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JORNADA. XVIII. La Defensa de la Vida Humana. MUNDIAL DEL ENFERMO. ESQUEMA 1. HORAS SANTAS PARA ENFERMOS.

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Presentation Transcript


  1. JORNADA XVIII La Defensa de la Vida Humana MUNDIAL DEL ENFERMO

  2. ESQUEMA 1 HORAS SANTAS PARA ENFERMOS

  3. Congregados con por el Espíritu de la Verdad, de la esperanza de la comprensión y del consuelo en el Amor Perfecto, es el único amor que es oblativo, agradable y modelo de todos los demás amores, que desean aproximarse a la plenitud de Dios mediante la comprensión del dolor y padecimiento de la enfermedad que da frutos de conversión en la Cruz de Cristo que inmolado por obediencia, presente en la Hostia consagrada, nos disponemos a adorarlo. Pidámosle el perdón de nuestros pecados y la salud de nuestro espíritu, alma y cuerpo. Canto: “Cantemos al amor de los amores”.

  4. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO ORACIÓN: Te visito con filiar afecto, amor mío sacramento con el corazón te adoro; con todo él te amo y te deseo, date a mí solo Señor y seré feliz, puesto que fuera de ti, ya nada más quiero, y nada más deseo.

  5. Alabemos y demos gracias, en cada instante y momento. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Creo en ti Jesús Sacramentado y te pido que aumentes mi fe para saber comprender el dolor de mi enfermedad y poner todas mis miserias en tus brazos que consuelen las angustias de la vida y sana toda enfermedad. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

  6. Alabemos y demos gracias, en cada instante y momento. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Espero en ti Jesús Sacramentado y te imploro que me concedas esperar con esperanza viva y oblativa en medio de mis padecimientos para ser testigo tuyo de que vale la pena saber anhelar tu regreso lleno de la Gloria del Padre. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

  7. Alabemos y demos gracias, en cada instante y momento. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Te amo Jesús Sacramentado y postrado ante ti, te suplico que perfecciones y aumentes este amor que por ti siento y tan doloroso a la vez hace que sienta tu mismo amor en la cruz, en mi cuerpo frágil y en ocasiones atormentado. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

  8. Alabemos y demos gracias, en cada instante y momento. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Confío en ti Jesús Sacramentado porque tú a pesar de mis flaquezas te muestras misericordioso y comprensivo. Aunque dudo de tu providencia por mi debilidad, haces que mi confianza en ti sea cada vez más plena, pura y gozosa en esos momentos de dolor de mi corporeidad y me dispones a recibir de tu suma majestad lo que más te agrada, has que nunca deje de confiar en ti, en tu amor y asistencia… ven a mi, Señor…. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

  9. Alabemos y demos gracias, en cada instante y momento. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Me pesa haberte ofendido Jesús Sacramentado con mi desesperación mi intolerancia, mi poca capacidad para contemplarte en mis dolores, y por no considerar que tú has sido y eres el primero de entre todos que sufren, el que lleva nuestros dolores y padecimientos del cuerpo y del espíritu. Concédeme la gracia de dolerme de mis fallas y recibe de mi humano arrepentimiento la ofrenda de mi enfermedad. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

  10. Alabemos y demos gracias, en cada instante y momento. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. Deseo recibirte con la mayor dignidad posible, amor mío sacramento, absuélveme de toda culpa y procúrame una abnegación profunda hacia ti para disponerme día a día a encontrarme contigo desde ahora en la enfermedad, en el lecho del dolor y en la última hora de mi existencia para contigo en la eternidad estar. Haz que te reciba siempre con el amor que tú te meres. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

  11. Alabemos y demos gracias, en cada instante y momento. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento. ORACIÓN: Soberano Señor Sacramentado, prenda segura de la eterna gloria, esta estación recibe con agrado, por ser de tu pasión tierna memoria, haz que destruido el reino del pecado tu Iglesia santa cante la victoria, asístela con tus gracias y dones en todas sus necesidades y aflicciones. Amén.

  12. LECTURA DEL LIBRO DE JOB 1, 1-22 Había en el país de Us un hombre llamado Job. Este hombre era íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal. Le habían nacido siete hijos y tres hijas, y poseía una hacienda de siete mil ovejas y tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas, además de una servidumbre muy numerosa.

  13. Este hombre era el más rico entre todos los orientales. Sus hijos tenían la costumbre de ofrecer por turno un banquete, cada uno en su propia casa, e invitaban a sus tres hermanas a comer y a beber con ellos. Una vez concluido el ciclo de los festejos, Job los hacía venir y los purificaba; después se levantaban muy de madrugada y ofrecían un holocausto por cada uno de ellos. Porque pensaba “tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en su corazón”.

