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I.E.S. “ Jerónimo Zurita” 21 de enero de 2010 . PRESENTACIÓN DEL TRABAJO REALIZADO POR ALUMNOS DE 4º DE SECUNDARIA.
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I.E.S. “Jerónimo Zurita” 21 de enero de 2010
PRESENTACIÓN DEL TRABAJO REALIZADO POR ALUMNOS DE 4º DE SECUNDARIA Este trabajo ha sido realizado por alumnos de 4º de Secundaria del IES Jerónimo Zurita. La idea partió al entrar en contacto con la obra del poeta Emilio Gómez a través del programa de Invitación a la lectura en el que participa el Departamento de Lengua Castellana y de Literatura de dicho instituto. Durante el primer trimestre del curso nos dedicamos a leer y comentar poemas de sus libros:Solamor, Álbum de rotos, La nieve horizontal de los vilanos, Sílabas blancas. Así, de poema en poema, llegamos a Me acuerdos y se nos ocurrió la idea de escribir un Me acuerdos particular, a imitación del autor. Cada alumno realizaría un trabajo en el que escribiría sus recuerdos. Leían en casa unos cuantos me acuerdos y luego los comentábamos entre todos. Pronto nos dimos cuenta de que los padres y abuelos se implicaban en la lectura y la comentaban con los chicos. Así que pensamos que sería interesante y muy enriquecedor que colaboraran contando sus recuerdos. A todos nos pareció una buena idea. Más tarde alguien apuntó la posibilidad de ilustrar el texto con fotografías, nos pareció otra idea estupenda y así, con aportaciones de todos, llegamos a la redacción definitiva..
Pero la actividad no terminaba aquí. Quedaba una de las partes más emocionantes: el encuentro con el autor que estaba programado para enero. Los chicos lo prepararon con mucha ilusión. Hicieron una selección de sus me acuerdos y los escribieron en carteles y también eligieron fotografías de ellos y de sus familias y las adjuntaron a los textos. El 21 de enero llegó Emilio al instituto y tuvo lugar el encuentro. El poeta preparó un recitado fantástico seleccionando algunos de sus poemas acompañados de música e imágenes. Disfrutamos y nos emocionamos con su voz y su poesía, tan sincera y emotiva. Finalmente, se abrió un turno de palabra en el que los alumnos hicieron preguntas al autor. Posteriormente se nos ocurrió la idea de compartir el trabajo y sacarlo fuera del aula. Esto ha sido posible gracias a Emilio Gómez, al entusiasmo de los alumnos de 4º y de sus familias y a la colaboración de José Luís Paniego, profesor de este instituto y alma técnica del proyecto. Pilar Aso, profesora de Lengua Castellana y Literatura
ME ACUERDOS: 1ª GENERACIÓN ME ACUERDOS: 2ª GENERACIÓN ME ACUERDOS: 3ª GENERACIÓN
Me acuerdo de que no llevé zapatos hasta mi Primera Comunión, usaba zapatillas de esparto incluso para jugar al fútbol. Me acuerdo de que en el comedor del colegio todos íbamos con las batas a cuadros: azules y blancos o rosas y blancos.
Me acuerdo de los rebotes que me cogía cuando a mi hermano, en el pueblo, le dejaban quedarse jugando con los amigos y a mí me mandaban a la cama. Me acuerdo de cuando aprendí a leer, escribir, sumar, restar y multiplicar. Me pasaba las noches en vela con los libros de mis hermanos; yo nunca fui a clase.
Me acuerdo de cuando no había piscina en el pueblo y metida en un balde me refrescaba bajo el sol. Me acuerdo de cuando aprendí a atarme los cordones, un curioso conejito los atravesaba.
Me acuerdo del puntero al que todas las niñas temíamos cuando la caligrafía no estaba perfecta. Me acuerdo de las funciones de la escuela en las que yo no era yo, era todo menos yo, era árbol, era Blancanieves, era Bella, era rana, era leñador, era todo menos yo.
Me acuerdo de Pedrito, el chancho que con tanto cariño cuidé, alimenté y con el que jugué, y que luego mi papá sirvió en los quinceaños de mi hermana. Me acuerdo de cuando íbamos de vacaciones a la playa, mucho tiempo después de salir del agua, todavía podía sentir la olas chocar contra mi cuerpo.
Me acuerdo de que a los que no se nos daban bien las Matemáticas, la hermana Dolores nos pegaba con el nudillo, y más te valía no quejarte. Me acuerdo de mi primer día de colegio, estaba deseando llegar; al entrar en el aula, todos lloraban y yo no, me sentí bastante incomprendida.
