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Primer Ateneo del CEFPN Centro de Estudios y Formación para el Proyecto Nacional Las elecciones del 28 de junio, ¿contribuyen o no al Proyecto Nacional? Exposición de Rubén Rojas Breu Buenos Aires, mayo 8 de 2009. Enfoque de la cuestión
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Primer Ateneo del CEFPN Centro de Estudios y Formación para el Proyecto Nacional Las elecciones del 28 de junio, ¿contribuyen o no al Proyecto Nacional? Exposición de Rubén Rojas Breu Buenos Aires, mayo 8 de 2009
Enfoque de la cuestión • Al decidir el tema, quienes integramos el Centro, consideramos que debía ser tratado sobre la base de las siguientes premisas: • Con concepción estratégica; por lo tanto, otorgando el lugar protagónico al Proyecto Nacional. Dicho de otro modo, nos parece que no se trata de las elecciones en sí mismas, sino de evaluar si pueden contribuir en alguna medida o no a nuestra brega por el Proyecto Nacional. • Que aun cuando se trata de un proceso viciado regiminoso no corresponde ignorarlo, so pena de incurrir en un infantilismo negador de las circunstancias que vive el país, del contexto en el cual debemos encarar nuestra acción política. En resumen, no queremos ni quedar encerrados en el vértigo electoralista ni tampoco hacer caso omiso de las elecciones: queremos encontrar la estrategia para aprovecharlas en aras de impulsar el Proyecto Nacional.
Frente a una determinada coyuntura, si disponemos de una Estrategia, se trata de aplicarla de modo que aquélla se torne lo más aprovechable posible. • Ante la circunstancia coyuntural de estas elecciones se presentan tres opciones básicas: • Involucrarnos como si tuviera una significación de la que carece, incurriendo en el electoralismo estéril. • 2. Desconocerla, con el riesgo de divorciarnos de un hecho político de alguna relevancia. • 3. Aprovecharla para impulsar en cuanto sea posible el Proyecto Nacional, generando debates, profundizando diagnósticos y estrategias, formando, etc. • También convocando y concretando acciones políticas entre quienes acuerden acerca de la necesidad de un Proyecto Nacional así como en el rechazo por elecciones viciadas y por un sistema político institucional hace rato caduco, particularmente desde el 2001. Implica cuestionar el artículo 21 de la Constitución Nacional para afirmar, en cambio, que la democracia significa protagonismo popular y plena participación. • Esta tercera opción es la válida.
El Proyecto Nacional, tal como lo imaginaron estadistas, visionarios y distintas fuerzas políticas y sociales, en diferentes momentos de nuestra historia, es el que nos conduce a la Nación justa y plenamente desarrollada en todas las dimensiones: cultural, política, social, científico-tecnológica y económica. Tal Proyecto se piensa y viabiliza en el marco de la integración latinoamericana -la Patria Grande-, abarcando así desde la frontera norte mexicana hasta nuestro aun semicolonizado Atlántico Sur. Sobre tal base, la concreción del Proyecto impulsa a la universalización, tal como formulara oportunamente Perón: así entendida, la integración universal, posible a partir de las Naciones y de la integración regional, respeta las singularidades (= enfoque endógeno). Es decir, el respeto por la identidad de cada nación y cada pueblo es requisito inexorable de toda integración internacional. Como puede verse, este planteo es muy distinto de lo que se entiende por globalización, en la cual se promueven la uniformidad y las hegemonías a la vez que, como está demostrado, se genera la más gigantesca brecha cultural, política, social, científico-tecnológica y económica entre regiones, naciones y pueblos en todos los campos del desenvolvimiento humano.