  14. Así procedía Job indefectiblemente. El día en que los hijos de Dios fueron a presentarse delante del Señor, también el adversario estaba en medio de ellos. El Señor les dijo: ¿de dónde vienes? El adversario respondió al Señor: “de rondar por la Tierra yendo de aquí para allá”. Entonces el Señor le dijo: ¿te has fijado en mi servidor Job?

  15. No hay nadie como él sobre la Tierra es un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal. Pero el adversario le respondió: no por nada teme Job al Señor. ¿Acaso tú has puesto un cerco protector alrededor de él, de su casa y de todo lo que posee?. Tú has bendecido la obra de sus manos y su hacienda se ha esparcido por todo el país. Pero extiende tu mano y tócalo en lo que posee. ¿Seguro que te maldecirá en la cara?.

  16. El señor dijo al adversario: “está bien todo lo que le pertenece está en tu poder, pero no pongas tu mano sobre él”. Y el adversario se alejó de la presencia del Señor. El día en que sus hijos e hijas estaban comiendo y bebiendo en la casa del hermano mayor, llegó un mensajero y dijo a Job: “los bueyes estaban arando y las asnas pastaban cerca de ellos, cuando de pronto irrumpieron los sabeos y se los llevaron, pasando a los servidores al filo de espada. Yo solo puede escapar para traerte la noticia”. Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: “cayó del cielo fuego de Dios, he hizo arder a las ovejas y a los servidores hasta consumirlos yo solo pude escapar para traerte la noticia”.

  17. Todavía estaba hablando cuando llegó otro y le dijo: “los caldeos divididos en tres grupos, se lanzaron contra los camellos y se los llevaron pasando a los servidores a filo de espada. Yo solo pude escapar para traerte la noticia”. Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: “tus hijos y tus hijas bebían en casa de su hermano mayor y de pronto sopló un fuerte viento del lado del desierto, que sacudió los cuatro ángulos de la casa. Esta se desplomó sobre los jóvenes y ellos murieron. Yo solo pude escapar para traerte la noticia.

  18. Entonces Job se levantó y rasgó su manto; se rapó la cabeza, se postró con el rostro en la tierra y exclamó: “desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré ahí”. El Señor me lo dio y el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”. En todo esto, Job no pecó ni dijo nada indigno contra Dios. Palabra de Dios. Un momento de silencio.

  19. REFLEXIÓN U HOMILÍA Ante el asunto de la enfermedad o adversidad es necesario partir por lo más sencillo y aunque en ocasiones parezca insignificante y sin sentido, puede ser que sea lo más significativo e importante para la vida del ser humano. Job lo posee todo, mujer, hijos, sirvientes de buena familia, incluso “amigos” y bienes materiales… Su relación con Dios, según el “adversario”, es por “interés”. Sin embargo, Dios sabe muy bien qué existe en el corazón de aquel que dice amarlo: Job.

  20. La enfermedad y la adversidad no son “cosas” que destruyen o aniquilan el sentido de la vida de todo hombre mortal que está y estará a expensas de Dios, siempre necesitará de Él. Nuestros padecimientos nos enseñan a reconocer de quien dependemos y junto con ellos, a “ver”, cómo ha sido, cómo es y cómo debe de ser nuestra vida. La vida es momentánea, pero la inmortalidad nos aguarda; la eternidad nos espera en un convivir con Dios.

  21. Nuestras limitantes, fragilidades y defectos e incluso nuestros errores, no son más que consecuencias de estar lejos de Dios y vivir confiados a nosotros mismos y el pensar que estamos con Dios y no lo estemos. Dios siempre está a nuestro lado pero nosotros no siempre estamos con él. Job es la muestra de que aún en la prueba es preciso estar con Dios e invocarlo con humildad a pesar de nuestro desconcierto la “prueba” se torna un acrisolamiento una purificación de nuestras vidas, nos ayuda a recordar todos y cada uno de los momentos que hemos vivido,

  22. de los que estamos viviendo y de lo que viviremos nos ayuda a prever lo mejor para esperar pacientemente en las cosas que cambiarán, de que los que nos ocurre es por un motivo vivificante y vivificador para con Dios para nuestro bien y para los demás…Dios nos va descubriendo lo que hay dentro de nuestro corazón y lo va mostrando a los que se confunden con nuestros padecimientos… ya no sólo acrisola nuestra vida sino también la de aquellos que nos rodean.

