a la belleza del saber, y de la belleza de la virtud a la belleza del alma. Por eros entenderemos, pues, el amor sensual.
Por eso lo que generalmente provoca al amor erótico es la belleza sensible: esplendor de formas y colores, armonía de figuras que atraen y que producen deleite y felicidad. • El amor erótico funda el encuentro que puede producir cambios profundos en las personas. Da lugar al diálogo que enriquece a los dialogantes. Origina una clase de amistad que impregna de alegría la vida humana. El amor erótico se deja sentir en el arte, en la oratoria, en la enseñanza, en la educación y aún en actividades religiosas.
A pesar de no ser lo mismo eros y amor sexual, tienen relación próxima, por lo que eros tiene el peligro de degenerar. • El primer peligro es que eros se puede convertir en pasión, en una fuerza violenta que trasciende lo racional y casi acaba con la actividad libre. El hombre tiene la capacidad de dominar el amor sensible y hacer que no degenere en pasión. • El segundo peligro es la desmesura. Como la forma más intensa de eros es la actividad sexual subyace el peligro de desenfreno. • El tercer peligro es la desviación homosexual. El amor erótico se convierte en amor sexual. Esto ha dado origen a la creencia de que el amor sensible no se puede dar fuera de la actividad sexual. Así se impide la maduración de eros, que cuando se vive en sus justos límites es fuente de felicidad porque va más allá del sexo.
Se pueden caracterizar tres niveles de eros: • En un primer nivel, el eros es el nivel de los deseos conscientes: El hombre es un ser de deseos, pero su desear es una aspiración a la posesión de un bien. Este nivel de eros es anterior a la excitación instintivo-genital. • Segundo nivel, el eros humano no sólo es sexual. Este eros no se reduce a lo sexual; por el contrario, abarca todos los deseos fundamentales: de ser amado, de vivir, de armonía, de descanso, de afirmación, de búsqueda, de expansión, de libertad, de fraternidad, de inmortalidad, etc.
Tercer nivel, el eros como el nivel de la ternura. Se manifiesta en el ámbito de la sexualidad en la vital necesidad humana de dar y recibir cariño, por eso se puede decir que es el nivel de la ternura y de su manifestación por las caricias, tanto físicas como verbales y de actitudes afectuosas. • Cabe decir que hay culturas y ambientes que son más expresivos de la ternura, otros son más secos o incapaces de manifestar afecto por las caricias. Cuando desde la infancia se logra manifestar en forma abierta, espontánea y limpia, la ternura, será más fácil posteriormente tener la madurez suficiente para manifestar afecto y ternura sin actitudes equivocadas o miedos y represiones.
Por último, eros tiene por característica la insuficiencia que hace surgir la insatisfacción y la búsqueda de más. De aquí la tendencia al narcisismo –egocentrismo-. La persona se pliega sobre sí misma, pero busca al otro, no por amor a él, sino en vista de su propia satisfacción. Usa al otro –a los otros- para su placer.
2. PHILIA • Philía, amor personal y espiritual, realiza mejor que eros el concepto del amor. • Philía es inclinación benevolente: el querer bien al amigo. • Philía es el amor personal y espiritual que trasciende la amistad en sentido estricto y amplio. Philía es amor personal en cuanto que abarca al hombre entero y expresa lo mejor y lo más profundo de la persona: cada quien ama como es. Aquí entra de una manera particular la libertad.
Por otro lado, philía es amor espiritual en cuanto que surge ‘del ser humano todo entero, con énfasis sobre el espíritu, y en la medida en que se dirige sobre todo a lo que los sentidos, por sí solos, no pueden percibir y que no es accesible más que a la mirada del espíritu’. Estos factores –personal y espiritual- no se pueden separar porque el hombre por ser persona es espiritual – espíritu-encarnado -.
Se han separado estos aspectos de lo sensible y espiritual para destacar el aspecto espiritual, pues, en realidad, quien ama es la persona, que es totalmente espíritu y totalmente corporeidad. Por eso, amor sensible –eros- y amor espiritual –philía- son dos modos de amar en los que interviene la persona entera, con predominio de la dimensión corpórea -eros- o de la dimensión espiritual –philía-. • Philía trasciende la belleza física, sensible, y se dirige al bien que reside en lo bello; al bien de la totalidad.
Aclarando, eros, como no es personal, no llega a la persona en cuanto a persona, sólo le atrae la persona en cuanto bella sin que intervenga la personalidad, aunque ella sea el fundamento de la belleza. De ahí que eros tienda a considerar al otro como “algo” y no como “alguien”, lo que provoca cierta exaltación del sexo. Por eso eros no llega a la profundidad interior del otro, a su mismidad personal: se queda en la superficie. En eros no se abre la intimidad del “yo” y no se logra despertar la intimidad del “tú”.
Así surge el hecho de que haya tantos encuentros vacíos de significación profunda: nacidos de eros y del sexo, y que sumergen en la soledad. Y cuando las personas sólo pretenden superar la soledad y se refugian en la actividad sexual lo único que encuentran es que no han podido llenar el vacío que les produjo la ausencia de auténtico encuentro personal. • En cambio, philía, por la que las personas se encuentran en su yo profundo, es el verdadero amor. De aquí la necesidad de que eros se transforme en philía. Por eso, desde el enfoque de philía, el verdadero amor es querer el bien de la persona amada.