Sigue tan vigente como nunca, o más que nunca, el Proyecto Nacional; aun cuando parezca que los procesos de planetización se hayan desencadenado irreversiblemente. No realizar el Proyecto Nacional es dejarse arrastrar por la decadencia. La descalificación del Proyecto Nacional, tal como se expresa actualmente, no es más que un nuevo capítulo en las crónicas acciones y prédicas de los colonizadores que buscan mantener los privilegios de sus propios países, colonizadores que cuentan con la complicidad de determinados sectores locales en estas latitudes. Desde nuestros orígenes un conflicto básico recorre toda nuestra historia: entre quienes quienes impulsaron e impulsamos el Proyecto Nacional y quienes abogan por el contraproyecto. En distintos momentos históricos, unos u otros gobernaron el país y controlaron el Estado. A partir de las vísperas del golpe de 1976 que instaló la terrocracia cívico militar hasta el último trimestre de 2001 (contando desde las elecciones del 14 de octubre hasta las jornadas de diciembre), el contraproyecto o, si se quiere, los sectores que se oponen a nuestro desarrollo como Nación, se impusieron, más allá de que en determinados y breves períodos haya parecido que el pueblo podía llegar a tener algún papel relevante.
A partir de 2001 se instala una suerte de impasse: si bien quienes representan la decadencia y los intereses antinacionales y antipopulares siguen teniendo la mayor capacidad de decisión, desde ese momento el pueblo argentino inicia el camino hacia la reconstrucción, hacia el encuentro con el Proyecto Nacional; se da con avances y retrocesos, con logros y con fracasos e incluso con más oscuridad que luz, pero se da. Un momento de máxima tensión contextualiza este próximo proceso electoral, proceso electoral que nada hace para encaminarnos hacia la concreción del Proyecto de Nación. En buena medida la oscuridad o, si se prefiere, la falta de la luz necesaria para alumbrar la estrategia a seguir, se debe a que el agente colonial, conformado por la conjunción entre el colonizador y el colonizado complaciente, reduce hasta su mínima expresión el campo del pensamiento y la acción respecto de las dimensiones cultural, social y política. Es así que nos fuerza a encerrarnos en los límites de “problemáticas” menores, de bajo alcance (“gallináceas”, decía Perón). Por el contrario, quienes nos sentimos comprometidos con la construcción de la Nación y el derecho del pueblo a ser “artífice de su propio destino” nos proponemos ampliar y profundizar el horizonte, generando el Proyecto así como propuestas y realizaciones convencidos de que la Nación merece la grandeza y el pueblo el bienestar equivalente al que gozan quienes habitan los países más desarrollados.
Dejo en claro que el conflicto básico – o, si se prefiere, la contradicción principal - se da en el seno de nuestro propio país: es acá donde hay que contrarrestar las políticas de los beneficiarios y comisionados de un orden internacional-local injusto. Asumo que muchos compatriotas piensan justificadamente que la “culpa de lo que nos pasa es nuestra”. Ese pensamiento es lógico y resultante de la maduración política, ya que efectivamente las potencias han seguido, siguen y seguirán impulsando sus intereses; si en países como el nuestro hacen pingües negocios y adoctrinan exitosamente, eso es consecuencia de que aquí, quienes concentran la capacidad de decisión, operan para su propio beneficio y les proporciona mucha más satisfacción desempeñarse como acólitos o socios menores que impulsando la estrategia, las políticas y los emprendimientos que llevarían a la realización de los argentinos (1) (2).
Cuatro tesis • Me centraré seguidamente en la formulación de las siguientes cuatro tesis: • El derecho a la Nación • La articulación intrínsecamente constitutiva Nación Pueblo • La diferenciación e, incluso, oposición entre opinión pública y Pueblo para dar cuenta a su vez de la diferenciación entre Pueblo y electorado. • 4. La crisis de conducción como cuestión central (en vez de la tan meneada y restringida “crisis de representación”).
Tesis 1: el derecho a la Nación • Varias razones fundamentan el derecho de los pueblos a su Nación. • La Humanidad se ha constituido en naciones, las cuales a su vez se integran en regiones y/o conforman bloques. • Ése es el modo primario a través del cual el planeta ha procurado organizar la totalidad de las poblaciones y culturas que lo habitan. • II. Más allá de las diferentes conceptualizaciones que puedan darse sobre qué es una Nación, una consideración se impone con carácter de premisa: para un pueblo, la nación es el modo de alcanzar sus objetivos así como de interactuar con otros pueblos o naciones. • Dicho de otro modo: la Nación, y particularmente el Estado nacional, es el instrumento primordial para que el Pueblo desarrolle poder(3), sea a los fines de su realización, sea a los fines de la integración con otros pueblos y naciones, sea a los fines de hacer valer sus derechos en el marco internacional (4).
