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CRE 5 de 83. EN EL PRINCIPIO, 5. El hecho de ser criatura no se refiere únicamente a ser originado sino también a la más honda estructura de ese ser que, debido a su contingen- cia, requiere una continua asistencia divina para existir. Las criaturas son conservadas en la exis-
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CRE 5 de 83 EN EL PRINCIPIO, 5 El hecho de ser criatura no se refiere únicamente a ser originado sino también a la más honda estructura de ese ser que, debido a su contingen- cia, requiere una continua asistencia divina para existir. Las criaturas son conservadas en la exis- tencia por Dios. San Gregorio Magno, Moralia 16: “de tal modo depende de Dios el ser de las criaturas todas que ni por un solo instante podrían sub- sistir, y volverían a la nada, si no fueran conservadas en el ser por la acción y la fuerza divina”. Dios no sólo da el ser a su criatura, “sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término” (CCE 301).
CRE 6 de 83 EN EL PRINCIPIO, 6 Aunque bajo la letra de la Biblia haya un mo- delo de universo subyacente que corresponde a la época en que fue redactada, el interés del texto se dirige al horizonte de la voluntad de Dios. El Génesis no quiere atender a ningún tipo de hipótesis física. Decir que “en el prin- cipio” Dios creó los cielos y la tierra es saltar a un plano trascendente. CCE 287: “Más allá del conocimiento natural que todo hombre puede tener del Creador, Dios reveló progresivamente a Israel el misterio de la Creación”.
CRE 7 de 83 EN EL PRINCIPIO, 7 Ex 3, 13-14: “Moisés replicó: ‘Cuando me acerque a los hijos de Israel y les diga ‘el Dios de vuestros padres me envía a vosotros’, y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles?’. Y le dijo Dios a Moisés: ‘Yo soy el que soy’”. Las criaturas no tienen todas las perfeccio- nes del ser: no “son”, sino que necesitan que alguien sea el origen de su ser. Dios no necesita de nada para ser: verdadera- mente “es”, porque no debe su ser a ningún otro. Tal realidad sitúa inmediatamente la diferencia radical entre Dios y lo creado.
CRE 8 de 83 EN EL PRINCIPIO, 8 Gn 1, 3: “Dijo Dios: ‘Haya luz’. Y hubo luz”. A través de la Palabra, que es la manifestación de su voluntad, Dios trae todo a la existencia. Siendo el único ser autosuficiente, no tiene necesidad de dar a participar de la existencia a ninguna de las criaturas. Guiados por la Revelación, vemos en la Creación a un Dios que quiere compartir la riqueza de su ser dando el ser a una infinidad de seres que reflejan su poder y su gloria. Decide comunicarse a quien no puede exigírselo.