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a. m. s. e. r. a. TERCER DOMINGO. TERCER DOMINGO. u. c. CICLO A. Lectio Divina. PASOS DE LA LECTIO DIVINA. CONTEMPLACION - ACCION. ORACION. MEDITACION. LECTURA. PREPARACION. AmbientacióN.
E N D
a m s e r a TERCER DOMINGO TERCER DOMINGO u c CICLO A
Lectio Divina
PASOS DE LA LECTIO DIVINA CONTEMPLACION - ACCION ORACION MEDITACION LECTURA PREPARACION
AmbientacióN En la organización de los evangelios dominicales de Cuaresma, cada ciclo tiene sus características peculiares. El de este año, el ciclo A, presenta durante tres domingos unos pasajes, no de Mateo, sino de Juan, que quieren prepararnos a la Pascua por medio de un camino de «discipulado», que nos va conduciendo poco a poco, hacia el encuentro con la Vida Nueva en el Misterio Pascual de Cristo.
Después de las «tentaciones de Jesús» en el desierto (Dgo. 1°) y de su «transfiguración» (Dgo. 2°), los Domingos del 3° al 5° nos ofrecen tres pasajes «bautismales»: • el «agua viva» ofrecida a la mujer samaritana junto al pozo (Dgo 3º.), • la «curación del ciego de nacimiento» (Dgo. 4º) • y la «resurrección de Lázaro» (Dgo. 5º.)
Estos pasajes son de claro contenido cristológico, con una revelación progresiva hasta llegar al "yo soy": Jesús como «Agua viva», «Luz» y «Vida», tres conceptos muy característicos de Juan y muy propios del camino de iniciación cristiana, que tradicionalmente han servido para motivar el camino bautismal de los catecúmenos, es decir, de quienes se preparan para el Sacramento, o también de la comunidad cristiana en su recorrido cuaresmal hacia la Pascua.
En este domingo la Iglesia quiere que miremos hacia adelante, hacia la gracia salvadora de la Pascua. Esta gracia supone la renovación cuaresmal, y está simbolizada por el agua que sacia la sed para siempre.
Dom3o- JESUS es el AGUA VIVA (Samaritana) DOMINGOS DE CUARESMA ciclo A CAMINO hacia la PASCUA ITINERARIO DE MATEO Dom1o- Jesús es tentado como nosotros Dom2o- Jesús Transfigurado es la nueva Alianza Dom4o- Jesús es la LUZ DEL MUNDO(Ciego de nacimiento) Dom5o- Jesús es LA VIDA (Lázaro)
Primer paso del Camino: Escoger a Dios o dar pasos en falso Segundo paso del Camino: Escuchar al Hijo predilecto Cuarto paso del Camino: Dejarse iluminar para creer Quinto paso del Camino: Volver a la vida Tercer paso del Camino: Beber de la fuente de Agua Viva
INVOCACION AL ESPIRITU SANTO Ven, Espíritu Santo, ilumina nuestra mente, nuestro corazón y nuestra voluntad LA BIBLIA para que podamos comprender, aceptar y vivir tu Palabra. Llena con tu santo poder a todos los que participamos en este encuentro para que, guiados por el Evangelio, recorramos juntos el camino de Jesús Maestro
Ven, Espíritu Santo, a llenar nuestra vida con tu acción vivificadora, para que sepamos descubrir la presencia de Jesús. Danos fe en la Palabra viva y liberadora de Jesús; que ella sacie la sed de todos los sedientos de verdad y de justicia, de paz y de amistad. Amén.
MIREMOS EL TEXTO PARA VER QUE DICE LEAMOS LA PALABRA PONGAMOS ATENCION PARA ESCUCHAR Y RECIBIR... HAGAMOS SILENCIO Y ABRAMOS LAS PUERTAS DEL CORAZON A LA PALABRA QUE LLEGA...