La acción y la prédica procolonizadoras, valiéndose del estilo de manual - acorde con la mediocridad intelectual que impera en el mundo -, sientan certezas imbuidas de patética superficialidad; con ellas buscan la erosión de la autoestima colectiva, la renuncia a la Nación, el abandono de la concreción de un Estado eficaz al servicio de los intereses nacionales y populares. Como la zorra de la famosa fábula de Esopo, que se resigna a no comer las uvas cuando no puede alcanzarlas, conformándose con aquello de que “están verdes”, muchos argentinos, llevados por la impotencia, quieren resignarse diciéndose: “de todos modos, las naciones son cosa del pasado”. Se dicen esto sin tener en cuenta que los países más poderosos del planeta son celosos defensores, en primer lugar, de sus intereses nacionales y que, más aun, se ocupan con creces de disponer de estados fuertes, que, entre otras cosas, siguen invadiendo o sometiendo a países y pueblos vulnerables. Sin ir más lejos, como la expresión más grave y elocuente de nuestro propio sometimiento, cabe consignar el avance depredatorio de Gran Bretaña sobre nuestro Atlántico Sur con la complicidad de la Unión Europea y Estados Unidos - e incluso de otros países o bloques poderosos-. La isla “reina de los mares” cuenta también con el silencio, el “dejar hacer” y aun la anuencia de nuestros propios gobernantes y cúpulas dirigenciales(5).
Sobre el Estado También esos sectores han arremetido y arremeten contra el Estado. Esa arremetida tuvo supuesta inspiración ideológica acorde con los preceptos del llamado neoliberalismo. Tal planteo es falaz: se comprueba tan pronto se cae en la cuenta de hasta qué punto el Estado se volvió un instrumento de tales políticas conservadoras e injustas. No es cierto que la Argentina tiene un Estado débil y ausente; tenemos un Estado fuerte y presente, pero al servicio de los intereses neocoloniales y de las castas y mafias locales, que son sus facilitadores y cómplices. Se nos impone reconstruir y actualizar el Estado para ponerlo al servicio del Proyecto Nacional.
El colonialismo triunfa cuando las poblaciones se dejan ganar por la caída de la autoestima, de la renuncia a la nación plenamente soberana, de la renuncia a un estado potente, etc. Por eso la ofensiva que durante estas más de tres décadas últimas padecemos, no sólo se da en los terrenos económico y geopolítico, sino también en el cultural, el educacional, el ideológico. Es más que preocupante que nuestras universidades y centros académicos sean vías de penetración de las ideologías neocolonizadoras a la par que se inhibe o excluye de tales lugares la formación en el pensamiento estratégico nacional. Es incluso angustiante comprobar cotidianamente cómo se incita a nuestros jóvenes a asumirse como “ciudadanos globales”; también cómo se inculca la naturalización de las hegemonías, los modelos culturales basados en el cinismo y en la lógica de ganadores y perdedores, la incorporación acrítica de modelos de gestión supuestamente exitosos en las grandes potencias, la aceptación necia de la llamada globalización, etc. A la vez es reconfortante ver cómo vastos sectores sociales en todo nuestro país, cómo tantos trabajadores, artistas, profesionales, científicos, investigadores, docentes y estudiantes resisten esa penetración y hasta se animan a hacerle frente al “poder globalizador”. Ahí está la esperanza genuina y ahí están sentadas las bases para afirmar en algún momento y para siempre el derecho a la Nación.
Concluyendo con lo que hace a esta primera tesis, resumamos: • Proyecto Nacional ó decadencia • Nos cabe el mismo derecho que el de los países más poderosos, • el derecho a la Nación • El Estado es el instrumento por excelencia para • asegurar ese derecho. • Tal derecho implica la integración latinoamericana, • paso a su vez inexorable en el camino a la universalización justa.