En esta perspectiva se expresan los siguientes filósofos • G. Madinier (1895-1958) escribe: “amar es darse cuenta de que el otro está en primera persona y en su para-sí, es esforzarse en constituirlo en su intimidad, es quererlo como libertad y principio de iniciativa… El que ama de verdad quiere al otro como persona y se esfuerza en constituirlo como tal” (Conciencia y amor, París, 1962, p. 114). • M. Nédoncelle (1905-1976) define el amor como “una voluntad de promoción. El yo que ama quiere ante todo la existencia del tú; quiere además el desarrollo autónomo de ese tú”.
Este amor es don, entrega, realización. Por eso una persona se acerca a su autorrealización cuanto más profundamente vive en el amor. • En este sentido, el amor es la fuente inagotable de la felicidad verdadera. Pero, entiéndase bien, felicidad compartida –de lo contrario, sería egoísmo-. • El amor es dádiva, entrega, sin esperar recompensa, pues el interés por la recompensa acaba con el amor. • De esto se expresa Agustín: “si amas, hazlo sin recompensa”. En todo caso, la recompensa es la persona amada: “si amas verdaderamente, tu recompensa debe ser aquel a quien amas”. Es decir, que la alegría y la felicidad de la persona amada se convierte en la felicidad y en la alegría de quien ama. Por lo que la recompensa de amar es sentirse amado.
Si se ha comprendido que la sexualidad es un encuentro interpersonal que abarca a la persona en totalidad, no se podrá limitar a la sola relación genital, corporal y erótica en la satisfacción física o de los sentidos. • Filía abarca toda la relación interpersonal humana. Supera lo instintivo-genital, humaniza lo erótico y, aunque sexuado, supera el nivel del placer físico para recibir y dar la gratificación del cariño, del afecto, de la presencia, de la comunicación, de la intimidad. Por eso, los rasgos característicos de filía son la amistad, la capacidad de intimación y la consolidación de la identidad psicosexual.
El amor filía es una manifestación de la afectividad de gran amplitud, que capacita para entablar relaciones sexuadas interpersonales positivas, pues proporciona seguridad en el trato con las personas del propio sexo y con las del opuesto, ya que es fuente de identidad personal y capacita para la intimación.
3. ÁGAPE • El tercer grado en el amor es ágape que, por su propia naturaleza, viene del Otro. Ágape es amor en convite fraternal. Por amor fraternal “se entiende el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento con respecto a cualquier otro ser humano, el deseo de promover su vida”. • Este tipo de amor se caracteriza por no ser exclusivo. En el amor fraternal se tiene una experiencia de unión con todos los seres humanos, de solidaridad y de reparación humana. El amor fraternal se basa en la experiencia de que todos somos uno.
El amor ágape transforma los anteriores grados del amor y les da permanencia, los humaniza, los hace radicalmente distintos, los diviniza. Así, el ágape incluye, necesita, trasciende y perfecciona lo corporal y lo sexual; a la amistad le da un nuevo y original sentido. • Las caricias entre padres e hijos, la intimidad compartida de los amigos, la ternura que intercambian los novios, la relación íntima de los esposos, cuando son transformadas por el ágape se convierten en comunión de personas. Este tipo de amor lleva a plenitud los diversos niveles de la sexualidad.
Sin embargo, en nuestros días existe una innegable profanación del amor, reducido a función sexual o cuando menos a deseo de ser amado. El sexo reducido a bien de consumo: signo de nuestro tiempo. Esta liberación sexual ha conducido a una sexualidad sin alegría y sin placer… • ¿Estamos en la generación de Freud? Dice P. Ricoeur: ‘la generación de Freud jamás había contado con que la eliminación de los tabúes sexuales tuviera este resultado: pérdida de su valor por la facilidad, pues todo lo que facilita el encuentro sexual fomenta al mismo tiempo su caída en la trivialidad y en la insignificancia”.
Algunas palabras sobre la relación amor-sexo • El amor-sexo es la forma más primitiva y natural del ser humano. Según la perspectiva de esta forma de amar, el amor significa relación sexual o, más exactamente, relación genital. • En esta línea se mueve la mística de la prensa pornográfica y de los bajos fondos que hoy en día invade la mayor parte de los sectores de la vida, incluso el de la intimidad conyugal. Así, la expresión “hacer el amor” y otras afines equivalen a realizar un acto genital y suscita la idea de prostitución, violación, desfloración, violencia sexual, iniciación sexual, amor egoísta, materialista, fisiológico, mercenario, perversión y otras cosas más.