«Danos agua para beber» Exodo: 17, 3-7 La lectura del Exodo introduce el tema del Evangelio: a través de su Éxodo, el pueblo en el desierto sufrió calor y sed; y esto es un símbolo de la condición humana. Moisés producirá para ellos agua que saltaba de una piedra; y esto es un símbolo de Cristo fuente de gracia. En el repaso de la historia de la salvación que hacemos en las primeras lecturas de los domingos de Cuaresma, después de recordar el domingo pasado a Abrahán, hoy se nos presenta a Moisés, el gran líder que sacó al pueblo israelita de Egipto y lo condujo a través del desierto hasta las puertas de la tierra prometida.
La página de hoy nos presenta un episodio muy agitado de rebelión y protesta del pueblo: episodio que ha quedado en la historia de Israel como "el día de Meribá y Massá en el desierto". Massá significa "prueba" y Meribá, "protesta". El cansancio del camino por el desierto, la pertinaz sequía y la sed hacen que protesten contra Moisés: le echan en cara que les ha traído a morir al desierto. Moisés, cansado también él de soportar a ese pueblo, acude a Dios, y consigue el agua deseada, para las personas y el ganado, golpeando la roca que Dios le señala. La conclusión no se sabe bien si es una afirmación o una pregunta dubitante: "¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?".
«No endurezcan su corazón» Sal: 95(94) El salmo invita, por una parte, a los creyentes a elevar alabanzas y vítores al Señor, porque «él es nuestro Dios y nosotros su pueblo». Pero también advierte: «no endurezcan sus corazones como en Meribá, como el día de Massá... cuando sus padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras».
«El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, por el Espíritu Santo que se nos ha dado» Ro: 5, l-2. 5 -8 Para S. Pablo, la gracia liberadora de Cristo es sencillamente el mismo amor de Dios «derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha sido dado». Y este amor es tanto más verdadero y misericordioso, por cuanto nos fue concedido mientras aún éramos pecadores.
Esta vez parece que la página de Pablo que leemos se refiere más bien al evangelio que va a seguir, sobre todo por la afirmación sobre el Espíritu Santo de Dios "que se derrama en nuestros corazones". Pablo, en el capítulo en que compara al primer Adán con el segundo y definitivo, resalta la salvación que nos ha venido de Cristo. Por medio de él y de su entrega pascual, y precisamente cuando todavía éramos enemigos de Dios y pecadores, estamos en paz con Dios y gozamos de la esperanza de su gloria. Esa es la "prueba de que Dios nos ama" y, sobre todo, de que «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado».
Jn: 4, 3-42 «Si conocieras el don de Dios» PROCLAMACION DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN GLORIA A TI, SEÑOR
3 Jesús abandonó Judea y se dirigió de nuevo a Galilea. 4 Tenía que atravesar Samaría. 5 Llegó a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob dio a su hijo José. 6 Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó tranquilamente junto al pozo. Era mediodía. 7 Una mujer de Samaría llegó a sacar agua. Jesús le dice: –Dame de beber. 8 Los discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. 9 Le responde la samaritana: –¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? Los judíos no se tratan con los samaritanos.
10 Jesús le contestó: –Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva. 11 Le dice [la mujer]: –Señor, no tienes con qué sacar el agua y el pozo es profundo, ¿dónde vas a conseguir agua viva?12 ¿Eres, acaso, más poderoso que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebían él, sus hijos y sus rebaños? 13 Le contestó Jesús: –El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; 14 quien beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, porque el agua que le daré se convertirá dentro de él en manantial que brota dando vida eterna.
15 Le dice la mujer: –Señor, dame de esa agua, para que no tenga sed y no tenga que venir acá a sacarla. 16 Le dice: –Ve, llama a tu marido y vuelve acá. 17 Le contestó la mujer: –No tengo marido. Le dice Jesús: –Tienes razón al decir que no tienes marido; 18 porque has tenido cinco hombres, y el que tienes ahora tampoco es tu marido. En eso has dicho la verdad. 19 Le dice la mujer: –Señor, veo que eres profeta. 20 Nuestros padres daban culto en este monte; ustedes en cambio dicen que es en Jerusalén donde hay que dar culto.