Tesis 2: la articulación Nación Pueblo Ya afirmamos que para un pueblo, la nación es el modo de alcanzar sus objetivos así como de interactuar con otros pueblos o naciones. O sea, que la Nación, y particularmente el Estado nacional, es el instrumento primordial para que el Pueblo desarrolle poder, sea a los fines de su realización, sea a los fines de la integración con otros pueblos y naciones, sea a los fines de hacer valer sus derechos en el marco internacional. Acá subrayamos el carácter constitutivo e indiviso de ambos conceptos: es decir, Pueblo y Nación son las dos caras de la misma moneda. Cada uno de ambos hace al otro. Ésta es la definición que, asociada a la expresada arriba para la Nación, enuncia tal conjugación: Pueblo es la población políticamente culturalizada y organizada para sostener y desarrollar la Nación (6). Cada vez que en nuestra historia el Pueblo fue protagonista, la Nación cobró marcado impulso hacia adentro y hacia afuera; al mismo tiempo, cada vez que se llevaron a cabo la estrategia y las políticas favor de la Nación, el Pueblo gozó del bienestar material y espiritual.
Tesis 3: la diferenciación Pueblo – opinión pública - electorado En momentos en que pareciera prosperar la liviandad, se hace imperioso aseverar que todo no es igual a todo, que no todo da igual. Se impone comenzar a diferenciar palabras, nociones y conceptos. Se impone establecer que palabras como Pueblo, gente, opinión pública, sociedad, sociedad civil, ciudadanía y, en particular, electorado refieren a cosas diferentes (7). Importa acá, dado el tema de esta exposición, diferenciar pueblo, opinión pública y electorado. Teniendo en cuenta los procesos electorales a los que estamos asistiendo y considerando que el tema que estamos tratando son los comicios del próximo 28 de junio, comencemos afirmando que electorado no equivale a pueblo. Una elección es siempre un proceso que tiende a alternativas relativamente cerradas lo cual se agudiza en momentos como el presente en el que se carece de fuerzas políticas convocantes, de un movimiento nacional y popular, del debate en profundidad en torno a la estrategia y las políticas de fondo tanto para el propio país como con respecto a Latinoamérica y el mundo. De tal modo el cuarto oscuro ya no responde al espíritu original, aquel que permitiera el acceso del pueblo argentino al gobierno como sucediera en 1916, 1946 (con su confirmación en 1952) y en 1973; ni siquiera el que posibilitara canalizar la esperanza como aconteció en 1983 (esperanza frustrada poco tiempo después, especialmente en la Pascua de 1987)(8). Estos hitos históricos demuestran que los procesos electorales son valiosos si se dan en el marco de una intensa politización y organización de toda la población, en el marco en el que se definen objetivos verdaderamente trascendentes. Cuando no es así, las elecciones son lo que está a la vista hoy. Veamos la diferenciación prometida.
La opinión pública es un conglomerado constituido por cuatro actores o términos: “La gente” Encuestas Referentes Medios
“La gente” es un modo eufemístico para referirse a lo que tiempo atrás se denominaba la masa, o sea la población indiferenciada e inorgánica (9). La palabra “masa” parece haber caducado, seguramente por su connotación “inculta”. “Gente” tiene un sabor más refinado para el paladar aristocrático y el buen decir, pero no deja de expresar indiferenciación y apoliticismo. Los referentes, expresión también tan en boga, son los que alcanzan notoriedad y fama, en general sobre la base de su pertenencia a algún grupo con poder suficientemente acumulado como para tener acceso a los medios de difusión de más alcance. Se incluyen entre ellos a dirigentes políticos, dirigentes sectoriales, líderes de opinión, expertos avalados por el orden establecido, miembros de la farándula y del deporte, etc. Los medios, especialmente los líderes o los de más penetración, tienen su particular perfil y dinámica, lo cual merece un análisis del cual me eximo en esta exposición. Sí señalo que han relevado en gran medida a las fuerzas políticas y los diferentes ámbitos sociales en lo tocante a la agenda política y la concreción de debates. Va de suyo que así como su alcance es casi ilimitado en cuanto a penetración es muy limitado en cambio, diríamos estrecho, en profundidad y horizontes considerando el reducido espectro de problemáticas que abordan así como el desconocimiento de las cuestiones de índole más estratégica y trascendente. Es como si incitaran con este mensaje: “vos quedate en casa, viéndonos, escuchándonos o leyéndonos. Nosotros hacemos todo por vos”. Incluso pareciera que muchos “ciudadanos”, después de leer en el bar algún diario contestatario, parecieran decirse satisfechos: “hoy ya milité”, “hoy ya me comprometí políticamente”. Las encuestas también merecerían un análisis particular con el fin de determinar su significación, su valor y su papel, análisis que corresponde a otro espacio. Acá señalo que comparten con los medios la tendencia a reducir a la mínima expresión los temas que debería debatir públicamente la sociedad argentina como a limitar in extremis la variedad de posiciones, opiniones y organizaciones que forman parte de nuestra comunidad.