La cátedra de esta filosofía del amor se encuentra en los quioscos, en el mundo del espectáculo y hasta en los juicios de muchos pedagogos y jurisperitos. Esta idea del amor-sexo también subyace cuando se emiten expresiones como “cuando el amor ya no existe, no hay matrimonio” o “cuando el amor se acaba, se acaba todo”. • Los que se empeñan en practicar el amor confundiéndolo con el sexo crudo (puramente genital), pronto o tarde terminan decepcionados, cuando no degenerados. • Al suceder esto, la conciencia moral queda como anestesiada y recurren a sucedáneos como la droga o a algún otro medio de evasión. En varios casos, la idea del suicidio late por la imaginación de tales sujetos de manera preocupante.
Sobre la cuestión del enamoramiento • A pesar de no existir una definición unánime y unívoca de enamoramiento, es preciso esbozar alguna, y para ello se han utilizado distintos términos semejantes: “locura divina” de Platón; adoración, idolatría, infatuación, prendarse por, suspirar por, morirse por, querer de amor, amor del amor, amor ardiente, amor pasión, pasión, flechazo amoroso y embeleso”. • Más de alguno de estos términos, u otros, suelen escucharse de los labios de aquellas personas que se dicen estar enamoradas, y algo de verdad hay en ello.
Se pueden describir una serie de conductas que se producen en los enamorados cuando se encuentran: • Establecimiento de contacto visual; fijación y mantenimiento de la mirada; desviación de la mirada y “caída de ojos”; retorno tímido a la fijación de la mirada; sonrisas y coqueteo de ojos; animación de la voz; exageración vocal de trivialidades; risas; rotación de la cara de un lado al otro; movimientos mutuos de aproximación; humedecimiento de los labios; acomodo de la ropa para revelar la piel desnuda; tocamientos que simulan ser inadvertidos; copia mutua de los gestos; sincronización de los movimientos corporales (…) aumento de las frecuencias cardiacas y respiratorias, sudoración y latido epigástrico; los enamorados también presentan modificaciones del sueño, el contenido de los ensueños, la fantasía y el apetito.
Cabe resaltar que el erotismo es uno de los principales componentes del enamoramiento, y para algunos el único. El erotismo es el deseo sexual, éste también conocido por libido, pulsión e instinto y motivación sexual. Desde la perspectiva freudiana, el erotismo junto con la ternura representan los dos grandes componentes del enamoramiento. • En el terreno del erotismo, el motor propulsor es el deseo. Así, la emoción que suscita el deseo se ha dado en llamar amor sexual, sensual o genital, o coloquialmente “calentura”. • De aquí que se llama amor sexual al sentimiento en el que predomina el erotismo sobre la ternura y la espiritualidad. Cuando la atracción sólo contiene deseo físico decimos que ha ocurrido un falso enamoramiento.
Hasta aquí, se puede ver que existen diversas y variadas formas de enamoramiento, todas ellas distintas entre sí; como puede ser el enamoramiento femenino, genuino, real, súbito, breve, frecuente, adolescente, heterosexual, posesivo, inmaduro, no correspondido, homosexual, enfermizo y soñador. A continuación se hará mención de los distintos tipos de enamoramiento. • Ver listado de los tipos de enamoramiento.
A MODO DE CONCLUSIÓN • El amor, como se ha visto, no se reduce a mero sentimiento. Tampoco se reduce a uno solo de los grados expuestos (sexo, eros, filía, ágape). • El amor, como actitud existencial y vital en el devenir ser humano, es la realidad fundamental que constituye a toda persona como tal. • El amor es lo que hace al ser humano ser y vivirse como verdaderamente humano. El amor es la dimensión total e integradora de las potencialidades humanas. • El amor, antropológicamente, es la fuente espiritual de sentido y que da sentido a la realización de la existencia personal. Por otra parte, el amor es violencia, fuerza avasalladora y deseo vital irresistible de ser.
De este modo, tanto el amor-sexo (amor natural-biológico-genital) como el eros (amor sensible y sensual: belleza física), filía (amor como don, entrega y realización) y ágape (amor de comunión, fraternal, de respeto y cuidado por el otro), no son más que manifestaciones concretas de esta realidad plenamente humana que, en el transcurso de la historia y en gran diversidad de culturas, se le ha dado en llamar AMOR, y que se encuentra en estrecha relación con otra de las importantes dimensiones de la personalidad, como lo es la sexualidad. • De hecho, puede decirse que la sexualidad humana sólo se vive plenamente desde la perspectiva del amor.
Sin embargo, conviene alertar que el amor, como elemento totalizador y fundante en la realización de la existencia humana, se ha desvirtuado y se ha malentendido por el despliegue publicitario que los medios de comunicación han hecho respecto a sólo algunos aspectos de la sexualidad, como lo son la belleza corporal, lo erótico, lo romántico en contraste con lo “feo” y “grotesco”.
Bibliografía: • BLÁZQUEZ, Niceto, Los derechos del hombre, BAC, Madrid, 1980. • FROMM, Erich, El arte de amar, Paidós, México, 1983. • FROMM, Erich, El miedo a la libertad, Paidós, México, 2001. • MARTIN DEL CAMPO MENA, José Luis, Moral de la sexualidad del amor y la familia, ed. RTP, México, 2003. • ORLANDINI, Alberto, El enamoramiento y el mal de amores, FCE, México, 1998. • SANABRIA, José Rubén, Filosofía del hombre, Porrúa, México, 1987.