  23. La enfermedad es un don divino porque todo procede de Dios y Dios siempre provee de lo mejor que tiene a quien ama con dulzura y predilección, Dios nos ama con estas características y otras que están aguardando a que las descubramos. La ausencia de salud nos conduce a analizar lo que somos: seres diminutos y paradójicamente enaltecidos por el amor de Dios, que se deja sentir en nuestros cuerpos que se deterioran día a día con el transcurso del tiempo, que pesa sobre nuestras vidas sedientas de Dios.

  24. Y es ahí donde precisamente se va configurando encarnadamente ese Dios de amor, de misericordia, de paciencia, de abnegación con el esplendor de su gloria, tan incomprensible para el resto del mundo obstinado en desvalorar el sentido del dolor y del sufrimiento humano, que transforma la faz de la tierra por el Espíritu Santo que lo posee. En la enfermedad y en la adversidad se descubre a Dios; en ese “grito de aflicción”, pues eso significa Job. Al enfermo, Job, “el que grita en la aflicción”, Dios le habla desde un torbellino.

  25. Desde ese torbellino implacable, pero que deja descubrir a Dios. También les habla a los implicados en el trato con nosotros los que llevamos las llagas de Jesucristo y de esas llagas se dimana una fragancia que pocos logran percibir. Quien la percibe comienza a dejar que Dios le explique el sentido salvífico del dolor pues, el dolor de la enfermedad capacita para esperar la liberación, la aparición gloriosa de nuestro Salvador Jesucristo. Canto: “Vaso nuevo” (el alfarero). Un momento de silencio.

  26. PETICIONES Unidos como hijos de un mismo Padre, y deseando tener en Él un solo corazón y una sola alma e ir aprendiendo a ofrecer nuestras enfermedades para conversión del mundo, oremos diciendo: Te rogamos, óyenos. 1.Por la Iglesia, sacramento universal de salvación y de unidad del género humano, para que la acción del espíritu renueve en lo más íntimo y la una más profundamente a nuestro maestro y Señor Jesucristo, el Cordero sin mancha. Roguemos al Señor.

  27. 2.Por cuantos se consagran al apostolado de los que sufren en la enfermedad, para que sus esfuerzos sean comprendidos y apoyados con espíritu de caridad. Roguemos al Señor. 3.Por los que tienen en sus manos los destinos de los pueblos: que Dios padre de todos, fuente de toda autoridad y fundamento de toda ley verdadera les conceda su espíritu de sabiduría para que gobiernen según su eterno plan de salvación y velen por los más necesitados y débiles en su salud. Roguemos al Señor.

  28. 4.Por nosotros, los cristianos, para que seamos capaces de decir a los hombres que el don de la enfermedad que viene del amor de Dios es digno de respeto pues nos ayuda a reconocer que sin Dios nada podemos. Roguemos al Señor. Dios, Creador y Salvador nuestro, renueva hoy los prodigios de tu misericordia y has que reconociendo en la historia las obras de tus manos, nos veamos reforzados en nuestra vida para ser testigos de tu amor en el mundo. Roguemos al Señor.

  29. Ahora llenos de esperanza digamos la oración que Jesucristo nos enseñó: PADRE NUESTRO… Canto: ¡Oh buen Jesús! Bendición con el Santísimo Sacramento. Canto: “Bendito, Bendito, Bendito sea Dios”.

  30. ESQUEMA 2 HORAS SANTAS PARA ENFERMOS

  31. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO Canto: “El Señor nos invita ya” ESTACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO Breve momento de silencio y contemplación. GUÍA: Padre nuestro que nos quieres tanto, que nos diste a Jesús, para que nos ayudara a triunfar de los sufrimientos y de las penas, mira a tus hijos e hijas enfermas y compadécete de sus sufrimientos, como lo hiciste con tu hijo Jesús. Amén. Canto: “un mandamiento nuevo nos dio el Señor”

  32. GUÍA: Dios nuestro, Tu eres digno de tosa gloria y alabanza, comunícales tu fuerza que le diste a tu Hijo, para que también estos hijos tuyos los enfermos puedan ser testigos de tu bondad y de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, amén. MONICIÓN Nos acercamos a tu palabra, que nos ayuda a reconocerte a través de unos rasgos tuyos y del tacto que tú le dabas a los enfermos y que es tan difícil de tener cuando se está sano, escuchemos con atención.