Me acuerdo de que nuestros regalos de Reyes eran 3 castañas, 3 higos y 1 barra de guirlache. Me acuerdo de que con 50 céntimos podía comprarme 10 barras de regaliz rojo.
Me acuerdo de que cuando era un poco más mayor y me gustaba pintarme un poquito mi madre no me dejaba y me tenía que esconder mis pinturas en el montón de trigo. Cuando salía para el paseo me tapaba la boca con un pañuelo para que mi madre no me riñera. Recuerdo de que iba a ver a mis abuelos a Alagón y me iba al cine, y en el intermedio, en vez de palomitas, me compraba cebolletas y pepinillos.
Me acuerdo de haberle pedido a mi madre pan blanco para cambiárselo a los otros chicos por pan negro. Me acuerdo de aquellos paseos largos por La ribera con el novio.
Me acuerdo de la ropa helada que entraba mi madre del balcón. Debíamos dejar que se calentara; si no, se rompía como las láminas de hielo. Me acuerdo de mi primer día de colegio. Todo olía raro: los cuadernos, los libros, etc.,
Me acuerdo de la casa en la que vivíamos mis padres, mis ocho hermanos, mi abuela y yo. Era una casa muy grande, y aún así estábamos prietos. Me acuerdo de cuando todas mis amigas queríamos tener el muñeco Chou-Chou o las Bratz.
Me acuerdo de mi primera Barbie, y del triste final que le di a mi primera Nancy; que me parecía una copia horrorosa de la perfecta Barbie, así que voló por la ventana, y mi madre me riñó bastante. Me acuerdo de cuando nos tocaba ir una semana a cada compañera a encender la estufa de carbón de la escuela.
Me acuerdo de cuando mi papito se fue, y del maldito océano que impedía un posible ultimo adiós. Me acuerdo de cómo aprendí a montar en bici. Mi madre me soltó la espalda y a mí me costó un tiempo pasar de hacer eses a ir en línea recta.
Me acuerdo de cómo la modista nos enseñaba a mi hermana y a mí a coser vestidos, que luego se vendían en las “Nuevas Sederías”. Me acuerdo de mis primeros pantalones vaqueros, que eran heredados.
Me acuerdo del conservatorio de la calle, en el que alrededor de los músicos, todos los niños aprendíamos a tocar. Me acuerdo de cuando tenía 7 años, vivía en mi pueblo y antes de ir al colegio tenía que ir al campo a recoger fresas.
Me acuerdo del día en el que le regalé a mi mujer el anillo de compromiso. Me acuerdo de cuando era pequeño y me pegaba horas viendo dibujos como Oliver y Benji.
Me acuerdo de que en el comedor nunca me comía nada y me quedaba hasta las tres con un monitor que me hacía reír, incluso una vez fui a clase con el Donut en la mano. Me acuerdo de, con nueve años, tejer pasamontañas, bufandas y guantes para los soldados de la Guerra Civil. .
Me acuerdo de cuando había colegios de chicas y chicos. Me acuerdo de cuando tenía que ir a comprar en Francia sin saber francés: tenía que hacerme entender por gestos.
Me acuerdo de que yo jugaba en la calle. Tenía un triciclo y podía ir por la acera hasta que se acababa. El límite era una acequia. Me acuerdo de la primera vez que vi a mi hermana, ¡era tan pequeñita!
Me acuerdo de cuando salía a la pizarra y teníamos que cantar la tabla de multiplicar. Me acuerdo de los sábados en los que todos los hermanos pasábamos de uno en uno a ducharnos.
Me acuerdo de que para poder entrar al baile, nos poníamos latas en las alpargatas para ganar altura. Me acuerdo de los días del mes de Mayo, antes de entrar a clase, nosotras, con ramas de flores, cantábamos a la Virgen en el patio de la escuela.
Me acuerdo de los disfraces que con tanto empeño me hacía mi madre para Carnaval. Me acuerdo del olor y sabor, cuando amasaba rosquillas con mi abuela.
Me acuerdo de cuando en Semana Santa se hacía la representación de la Pasión en la plaza. Me acuerdo de un osito de peluche que tenía mi canción preferida cuando presionabas su tripa.
Me acuerdo de la primera vez que subí al tranvía con mis padres: me parecía un tren que circulaba por las vías entre las calles de la ciudad. Me acuerdo de que iba en el tranvía en brazos de mi madre y en vez de agarrarme a la barra, me agarré al brazo de una señora.
