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Formación de Catequistas. OBJETIVO: Acompañar e impulsar la Formación del Catequista en todas sus Etapas, para que pueda dar un servicio más cualificado en la Iglesia, de acuerdo a los Documentos actuales del Magisterio. El Proceso Evangelizador y la Formación de los Catequistas.
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Formación de Catequistas OBJETIVO: Acompañar e impulsar la Formación del Catequista en todas sus Etapas, para que pueda dar un servicio más cualificado en la Iglesia, de acuerdo a los Documentos actuales del Magisterio.
El Proceso Evangelizador y la Formación de los Catequistas
La Formación desde la Orientaciones Pastorales del 2005 Dentro de la Pastoral Orgánica de la Iglesia LA FORMACIÓN DE LOS CATEQUISTAS, constituye un aspecto importante y decisivo para toda la obra catequizadora, si queremos dar respuestas a lo que el mundo de hoy necesita y pide a quienes son llamados a continuar la obra de Salvación al estilo del mismo Señor Jesús.
Importancia de la Formación La Iglesia necesita, hoy más que nunca, catequistas que, con una experiencia madura de fe, fruto de una fuerte y profunda relación con Dios, se mantengan firmes en su identidad cristiana y eclesial, sean capaces de dar testimonio de esa fe y de responder a la inquietud más honda del corazón humano, ya que vivimos en un mundo marcado por el pluralismo de formas de pensar, de criterios morales, de estilos de vida diferentes.
“ El DGC 234 nos dice al respecto: toda actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo no pueden ser verdaderamente eficaces si no son utilizados por catequistas bien formados. Por tanto, la adecuada formación de los catequistas no puede ser descuidada a favor de la renovación de los textos y de una mejor organización de la catequesis”.
Finalidad y naturaleza de la Formación de los Catequistas El documento CAL 197 nos dice: Capacitar al catequista para comunicar el mensaje Evangélico y ayudar a los catequizandos al crecimiento y a la maduración de su fe, de manera que se constituyan verdaderos discípulos de Cristo, por medio de un conocimiento vivencial e íntimo de su persona y de su mensaje.
La formación de los catequistas ha de estar integrada en la opción fundamental de cada cristiano y por consiguiente, en su proyecto vocacional. El DGC 234, además de pedir a la pastoral catequística diocesana, dar absoluta prioridad a la formación de los catequistas laicos. Esta delicadísima responsabilidad que tienen los catequistas de formar la conciencia de los interlocutores es, precisamente, uno de los motivos que hacen que el proceso formativo de éstos sea una tarea difícil y exigente.
Sistematizar el proceso formativo en una diócesis y en una parroquia es un verdadero reto, que supone la comprensión y el abordaje adecuado acerca de: • Los catequistas que se forman; • Los catequistas formadores, que facilitan la formación; • El diseño y el seguimiento de los itinerarios de formación, como un proyecto global, integral e integrado a los procesos pastorales, en el cual se definen sus contenidos, tiempos, duración y lugares, entre otros. • La realidad comunitaria con sus diversas situaciones y condicionamientos, así como el medio en general.
El hecho de que la formación busque capacitar al catequista para transmitir el Evangelio en nombre de la Iglesia, confiere a toda la formación una naturaleza eclesial. La formación de los catequistas no es otra cosa que ayudar a estos a sumergirse en la conciencia viva que la Iglesia tiene hoy del Evangelio, capacitándoles así para transmitirlo en su nombre. Esto requiere de una adaptación a todas las culturas, edades y situaciones. Esta eclesialidad de la transmisión del Evangelio impregna toda la formación de los catequistas, confiriéndole su verdadera naturaleza. (Cfr. DGC. 236)
Criterios inspiradores de la formación de los catequistas • Formar catequistas para las necesidades evangelizadoras de este momento histórico con sus valores, sus desafíos y sus sombras. Para responder a él se necesitan catequistas dotados de una fe profunda, de una identidad cristiana y eclesial y, de una honda sensibilidad social. • Formar a los catequistas para que puedan impartir no sólo una enseñanza, sino una formación cristiana integral. Para esto se necesitan catequistas que sean: maestros, educadores y testigos.
Respetar, en los procesos formativos, el carácter propio del laico en la Iglesia, razón por la cual los programas, los textos y demás elementos del proceso formativo han de ser, en este sentido, originales; porque no pueden ser producto de una síntesis de aquellos que se aplican a la formación de los religiosos y de los presbíteros. • Considerar que el “cómo” del encuentro catequístico es una de las mayores dificultades de los catequistas, razón por la cual muchos desertan. Por eso, su formación pedagógica ha de ser coherente, atendiendo la pedagogía propia de un proceso catequístico, y los elementos de la didáctica catequística (Cfr. DGC 237).
Las Dimensiones de la Formación • El Ser: Hace referencia a la dimensión humana y cristiana del catequista, que le ayuda a madurar, como persona, como creyente y como apóstol. • El Saber: Esta dimensión, penetrada desde la doble fidelidad al mensaje y a la persona humana. Por tanto el catequista debe conocer bien el mensaje que transmite y al mismo tiempo, al destinatario que lo recibe y al contexto social en que vive. • El Saber Hacer: La formación tiende a hacer del catequista un educador del hombre y de la vida del hombre.
Desafíos de la Formación de los Catequistas • Tomar conciencia de la necesidad de una formación permanente, para responder a los retos del hombre de hoy. • Madurar en los valores fundamentales de la espiritualidad laical, que lo configura como testigo, como maestro y como educador de la vida del cristiano. • La escucha fiel de la Palabra, que conforma su propia vida y que a su vez, comunica a los hermanos mediante la catequesis.
La apertura a la Iglesia, de la cual es miembro y a la cual trata de construir con su labor catequística. SUBSIDIOS DE FORMACIÓN PERMANENTE QUE OFRECE LA COMISIÓN DE CATEQUESIS DE LA ARQUIDIÓCESIS DE MÉXICO