21 Le dice Jesús: –Créeme, mujer, llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén se dará culto al Padre. 22 Ustedes dan culto a lo que no conocen, nosotros damos culto a lo que conocemos; porque la salvación procede de los judíos. 23 Pero llega la hora, ya ha llegado, en que los que dan culto auténtico adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque esos son los adoradores que busca el Padre. 24 Dios es Espíritu y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad. 25 Le dice la mujer: –Sé que vendrá el Mesías –es decir, Cristo–. Cuando él venga, nos lo explicará todo.
26 Jesús le dice: –Yo soy, el que habla contigo. 27 En esto llegaron sus discípulos y se maravillaron de verlo hablar con una mujer. Pero ninguno le preguntó qué buscaba o por qué hablaba con ella. 28 La mujer dejó el cántaro, se fue al pueblo y dijo a los vecinos: 29 –Vengan a ver un hombre que me ha contado todo lo que yo hice: ¿no será el Mesías? 30 Ellos salieron del pueblo y acudieron a él.
[31 Entretanto los discípulos le rogaban: –Come Maestro. 32 Él les dijo: –Yo tengo un alimento que ustedes no conocen. 33 Los discípulos comentaban: –¿Le habrá traído alguien de comer? 34 Jesús les dice: –Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y concluir su obra. 35 ¿No dicen ustedes que faltan cuatro meses para la cosecha? Pero yo les digo: levanten los ojos y observen los campos que ya están madurando para la cosecha. 36 El segador ya está recibiendo su salario y cosechando fruto para la vida eterna; así lo celebran sembrador y segador. 37 De ese modo se cumple el refrán: uno siembra y otro cosecha. 38 Yo los he enviado a cosechar donde no han trabajado. Otros han trabajado y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos].
39 En aquel pueblo muchos creyeron en él por las palabras de la mujer que atestiguaba: Me ha dicho todo lo que hice. 40Los samaritanos acudieron a él y le rogaban que se quedara con ellos. Se quedó allí dos días, 41 y muchos más creyeron en él, a causa de su palabra;42 y le decían a la mujer: –Ya no creemos por lo que nos has contado, porque nosotros mismos lo hemos escuchado y sabemos que éste es realmente el salvador del mundo. Palabra del Señor R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Re-leamos el texto: - ¿Qué personajes aparecen en el texto que hemos leído? - ¿Qué preguntas le hacen a Jesús? - ¿Qué les responde Jesús? - ¿Qué conclusiones sacamos?
El episodio del diálogo de Jesús con la mujer samaritana junto al pozo de Siquem es realmente expresivo y rico en sugerencias. (El pasaje del diálogo con los apóstoles no es que se tenga que suprimir. El Leccionario lo pone entre corchetes, no porque no es importante o porque es una digresión superflua. Esos versículos contienen ideas interesantes en la teología de Juan y para la comprensión del episodio. Si se «pueden» suprimir es para simplificar un poco el mensaje de la lectura, que tiene también buen sentido suprimiendo ese párrafo)
Jesús dialoga con gran pedagogía, consiguiendo que la mujer «entre en sí misma» y se dé cuenta de su situación. Habla con ella del agua viva, de los sucesivos maridos que ha tenido, de la venida del Mesías, del culto que agrada a Dios... La mujer, hasta cierto punto sincera consigo misma («no tengo marido»), se abre a la fe y luego se convierte en apóstol de Cristo entre sus paisanos. De acuerdo con el tema de Cristo como fuente de agua viva, leemos ahora el famoso Evangelio de la mujer samaritana. Destaquemos algunospuntos que resaltan:
a) A fin de renovar la vida de esta mujer. Jesús sigue una pedagogía gradual, con cariño y respeto. Se acerca a la samaritana (odiados por los judíos de ese tiempo), y más aún, le pide un favor. En su diálogo comienza por algo que era familiar para la mujer, el pozo de agua. b) A partir de esta agua, limitada en su capacidad para saciar la sed, Jesús conduce a la mujer al deseo del agua viva. El mismo es el que sacia la sed para siempre. La mujer se interesa por esta agua, que es «el don de Dios».