Me acuerdo de cuando venía el esquilador a esquilar a los burros. Me acuerdo de los bocadillos de mantequilla con azúcar que me comía a la salida del colegio.
Me acuerdo de que para aprender a bailar pedimos un manual de instrucciones a Barcelona. Me acuerdo del sonido de la sirena que significaba que nos pusiéramos en filas para ir del recreo a las aulas.
Me acuerdo de las siestas que tomábamos en el colegio a las tres, con nuestras mantitas y almohadas. Me acuerdo de que me gustaban mucho los chupones y martillos de caramelo que vendía la Tía Manolita.
Me acuerdo de que saltábamos a la comba, a tú la llevas, a toco marro y salgo. Me acuerdo de que el día del Domund, en el colegio, si llevábamos cinco pesetas nos daban una chocolatina, y yo le cogí a mi madre una moneda de cincuenta pesetas (Luego me riñeron mucho)
Me acuerdo de las carreras de barcos en la acequia de riego de la calle. Me acuerdo de cuando mi abuelo nos llevaba a “Las Ferias”.
Me acuerdo de lo difícil que me resultaban las pesetas. Me acuerdo del día en el que nació nuestro primer hijo.
Me acuerdo de cuando empecé a jugar a baloncesto. Me acuerdo de cuando mi padre nos llevaba a mi hermano y a mí a ver las motoras en el Ebro durante las Fiestas del Pilar.
Me acuerdo de mí primer día en el instituto. Tenía mariposas en el estómago y miedo a los profesores. Me acuerdo del día en el que me hice la permanente y pasé por delante de mi novio y no me reconoció.
Me acuerdo de cuando era pequeño y les tenía mucho miedo a las tormentas. Me acuerdo de haber dormido con mis hermanos en un colchón de pinochas.
Me acuerdo de mi primer viaje a la playa, y de cómo me comía la arena. Me acuerdo del año en el que hicieron mixto mi colegio.
Me acuerdo de que era incapaz de hablar con un extraño y no sabía callármelo por dentro. Me acuerdo de las carreras de chapas (les incrustábamos retratos de futbolistas bajo un cristal que nos costaba mucho recortar)
Me acuerdo de las escaleras mecánicas del Sepu: eran de madera y fueron las primeras en instalarse en Zaragoza. Me acuerdo de cuando iba a lavar al lavadero con mi madre: todas las mujeres contaban sus cosas o se ponían a cantar.
Me acuerdo de cuando la vecina ponía alta la única radio que había para escuchar la actualidad sobre los frentes. Me acuerdo de cuando iba a comprar la leche, siempre volvía con leche caliente recién ordeñada.
Me acuerdo de la emoción de abrir un sobre lleno de cromos y la felicidad que suponía encontrar allí dentro el que te faltaba. Me acuerdo del tétrico sonido de las campanas en el silencio. Anunciaban la muerte de algún vecino.
Me acuerdo de aquel diccionario de cifras que eran las tablas de logaritmos. Me acuerdo de cuando el chivato del delegado nos apuntaba en la pizarra.
Me acuerdo de que en el instituto íbamos a todas las manifestaciones. Pedíamos libertad. Me acuerdo de que las enredaderas del campo nos las colocábamos alrededor de todo el cuerpo y hacíamos procesiones por el pueblo.
Me acuerdo de que el profesor de música a quién descartaba para el coro le decía: “Tienes voz de caldero viejo” Me acuerdo de cuando cubrieron de un insípido “sintasol” el piso de madera antigua del cuarto de estar.
Me acuerdo de que cuando preparaba bizcochos con mi madre me encantaba relamer el bol. Era mejor que el bizcocho horneado Me acuerdo de la fiesta que se celebraba tras haber recogido todas las olivas.
Me acuerdo de una tarde cuando sonaron las alarmas que avisaban un bombardeo, yo, tenía cuatro años y me metí en un tubo de desagüe. Me acuerdo del frío y de que los pasamontañas nos hacían parecer cacos a todos los escolares.
Me acuerdo de que en mayo llevábamos flores a María. Me acuerdo de una excursión que hicimos toda la familia, mi madre me vistió toda de blanco, con un vestido precioso, mientras mis hermanas se arreglaban, yo me metí en un tubo para jugar; el vestido blanco, se volvió negro...
Me acuerdo de todos mis pequeños razonamientos de niña, siempre dije que quería llegar a ser la Presidenta del Gobierno Español, y aquí estoy pensando aún llegar a serlo. Me acuerdo del sabor del pan con vino y azúcar, y del olor de la piel de naranja sobre la estufa de leña.