Vale resaltar algunas características de la opinión pública: • Reduce el campo y las miras, lo que está llevando a la anorexia intelectual y la incapacidad en la acción que nos permitiría el desarrollo y la justicia. Ya es más que excesiva la atención sólo puesta en las problemáticas de bajo alcance. Tampoco parece existir el mundo (salvo que nos lo recuerde la gripe estadounidense o algún tsunami) y eso es preocupante: en ese mundo se toman decisiones que nos afectan. • Favorece y estimula la ingenuidad así como las antinomias tan destructivas como estériles. La fragmentación que acosa a los argentinos no es ajena a tales estímulos. • Tiende a homogeneizar, a uniformar la opinión de modo que una circunstancial mayoría detectada por las encuestas o una movilización eventual se transforma mágicamente en el pensamiento único por el cual tal supuesta mayoría pasa a ser la sociedad argentina en su totalidad. Es su modo más típico de exclusión. • Desconoce todo lo orgánico, desconoce el papel de la organización para que una población devenga en Pueblo. • Promueve el mensaje contradictorio doble o múltiple. Por ejemplo, justamente con respecto al proceso electoral, diagnostica la pobreza de lo que se discute, la falta de representatividad de los candidatos, la ausencia de propuestas y a la vez la emprende contra el voto en blanco o la abstención. • Tiende a conducirse con la misma volatilidad que el mercado financiero: así como las acciones bajan y suben, bajan y suben temas y posiciones tomadas; así como los agentes y analistas de las bolsas, sin inmutarse, de una hora a la otra varían sus recomendaciones, así también la opinión pública modifica sus juicios y perspectivas.
Tal como están las cosas, hemos venido a parar a este contraste: Nación Pueblo Opinión pública Sistema abierto que incluye e integra Sistema cerrado y excluyente
No hace falta abundar más para dejar en claro la diferencia entre opinión pública y Pueblo. • Recordemos que definimos Pueblo como la población políticamente culturalizada y organizada para sostener y desarrollar la Nación. • La conclusión más relevante de este análisis, considerando el tema que tenemos por objeto es ésta: • el electorado cabalga entre la opinión pública y el Pueblo. • Resumidamente, es como decir que cabalga entre: • un comportamiento ingenuo e inorgánico a la vez que de bajo compromiso con su propia decisión electoral • y un comportamiento que revela inquietud por el destino de la Nación, interés por comprometerse, por alentar la organización y por promover la política para fines más sublimes.
La abstención electoral crece desde el inicio mismo de los gobiernos civiles, o sea, en estos últimos 25 años (incluimos en la abstención tanto no votantes como votantes en blanco, de votos nulos e impugnados). Tal abstención no expresa el desinterés de los apolíticos o el bajo compromiso, como se difunde desde los estrados, los despachos, las columnas y los cenáculos. La abstención creciente es expresión de hastío pero, sobre todo, de la percepción de que con estas dirigencias, estas ideas y estas políticas sólo se agudiza y cronifica la desnacionalización de todo a la vez que se desconoce la voluntad popular. Es una abstención que nos dice, en su lenguaje más simple y espontáneo: “votar, ¿a quiénes? y ¿para qué?” Por tanto, debemos prestar atención a esta abstención interpretando su carácter propositivo. En las elecciones recientes de Catamarca la abstención fue la clara ganadora con el 42%, mientras que las dos agrupaciones electorales más votadas obtuvieron el 26% y el 20%. Seguidamente, graficamos lo antedicho:
El electorado cabalga entre Pueblo Opinión pública Más presente en los votos positivos Más presente en la abstención
Tesis 4: la crisis de conducción Para su realización, la conjunción Nación Pueblo requiere del concurso de tres funciones básicas Conducción Representación Administración
La Conducción encuadra y sostiene a las otras dos funciones; a la par, se retroalimenta de ellas. Para nosotros, es una compleja tarea que conjuga la articulación Pueblo Nación, Estrategia, Organización, el Conductor, los líderes y las bases. Como se ve, la Conducción no se reduce a la acción excluyente de un conductor. Además el rol de Conductor puede ser cubierto por una fuerza política, equipo o persona, según distintas circunstancias. La Conducción es la función que valiéndose de la Estrategia y a través de la Organización guía al Pueblo para el desarrollo de la Nación.