c) Jesús entonces viene a mostrar a la mujer que no es tan fácil gozar de este don: ello implica que ella debe cambiar las cosas malas de su vida. d) Al final, Jesús se le revela a sí mismo como la encarnación del don salvador de Dios, el agua viva. La mujer se entrega a Cristo, y comienza su verdadera conversión.
e) Su experiencia de Cristo lleva a la mujer a hacerse apóstol. Va a su pueblo a compartir con otros esta experiencia, a interesarlos en el esperado Salvador que ella acababa de encontrar. Ser apóstol significa compartir con otros nuestra experiencia cristiana; lo cual supone esta experiencia: nadie puede evangelizar a otros si él mismo no está evangelizado. El Evangelio de la mujer samaritana es el Evangelio de Jesús fuente de agua viva, que nos transforma en seguidores y evangelizadores.
MEDITEMOS LA PALABRA DESCUBRAMOS QUE NOS DICE VAMOS A SABOREAR ESTE TEXTO PARA SENTIRLO DENTRO DE NOSOTROS MISMOS... ABRAMOS LAS PUERTAS DE LA MENTE Y EL CORAZÓN... DEJÉMONOS INTERPELAR POR LA PALABRA
- ¿Cuáles son los personajes de este relato? - ¿Qué hace y qué dice cada uno de esos personajes? - ¿Qué transformaciones se realizan en este relato y a qué se deben? - ¿Qué considero como lo principal en estos textos? - ¿Cuáles enseñanzas saco para mi vida?
Cristo, fuente de agua viva Es una hermosa coincidencia que este año, a la escena de la mujer sedienta de Samaría, corresponda la lectura del pueblo sediento del desierto, con respuesta de Dios a los dos. La respuesta es Cristo. Cristo se revela, a lo largo de las páginas del evangelio, con múltiples nombres y definiciones: luz, camino, puerta, pastor,profeta, maestro. Aquí entra en juego la expresiva metáfora del agua viva.
Ya humanamente el agua tiene no sólo utilidades muy ricas, sino también simbolismos religiosos muy sugerentes. El agua sacia la sed, purifica, hace fecundos los campos..., y por eso se convierte en símbolo de la pureza y de la vida misma. Pero aquí Jesús anuncia otra agua más importante. No un agua superficial, sino una que quita eficazmente la sed. Como luego hará con el pan y con la luz y la vida. Y esa agua es él mismo. El «yo soy» del evangelio de Juan lo vamos a escuchar en varias claves durante estos días, para que nos convenzamos de que Cristo es la respuesta de Dios a todas las clases de sed que hay en la humanidad y toda búsqueda de luz y de vida.
Otras veces este simbolismo del agua se refiere al Espíritu Santo. Como cuando Jesús, en la fiesta de las Tiendas, proclamó: «si alguno tiene sed, venga a mí y beba... De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía (apostilla el evangelista Juan) refiriéndose al Espíritu, que iban a recibir los que creyeran en él» (Jn. 7, 37-39).
El misterioso camino de la fe Jesús ofrece un voto de confianza a las personas. A Pedro, a pesar de sus deficiencias y fallos. A los apóstoles, a pesar de su cortedad de miras y su cobardía. Aquí, a la mujer samaritana. Es un camino misterioso el que conduce a esa mujer a la fe. La interpela un judío, cosa inusual en la época. Un judío sediento que ha ido al pozo sin ningún recipiente. Una persona con quien, a partir de la vida de ella, que él parece conocer, consigue dialogar. Jesús sabe situar a las personas en su justo lugar, y desde donde están conducirlas hacia donde él quiere.
