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Martín Fierro - Segunda Parte. Florencia Buteler, Evelyn Yoo, Juan Pablo Maldonado y Ana Laura Mercado. En tan dura servidumbre hace dos años que estaba un hijito que llevaba a su lado lo tenia la china aborrecía tratándola como esclava. Canto VIII.
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Martín Fierro - Segunda Parte Florencia Buteler, Evelyn Yoo, Juan Pablo Maldonado y Ana Laura Mercado
En tan dura servidumbre hace dos años que estaba un hijito que llevaba a su lado lo tenia la china aborrecía tratándola como esclava. Canto VIII
Ansi le imponía tarea de juntar leña y sembrar viendo a su hijito llorar y hasta que no terminaba la china no le dejaba que le diera de mamar.
Que le grito muy furioso <confechando no queres> la dio vuelta de un revés y por calmar su amargura a su tierna criatura se lo degolló a sus pies.
Alzo los ojos al cielo, en sus lagrimas bañadas, tenia las manos atadas, su tormento estaba claro; y me clavo una mirada como pidiéndome amparo. Canto IX
Ansí fue, no aguanto mas, y me atropelló el salvaje; es preciso que se ataje quien con el indio pelée; el miedo de verse a pie aumenta su coraje.
Ni pa encomendarme a Dios, tiempo el salvaje me dio; cuanto en el suelo me vio, me salto con ligereza: juntito de la cabeza el bolazo retumbó.
Al fin tanto lidiar, en cuchillo lo alcé, el peso lo levanté, aquel hijo del desierto, ensartado lo llevé, y allá recién lo largué cuando ya lo sentí muerto.
A la afligida cautiva mi caballo le ofrecí: era un pingo que alquirí, y donde quiera que estaba en cuanto yo lo silvaba venia a refregarse en mí. Canto X
Me vine, como les digo, trayendo a esa compañera; marchamos la noche entera, haciendo nuestro camino, sin mas rumbo que el destino, que nos llevará ande quiera.
Ahí mesmo me despedí de mi infeliz compañera. “ Me voy”- le dije- ande quiera, aunque me agarre el Gobierno, pues, infierno por infierno prefiero el de la frontera.
Y mientras que tomo un trago pa refrescar el garguero, y mientras tiempla el muchacho y prepara su estrumento, les contaré de que modo tuvo lugar el encuentro. Canto XI
Me dijo a más, ese amigo que anduviera sin reselo, que todo estaba tranquilo, que no perseguía el gobierno, que ya naides se acordaba de la muerta del moreno, aunque si yo lo maté mucha culpa tuvo el negro.
De mis hijos he encontrado sólo a dos hasta el momento; y de ese encuentro felíz le doy las gracias al cielo.