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Pintor de Sueños. Hubo una vez, no sé dónde, un pintor de sueños que pintaba, no sé cómo, los trazos indecibles del misterio. Le dijo al viento: “Dame tu susurro, tu música silvestre y rumorosa”. Pintó invisible –un deje leve apenas-, pero sonora, el alma de María.
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Pintor de Sueños Hubo una vez, no sé dónde, un pintor de sueños que pintaba, no sé cómo, los trazos indecibles del misterio.
Le dijo al viento: “Dame tu susurro, tu música silvestre y rumorosa”. Pintó invisible –un deje leve apenas-, pero sonora, el alma de María.
Le dijo al bosque, al arroyo, a los pájaros, al mar en calma, al valle, a las praderas, al amanecer...: “Dadme ese paisaje”. Pintó, fulgente, el rostro de María.
Le dijo al cielo: “Dame tus lumbreras; tu luz, tu sol, tu luna, tus estrellas...”. Pintó, tersos, los ojos de María.
Le dijo al niño: “dame tu alborozo, tu primera inocencia y el candor de tus muecas, la flor de tus miradas...” Y pintó la sonrisa de María.
Dijo a la madre: “Dame tu ternura, tu amor y tu desvelo hecho costumbre: dame, mujer, tu anhelo, tu embeleso”. Y pintó un corazón sin más fronteras que el sollozo, el dolor y la esperanza.
Dijo a Dios: “Dame de ti lo mejor”. Hubo un silencio de ecos infinitos. Hubo ángeles. Hubo primavera en la historia del hombre con Dios. Floreció la palabra en la ribera de María...
De su hijo engalanada nos la pintó el pintor de nuestros sueños. MiguelRubio