Al ciego lo conducirá de la luz de los ojos físicos a la Luz que es él mismo. A los que se sacian con la multiplicación de los panes, a enterarse del Pan que les va a dar él, al Pan que es él mismo. A la familia de Lázaro, desde la recuperación de la vida humana hacia la Vida que es él mismo. Se repite el «yo soy» en el evangelio de Juan: «yo soy, el que contigo habla». Lo escucharemos estos tres domingos, porque también son afirmaciones muy expresivas de la fe cristiana: Cristo «es» el agua viva, «es» la luz verdadera, «es» la vida eterna. En el prefacio se hace un comentario de la escena evangélica: Jesús, «al pedir agua a la samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer, fue para encender en ella el fuego del amor divino».
Liturgia muerta y liturgia viva Uno de los temas que salen en la conversación de Jesús con la mujer es dónde hay que rendir culto a Dios: ¿en Garizim, el «monte santo» para los samaritanos, monte al pie del cual se encuentra el pozo de Siquem? ¿o en el templo de Jerusalén, como pretenden los judíos? Jesús da una de sus clásicas respuestas. Parece que relativiza el culto en cuanto el lugar donde se realiza, o los ritos, o el templo donde sucede, y afirma que el culto que agrada a Dios es un culto «en espíritu y en verdad».
Ciertamente Jesús no reniega del culto, de los ritos, de las oraciones, del templo como lugar de oración. Lo demuestra a lo largo del evangelio. Lo que sí quiere es que ese culto sea «en espíritu y en verdad», no consistente sólo en ritos exteriores, en una actitud que se pudiera tachar de «formalista» o de «ritualista», sino que implique lo más interior de la persona. Que la alabanza a Dios no esté sólo en los labios, sino en el corazón. Que los ritos externos (sacrificios, ofrendas, incienso) correspondan a los sentimientos y actitudes más profundas de la persona. También nosotros podemos recoger la lección. Porque la liturgia, por ser un ritual repetido, corre siempre el peligro de la rutina o del ritualismo. Nuestra oración, nuestra Eucaristía, deben tener una estrecha relación con nuestra vida fuera de la celebración, no deben quedar «secuestradas» en la iglesia, sino traducirse después claramente en nuestro estilo de vida.
OREMOS CON LA PALABRA ¿QUE LE DECIMOS NOSOTROS A DIOS?
Ante la necesidad que tenemos de perdón, pedimos por la Iglesia: para que sepa decir a todos los hombres que Dios es rico en misericordia y pronto al perdón...
También tenemos necesidad de concordia y paz entre nosotros; pedimos para que todos sepamos actuar con responsabilidad cristiana, con justicia y caridad, y sepamos construir un mundo más fraternal y en paz....
Pedimos por cada uno de nosotros: que no tengamos miedo a abandonar muchas de las cosas en las que estamos enfrascados para acercarnos a Dios y ser capaces de convertir nuestro corazón y gozar de la cercanía de Dios...
Gracias, Señor, por enseñarnos a encontrate, más allá de lugares determinados, en el fondo de cada corazón humano, «en espíritu y en verdad». Allí donde fragua la guerra y la paz, donde se siega el trigo y se hace el pan, donde se administra el sudor de los trabajadores, donde se reparte el agua y la palabra, allí estás Tú. El mundo es tu templo, cada persona es tu morada, en donde quieres ser servido y adorado. Padre de bondad, concédenos saciarnos del agua viva del Espíritu, que salta hasta la vida eterna. Te encomendamos a todos los hombres y mujeres del mundo que -sabiéndolo o no- te buscan con sincero corazón. Que todos nosotros podamos encontrarnos de cerca con el Señor Jesús, como la mujer samaritana, y que permanezca en nosotros tu gracia como fuente de alegría, de vida y de esperanza. Que en el Espíritu te alabemos y bendigamos por Cristo Amén.