Ahora bien, ¿por qué decimos que en la Argentina hay crisis de conducción? Porque estamos en medio de una tensión entre dos fuerzas contrapuestas: la que tiende a hacer de nuestro país un apéndice de un supuesto orden global vs. la que, por medio del Pueblo, procura concretar el Proyecto Nacional
Quienes se esfuerzan por empujarnos al destino de apéndice, reservan para sí la Conducción acorde con su Estrategia; simultáneamente parecen decirnos: “ustedes ocúpense de la representación y la administración” (digamos de paso que la función de administración tal como la entienden se parece mucho a “gerenciación”). Los procesos electorales son concebidos, entonces, como recursos que nos restringen a la representación. En rigor, al quedar despojados del derecho a la Conducción y a nuestra Estrategia como Nación, el ejercicio de la representación es más ilusorio que cierto. De modo tal, que la tan meneada “crisis de representación” no es otra cosa que una astuta figura destinada a escamotearnos lo principal: la Conducción. Las elecciones de junio son, de tal manera, un nuevo distractivo que nada tiene que ver con definir qué Conducción y qué Estrategia para encarar el Proyecto Nacional.
“Crisis de representacíón” sino Crisis de Conducción
Las elecciones del 28 de junio • Tal como se presentan las cosas, estas próximas elecciones: • Carecen de propuestas, de fuerzas políticas o de candidatos que tengan en cuenta los intereses de la conjunción Nación Pueblo. Antes bien, distraen con falsas promesas, falsas disyuntivas y modelos, problemáticas, propuestas y hasta enemigos falaces. • Cualquier resultado, por sí mismo, reducido a lo electoral y a la configuración de próximos parlamentos, seguirá beneficiando a la corporación política, al régimen, a quienes concentran el poder así como a los intereses neocoloniales.
Lo cierto es que ha devenido en un proceso electoral basado en grupos de afinidad, en los que abundan advenedizos, oportunistas y obsecuentes. Sólo que a diferencia de los que implementan las multinacionales, estos grupos de afinidad son muy volátiles, son más bien “grupos de oportunidad” o asociaciones transitorias. Dirigentes y candidatos, cuanto más sienten que la mayoría de los argentinos se aleja de ellos, más gritan: lo hacen con el tono de voz, o con denuncias de gallinero que crecen en estridencia o con cruces de insultos, a la manera de las campañas sucias que copian del norte continental y que impulsan los asesores globales. La conformación de las listas presentó notable semejanza con el popular baile de la silla. Los humoristas nos muestran el carácter de auténtica parodia, al punto que es fácil llegar a creer que los papeles están trastrocados: los imitadores parecen ser el original mientras gobernantes y dirigentes se nos ocurren que son las copias. La repetición y la redundancia están a la orden del día, produciendo una saturación que sobrepasa todos los límites conocidos. Quien sigue más o menos atentamente este decurso siente que todo le resulta ya demasiado conocido. Que quizá nunca en toda nuestra historia proliferaron tantos “tenores huecos”(10).En este cuadro de situación no cabe preguntarse por qué se abstienen quienes se abstienen. La pregunta debería ser, ¿por qué tantos argentinos, perjudicados por este régimen, votan positivamente? ¿Qué esperan? ¿De quiénes?