  33. LECTURA DEL EVANGELIO DE LUCAS 6,6-11 Sucedió que entró Jesús otro sábado a la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaba al acecho de los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de que acusarlo. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: “Levántate y ponte ahí en medio”. “Él levantándose se puso allí”, entonces Jesús le dijo: “Yo les pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla” Y mirando a todos ellos, les dijo: “Extiende tu mano”. Él lo hizo, y quedó restablecida su mano, ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí que harían con Jesús. Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

  34. En un momento de silencio meditemos la palabra de Dios. REFLEXIÓN Entra Jesús en la sinagoga, ahí se encuentra un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Podemos también suponer como esta discapacidad comprometiera su capacidad de trabajo y su auto-suficiencia, además de la vergüenza por la dificultad en las relaciones; finalmente nosotros nos saludamos y despedimos con un apretón con la mano derecha.

  35. Jesús está proponiendo una nueva religión, un nuevo culto, el enferme en este nuevo culto tiene un lugar privilegiado, “el centro”: “Ponte ahí en medio”. Según la mentalidad Judía el enfermo, según una interpretación rígida de la doctrina de la retribución, debía ser marginado. En fin se trata la enfermedad como castigo de Dios por un pecado del mismo sujeto o de sus parientes. Jesús cambia la perspectiva: el enfermo no es un “castigado”, un reprochado por Dios.

  36. Más bien, para Dios el lugar del enfermo es el centro del culto, de la liturgia, de la comunidad, del corazón e interés de los verdaderos creyentes. Su lugar es el que todos ven, para poder ser el centro de los corazones y cuidado de todos. Jesús da la salida y dignidad a este ser humano: lo pone en el centro para comunicarnos que ahí es su verdadero sitio, antes que los mismos ritos. Preguntémonos: ¿Está el enfermo en el centro de nuestras comunidades cristianas, de nuestras familias, de los hospitales y otros lugares para la salud? Jesús nos pide un cambio de mentalidad.

  37. Canto: “Una espiga dorada por el sol” Todos: Acto de Fe. Señor mío Jesucristo creo que verdaderamente estas dentro de mí, con tu Cuerpo, Sangre, alma y divinidad, y lo creo más firmemente que si lo viesen con mis propios ojos.

  38. ACTO DE ADORACIÓN Oh Jesús mío te adoro presente dentro de mí y me uno a María Santísima, a los ángeles y a los santos para adorarte como mereces. ACTO DE ACCIÓN DE GRACIAS Te doy gracias Jesús mío, de todo corazón, porque has venido a mi alma. Virgen Santísima, ángel de mi guarda, ángeles y santos del cielo, den por mí, gracias a Dios. Canto: “Oh María, oh Madre mía”

  39. CONSAGRACIÓN A MARÍA, MADRE DE LA EUCARISTÍA Decimos todos: Dios mío, yo creo que eres Uno en naturaleza, igual en divinidad. Tres personas, presentes en la Eucaristía. Ante ti; Dios Uno y Trino me postro en adoración y te reconozco como mi Creador, Redentor, yo, pequeño(a) y débil criatura, elevada por tu gracia a la dignidad de ser hijo tuyo, deseo vivir las enseñanzas, del Evangelio, ser un miembro dócil de la Iglesia, aceptar los mensajes que nos has enviado a través de la Madre de la Eucaristía.

  40. Padre mío, necesito tu amor para dar significado, dirección y propósito a mi vida nada puedo hacer sin Tí. Jesús, dulce Maestro, propósito a mi vida nada puedo hacer sin Tí. Jesús, dulce Maestro, deseo conocerte y amarte más y más; alimenta, sostiene y fortalece mi vida con la Eucaristía, Pan de Dios, Pan de Vida, Pan vivo bajado del cielo. Espíritu Santo dame tu luz para que pueda comprender aunque sea por un instante, todo el infinito amor a la Santísima Trinidad, que se me da en la Eucaristía.

  41. Oh Dios uno y Trino, me consagro a Ti por medio de María Madre de la Eucaristía, creo que estás en verdad presente en los sagrarios de las iglesias, donde deseo ir a alabarte, adorarte y hacerte compañía. Madre de la Eucaristía, Tú, quién nos has dado a tu Hijo Jesús, con dolor y tanto amor, mientras pendía en la cruz, ayúdame a vivir en la gracia, para siempre estar listo para recibir a Jesús en mi corazón. Amén. “María salud de los enfermos, ruego por ellos y por todos los que sufren”. (tres veces)

  42. PETICIÓN LIBRE DE LOS ENFERMOS. Padre nuestro… Canto: “Cantemos al amor de los amores” BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO

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