Acerca de una promesa remanida: “queremos resolver los problemas de la gente” Una cantinela de las romanzas de estos tenores es la promesa: “queremos resolver los problemas de la gente”, promesa que merece un particular análisis. Por un lado, esta promesa toma como destinatario a la “gente”, noción sobre la cual ya hemos sido explícitos. Por otro lado, claramente el emisor se ubica en el lugar activo, el del que resuelve, dejando al receptor ( “la gente”) en el lugar pasivo, en el lugar del que espera que el gobernante o candidato le “resuelva los problemas”. Dejo en suspenso la cuestión acerca de qué entenderán estos aspirantes a mesías por “resolver problemas”; simplemente señalo, que por ejemplo, parece que “problemas”, en su jerga, es igual a “carencias”, lo cual habla bastante de las carencias de ellos, al menos en lo que hace al conocimiento de conceptos básicos. Finalmente, y esto es lo más preocupante, esta promesa tan repetida simboliza muy elocuentemente la pobreza de esta dirigencia que siente que toda su misión es “resolver problemas de la gente”. Ni por equivocación arriman siquiera el bochín a las cuestiones estratégicas, a las problemáticas de mayor trascendencia ni a las expectativas de realización de los argentinos como nación y como pueblo.
A gobernantes, candidatos, referentes, analistas y columnistas se los ve muy interesados en cómo cursarán estas elecciones y cuáles serán los resultados. Encaran este proceso como si todo funcionara normalmente, como si las elecciones se fueran a llevar en tiempo y forma sin sobresaltos. Están como los nobles de Pompeya en el año 70, disfrutando de todos los placeres sin advertir el enojo del Vesubio. • Quedándonos estrictamente en lo tocante a lo electoral, lo cierto es que la población ni siquiera sabe qué se vota ni para qué se vota; tampoco, le interesa mucho, por no decir nada. • Claramente, respecto de lo electoral, tenemos entonces dos mundos: • el de estos actores que esperan tanto de lo electoral porque se juega para ellos la preservación u optimización de sus negocios y • el de quienes con su indiferencia manifiestan a esta altura no sólo el descreimiento. Ya no se trata simplemente de que estos “políticos no los representan”. Se trata de que estos gobernantes, referentes y candidatos son el principal obstáculo para el despegue de la Nación y la realización de los argentinos.
Los participantes Ya hemos sentado que estas elecciones son a la medida de la opinión pública. Por lo tanto, sus participantes son los que pertenecen a la misma: “La gente” Encuestas Referentes Medios
Los excluidos • Por un lado, quienes están esperando y quienes estamos luchando por una Argentina soberana, digna, desarrollada y justa. Son quienes tenemos la convicción de que sólo podemos realizarnos en una Nación que se realice. • Por otro lado, las problemáticas y las propuestas que hacen al logro de tal Argentina, las que atañen al Proyecto Nacional. Es así que de estas elecciones están excluidas problemáticas y propuestas relacionadas con: • la necesidad de una Estrategia • el desarrollo en todos los órdenes, particularmente de áreas tales como la energía, la industria, la educación, la ciencia, la tecnología, el comercio, etc. • la justicia cultural, social, política y económica • la reforma político-institucional, que siente las bases de la democracia genuina y participativa • la política exterior • la integración latinoamericana • y el Atlántico Sur • También, el debate fecundo y profundo.
Y el Pueblo, ¿dónde está? • Nuestra definición de Pueblo, “la población políticamente culturalizada y organizada...”, orienta bastante acerca de dónde encontrarlo. • El Pueblo está, en constante maduración, en todo el territorio argentino, manifestándose en infinidad de organizaciones de variada resonancia, pero todas confluyendo en el objetivo de la realización de los argentinos. • Al respecto, 2001 fue el hito por excelencia que, a la manera de la “Gran Explosión” que habría dado origen al universo, se expande fructificándose en asambleas, grupos, movilizaciones, etc. Podríamos decir que se instaló de hecho un estado asambleario que da lugar al empate al cual antes nos referimos: • entre quienes detentan los lugares de poder y • quienes nos ubicamos en la vereda del Proyecto Nacional. • Esta situación es la que produce en las fuerzas del régimen, en gobernantes y en candidatos la sensación de pisar terreno pantanoso, de no hacer pie. Es así que pase lo que pase, antes de las elecciones, en el transcurso del comicio y en el momento post electoral, su lugar de administradores de lo que hay tambalea y seguirá tambaleándose hasta que se produzca el desempate a favor de la conjunción Nación Pueblo.
¿Qué hacer con vistas a las elecciones de junio? • Hemos dejado en claro nuestra posición acerca de que estas elecciones no aportan nada a la causa del Proyecto Nacional. • Pero deberíamos encontrar el modo de aprovecharlas en alguna forma. • Con el único propósito de contribuir a un intercambio de ideas, aquí van algunas sugerencias: • Poniendo nosotros sobre el tapete la cuestión del Proyecto Nacional • Esforzándonos para impulsar en la sociedad el debate de las cuestiones de fondo, que van desde cómo encarar el desarrollo integral con justicia plena hasta la recuperación completa del Atlántico Sur y una estrategia de control al respecto. • Convocando a distintos actores, sectores, grupos y personas. • Acordando acciones comunes tanto en relación con el proceso electoral como respecto de las problemáticas verdaderamente trascendentes. • Al respecto, vale consultar en nuestro blog el documento “Elecciones: qué hacemos” en http://proyectonacional.wordpress.com
Dado que se trata de un proceso electoral, hay un punto que aúna pertinencia y oportunidad: el correspondiente al reclamo de una reforma político-institucional profunda. Estaría bien aprovechar el “clima electoral” para decir “basta de todo esto, basta de farsas electorales” y para plantearnos de una buena vez la construcción de la democracia realmente participativa, considerando que el Pueblo delibera y gobierna, define su conducción y encuadra a sus mandatarios: así es la Democracia
Notas • En las propias potencias hegemónicas siempre hubo sectores que conspiraron contra su propia nación. La diferencia respecto de nosotros es que siempre terminaron derrotados y que, aun ésos en esos países, cuando las circunstancias se vuelven muy críticas terminan adoptando la consigna “Primero la Patria, después...” • Si no supiéramos de los vínculos que ciertos sectores políticos, empresariales y de otros rubros así como de notorios dueños de medios de comunicación y columnistas tienen con los factores de poder internacionales, sería incomprensible el rechazo y hasta el desprecio que manifiestan por planteos que señalan cómo las potencias intervienen en el destino de nuestras naciones. Su descaro es de tal dimensión que ni siquiera parece que tomaran en cuenta que hasta sagas como la de James Bond así como infinidad de películas y series producidas en los países dominantes describen o denuncian tal intervencionismo sistemático. • Ver la nota de Carlos Wilkinson ¿Tomar el poder o desarrollar el poder? En http://proyectonacional.wordpress.com. • Una profundización histórica del concepto de Nación se puede ver en el texto El Belgrano: Historia y Nación, de Honorio Díaz • Ver los documentos La Pampa sumergida del Grupo Ulises y Guerra de Malvinas, el debate que falta en el mismo sitio de nota 3. • Sobre este y otros conceptos se puede consultar Método Vincular. El Valor de la Estrategia, Rubén Rojas Breu, Ediciones Cooperativas de Buenos Aires, 2002. • En el debate Hugo Melgarejo señaló que incluso cabe diferenciar Nación y Patria. • Hace mucho tiempo que venimos observando la insatisfacción de los argentinos y cuánto difieren sus expectativas de las políticas oficiales. Ver La cantante calva vs. la disposición a crecer, de Jorgelina Aglamisis y Rubén Rojas Breu, Rev. Opinión Pública nº 5, Bs. As, 1993. y La Sociedad espera. Principales conclusiones de la investigación 1996 sobre futuros escenarios y expectativasde la sociedad argentina, de los mismos autores, ADCA, Bs. As., 1996.
9. Ver en relación con este punto y también con el desarrollo de esta exposición en general, Conducción política, de Juan D. Perón, Secretaría Política de la Presidencia de la Nación, Buenos Aires, 1974. 10. Expresión acuñada por Norberto Ivancich en oportunidad del triunfo del menemismo en la interna de 1988. Ver su texto Desdeño la romanza de los tenores huecos, revista Unidos, nº 19, octubre 1988, Bs. Aires.